Esta claro que vivimos en el país de la picaresca y que estamos en plena era del "todo vale". Cada una de las precauciones que tomemos para que no nos estafen son pocas, y aún así, lo hacen. O por lo menos lo intentan. Ayer, un joven trajeado oliendo a perfume caro y con muy buenos modales llamó a la puerta de mi casa. Le observé unos segundos a través de la mirilla y como buen vendedor de puerta fría imaginó que yo estaba allí. O mi vecina, a la que había llamado un poco antes . Levantando la voz y para quien quisiera oírlo anunció:
-Soy de la empresa.... (y pronunció el nombre de mi suministrador de gas)
Ante la familiaridad del nombre cometí el error de abrir mi puerta.
-Buenas tardes señora. Soy de la empresa....y quería hacerle "sólo" una pregunta. ¿Recibe usted todavía la factura del gas con este dibujito?
A la vez que me formulaba la pregunta me mostraba una factura idéntica a la que yo recibo mensualmente.
Asentí. Ya no era una pregunta tan solo. Había más.
-Pues si aún recibe ese formato es que no le están aplicando el descuento...
-¿Puede decirme si en su factura aparece este 3.1 ?
Ya me había enredado. Ahora tocaba ausentarme a buscar mi factura y dejarlo allí plantado con mi puerta abierta o, casi peor, facilitarle la entrada en mi hogar.
Dentro de la tontuna tuve un poco de lucidez y le propuse que cuando terminara de visitar a mis vecinos volviese y para entonces yo la tendría preparada...
Lo que hice fue llamar por teléfono a mi empresa suministradora y preguntarles si un agente suyo podía estar pasando una oferta de mejora de condiciones por mi barrio.
Me pidieron que les explicara lo que había hablado con el supuesto agente. Al decirle que este, necesitaba saber algunos datos del titular de mi factura para aplicar unos descuentos, la señorita que me atendía, con la mayor de las amabilidades ataviada de cierta sorna me explicó:
-Nosotros, como empresa suministradora de ustedes, tenemos todos sus datos en nuestros ficheros. No necesitamos acudir a su puerta a pedírselos. Ningún agente nuestro hace ese "trabajo". Alguien está tratando de obtener información de usted con engaños...
La lógica era aplastante. Me habían echado el anzuelo del "descuento" y casi me hicieron "picar".
Le deseé la mejor de las tardes a mi aclaradora de ideas y esperé...
A los pocos minutos el timbre de mi puerta volvió a sonar.
-¿Tiene usted ya preparada la factura?
-Ni yo tengo la factura preparada ni tú eres de la empresa que me has dicho. No me gusta que me engañen, y menos, que vengas hasta mi casa a molestarme.
El joven, muy bien entrenado, ladeando la cabeza y con gesto picarón muy lejano al mosqueo, me respondió:
-De verdad, ¿no le interesan mis descuentos?
Con un solemne NO cerré mi puerta.
Y como una es así de tontorrona aún sentí lástima por él. Mi cabreo lo dirigí a la empresa que lo tiene contratado y que es la que le obliga a hacer las cosas así de mal. Porque detrás de toda esa parafernalia hay otra empresa de gas, intentando pescar clientes como sea. Aunque sea fraudulentamente; y valiéndose de unos jóvenes que necesitan abrirse camino en el mundo laboral, a los que hacen creer que un buen traje, un perfume caro, y una forzada sonrisa, cubren objetivos. De pena.
Maat
-Soy de la empresa.... (y pronunció el nombre de mi suministrador de gas)
Ante la familiaridad del nombre cometí el error de abrir mi puerta.
-Buenas tardes señora. Soy de la empresa....y quería hacerle "sólo" una pregunta. ¿Recibe usted todavía la factura del gas con este dibujito?
A la vez que me formulaba la pregunta me mostraba una factura idéntica a la que yo recibo mensualmente.
Asentí. Ya no era una pregunta tan solo. Había más.
-Pues si aún recibe ese formato es que no le están aplicando el descuento...
-¿Puede decirme si en su factura aparece este 3.1 ?
Ya me había enredado. Ahora tocaba ausentarme a buscar mi factura y dejarlo allí plantado con mi puerta abierta o, casi peor, facilitarle la entrada en mi hogar.
Dentro de la tontuna tuve un poco de lucidez y le propuse que cuando terminara de visitar a mis vecinos volviese y para entonces yo la tendría preparada...
Lo que hice fue llamar por teléfono a mi empresa suministradora y preguntarles si un agente suyo podía estar pasando una oferta de mejora de condiciones por mi barrio.
Me pidieron que les explicara lo que había hablado con el supuesto agente. Al decirle que este, necesitaba saber algunos datos del titular de mi factura para aplicar unos descuentos, la señorita que me atendía, con la mayor de las amabilidades ataviada de cierta sorna me explicó:
-Nosotros, como empresa suministradora de ustedes, tenemos todos sus datos en nuestros ficheros. No necesitamos acudir a su puerta a pedírselos. Ningún agente nuestro hace ese "trabajo". Alguien está tratando de obtener información de usted con engaños...
La lógica era aplastante. Me habían echado el anzuelo del "descuento" y casi me hicieron "picar".
Le deseé la mejor de las tardes a mi aclaradora de ideas y esperé...
A los pocos minutos el timbre de mi puerta volvió a sonar.
-¿Tiene usted ya preparada la factura?
-Ni yo tengo la factura preparada ni tú eres de la empresa que me has dicho. No me gusta que me engañen, y menos, que vengas hasta mi casa a molestarme.
El joven, muy bien entrenado, ladeando la cabeza y con gesto picarón muy lejano al mosqueo, me respondió:
-De verdad, ¿no le interesan mis descuentos?
Con un solemne NO cerré mi puerta.
Y como una es así de tontorrona aún sentí lástima por él. Mi cabreo lo dirigí a la empresa que lo tiene contratado y que es la que le obliga a hacer las cosas así de mal. Porque detrás de toda esa parafernalia hay otra empresa de gas, intentando pescar clientes como sea. Aunque sea fraudulentamente; y valiéndose de unos jóvenes que necesitan abrirse camino en el mundo laboral, a los que hacen creer que un buen traje, un perfume caro, y una forzada sonrisa, cubren objetivos. De pena.
Maat