Cuando leí en la propuesta de Neo para este jueves las palabras "noche" y "poema" decidí, casi de inmediato, cual iba a ser mi participación. Es precisamente en la quietud de la noche, cuando disfruto generosamente de mis lecturas. En esas horas de sombras y silencios, me convierto en una perfecta nocherniega y, con un libro entre mis manos, me sobra el mundo.
Si el día lo he vivido un poco acelerada, si algún nuevo problema ha venido a quitarme la poca paz que las circunstancias actuales nos van dejando, si he estado pendiente de las noticias y he consentido que vuelvan a inquietarme con las escalofriantes subidas de la ya famosa prima de riesgo... intento reconquistar el sosiego con los versos de buena poesía. Y ahí voy. Me ha seducido la idea de traeros este jueves uno de mis poemas preferidos. Es de Pablo Neruda: Poema 20.
Los que ya lo conocéis, seguro que os complace leerlo de nuevo. Los que no, os va a fascinar. Así lo espero.
POEMA 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
PABLO NERUDA
(De Veinte poemas de amor y una canción desesperada)
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Maat