Continuación de mi entrada del 14/9/2008
Nuestra noche en aguas gaditanas fue perfecta. Después de los últimos preparativos del viaje, de dormir poco la noche anterior, de prácticamente todo el día de travesía, y con la guinda de nuestro paseo por la noche de Cádiz, caí redonda en la cama de mi camarote y no extrañé ni sitio, ni colchón. Mi cuerpo lo agradeció y desperté ilusionada con el nuevo día, en el que teníamos programadas dos excursiones optativas con guía. Una a Tanger y otra por Cádiz y Gibraltar. Mi esposo y yo optamos por permanecer en Cádiz y organizarnos a nuestro aire, pues queríamos disfrutar de un "monográfico" de la Catedral. Pero antes...
Bajamos al comedor del barco donde nos habían preparado un colosal desayuno. Bandejas de frutas....Variedades de quesos....(me lo acertaron de pleno) Bollería, fiambre variado... Con las energías bien repuestas, salimos del barco decididos a gozar de la ciudad más antigua de Occidente. El día era espléndido, y la luz del sol ya brillaba de esa manera especial que lo hace en Cádiz. Una luz que se cuela por dentro y que te transmite alegría, bienestar... y quien lo ponga en duda, sólo tiene que acercarse a Cádiz y comprobarlo.Nos dirigimos a la Catedral, ya que en nuestro viaje anterior a esta ciudad no pudimos visitarla por problemas de horarios. La Catedral de Cádiz es conocida en todo el mundo, sin duda, por su majestuosidad. Está situada al sur de la ciudad, junto al mar, al que se asoma arrogante, libre y resplandeciente, destacando por su altura del resto de los edificios que la rodean.El patrimonio monumental de Cádiz, pertenece en su mayoría a los siglos XVII y XVIII, en los que vivió un gran impulso artístico originado por el desarrollo económico que propiciaron los intercambios comerciales mantenidos con Europa y las colonias españolas en América, y que colocó al puerto de Cádiz en el vértice del mediterráneo y de la Europa Atlántica, pasando por este puerto, el 75% del comercio que iba y venía de América. Dicha prosperidad, atrajo gran cantidad de personas y capitales extranjeros, así como gentes de otras provincias españolas, lo que hace que Cádiz se desarrolle vertiginosamente en todos los aspectos, y la convierte en una de las ciudades más importantes del mundo. Todo esto, fue el impulso definitivo para la construcción de la nueva Catedral y que tenía que ser acorde a los buenos tiempos que se vivían en Cádiz. El proyecto tomó forma bajo la iniciativa del canónigo Juan de Zuloaga y las autoridades civiles, siendo éstas quienes costearían el proyecto junto al Cabildo, los comerciantes y personas devotas. En su día se calculó, que hasta finales del siglo XVII, se habían invertido veinticinco millones de reales en el templo.La primera piedra la colocó el arzobispo Lorenzo Armengual de la Mota, el 3 de Mayo de 1722, festividad de la Santa Cruz, titular de la Catedral gaditana, con proyecto de Vicente Acero y Arebo, que ya había trabajado en la construcción de las catedrales de Granada y Guadix, y que era uno de los arquitectos más sobresalientes de su generación.
Concibió un gran templo de estilo barroco, del que solamente pudo dejar realizado lo esencial de la planta y la cripta, ya que en 1729 y por desavenencias con el Cabildo, dimite como director de las obras, marchando a trabajar a Sevilla en la construcción de la fábrica de tabaco y luego a Guadix para concluir las portadas de la Catedral que había proyectado. Murió en el año 1744.
La cripta se encuentra bajo el presbiterio, de planta plana y bóveda muy rebajada. Está excavada en la roca sobre la que se asienta la ciudad de Cádiz y por debajo del nivel del mar. En ella se encuentran tres capillas. Una de ellas está presidida por la Virgen del Rosario, imagen barroca del siglo XVII de mármol genovés y que es obra del escultor Vicente Algardi. En este lugar se encuentran enterrados ciudadanos gaditanos que contribuyeron a la construcción de la Catedral.
Otra de las capillas es de planta circular. Posee una magnífica reja de estilo isabelino y un Cristo de Aguiniga del siglo XVII que trajeron de México. Esta capilla se conoce como la de los obispos, ya que en ella descansan los restos de los prelados que han muerto en Cádiz desde que la Catedral fue consagrada.
En la tercera capilla se encuentran enterrados dos célebres gaditanos, Manuel de Falla y José María Pemán.
La cripta está construida con piedra ostionera y es una clara demostración de los conocimientos de Acero en cantería y resistencia de materiales, circunstancia que sólo se repite en la Catedral de Lugo, aunque la bóveda es de menor tamaño. Hay que destacar una peculiaridad de la cripta de Vicente Acero y es que repite los sonidos emitidos en su centro hasta 15 veces su potencia. Sirva como ejemplo, que escuchar el sonido del mar en este lugar, sorprende y llega a intimidar...
No hay otra cripta en el resto de catedrales del mundo con ésta característica.
A Vicente Acero le sustituyó el arquitecto Gaspar Cayón, maestro mayor de la catedral de Guadix, que se hace cargo del proyecto en el año 1731, actuando como aparejador su hermano José. A ellos se debe el alzado de los muros del templo, la capilla de la Asunción, y el inicio de las portadas laterales. A dichos hermanos se les atribuye muchos detalles churriguerescos y rococó de los vanos y el friso, aunque en conjunto, supieron respetar el proyecto de Vicente Acero.En el año 1759 se hizo cargo del proyecto Torcuato Cayón, sobrino de Gaspar, y que hizo un informe de la situación en la que encontró la obra, presentando algunas quejas que obviamente no pudo subsanar, como por ejemplo el grosor de las columnas, la proyectada situación del coro, y los diferentes colores que iba tomando el edificio, debido a la diversidad de materiales empleados, intentando solucionar esto último, pero no se le concedió tal facultad. Introdujo el gusto francés con el estilo neoclásico. Según los planos conservados en el Archivo Catedralicio de Cádiz, reformó la planta y los alzados, hizo algunas rectificaciones en la fachada principal colocando las pilastras al orden jónico, y proyectó un coronamiento de estatuas para la cúpula y las torres.
La fachada principal está realizada con mármol y compuesta por tres pórticos y dos portadas laterales. El pórtico central consta de dos cuerpos, en el primero el arco de medio punto con clave decorada da entrada al templo, enmarcado por cuatro columnas corintias, decoradas con profusión. Una cornisa volada da paso al segundo cuerpo.En el segundo cuerpo, encontramos un gran ventanal y dos imágenes de los patronos de la ciudad de Cádiz, San Servando y San Germán, y que son obra del escultor genovés Esteban Frucos y que realizó en Génova en el año 1673.
Este cuerpo central presenta formas cóncavas y convexas que dan agilidad al conjunto, y que recuerdan el rico movimiento de la arquitectura de Borromini. Está rematado por un gran arco abocinado con frontón triangular obra de Manuel Machuca y sobre él una escultura del Divino Salvador realizada en mármol de Carrara, también de Esteban Frucos.
Las portadas laterales poseen sendas imágenes de San Pedro y San Pablo, sobre cada puerta se encuentra una ventana circular adornada por una guirnalda. Los escudos pontificio y catedralicio que encontramos en ellas son obra de Carlos de Vargas en 1735.En los extremos de la fachada, dos torres, conocidas como la de Levante y la de Poniente, de forma ochavada y con dos cuerpos. Dichas torres se terminaron años más tarde que la Catedral.
En la fachada principal, puede apreciarse la diferencia de los materiales empleados, ya que si observamos el primer cuerpo, veremos que está construido en mármol, mientras que el segundo es de piedra caliza.
Era Torcuato Cayón, arquitecto de considerable valía, que dirigió muchas construcciones de la ciudad y de las diócesis gaditanas. Creó una escuela de dibujo que contó entre sus alumnos a Miguel Olivares, en quien recaería la responsabilidad de los trabajos en la futura Catedral cuando murió Torcuato, en el año 1789.
El trabajo de Miguel Olivares consistió en cerrar la nave central y los tramos de la nave transversal, levantó la fachada principal y las torres hasta los balaustres. Su trabajo en la portalada central fue muy discutido, necesitando hasta en dos ocasiones reunir a una junta de expertos en obras reales, a los que se les pidió nuevos diseños, siendo elegido el de José Prats, uno de los más críticos con Miguel y que hacia funciones de arquitecto interino en ausencia de Olivares y que fue quien realizó parte de las pechinas de la cúpula mayor de la Catedral.
Por iniciativa del Cabildo, se consultó a la Academia de San Fernando, lo que dio lugar a que en 1787 llegara a Cádiz el teniente de arquitectura Manuel Machuca, para reconocer la obra, los planos y los puntos de discordia entre Olivares y Prats. Realizó nuevos planos que fueron aprobados y en 1790, Carlos IV que se había convertido en el protector de la obra, lo nombró director principal de la misma, quedando Miguel Olivares como director constructor.
En el año 1791 se incorporó a los trabajos de la futura Catedral el escultor Cosme Vázquez Merino para participar en la decoración de la misma. Su escultura era academicista aunque las imágenes presentan una aire atrevido en sus poses.
El trabajo de Machuca se limitó a levantar el frontispicio, y el cascarón de la fachada principal. Diseñó unas torres coronadas de jarrones de llamas que no pudo construir, ya que las obras se paralizaron por falta de presupuesto en el año 1796, aunque las torres se construirían en el siglo XIX, siguiendo fielmente sus planos.
Fue en el año 1832 cuando se reanudan las obras de la mano del valenciano Juan Daura, que levantó la gran cúpula que cubre el presbiterio, reduciéndola de tamaño a la proyectada por razones de presupuesto y de premura. Trazó un tambor articulado por fajas que enmarcan ventanas semicirculares entre las que se intercalan esculturas de personajes sagrados. Está recubierta de azulejos vidriados de color amarillo fuerte que la hace espectacular, sobre todo cuando se ilumina por los rayos del sol, siendo visible desde casi todos los rincones de Cádiz. En su base se encuentran las esculturas de los cuatro evangelistas esculpidas en piedra, cuya realización se adjudica a los discípulos de Cosme Velázquez.
En su interior luce una decoración neoclásica, como las hileras de casetones, cuyo tamaño va disminuyendo a medida que llegan a la clave.
Tras ella, y a menor altura, se encuentran las bóvedas de casquete que cubren el presbiterio, con una imagen de mármol del apóstol Santiago, obra de Esteban Frugone, siendo la característica de la decoración de éstas bóvedas la sobriedad.
Juan Daura realizó también la sacristía y la antisacristía, dejando constancia con su trabajo en la Catedral, su valía como artista y habilidad como arquitecto.
El templo tiene planta de cruz latina, con tres naves separadas por un total de ciento cincuenta y seis columnas corintias realizadas con mármoles de Manilva y Arcos, girola con capillas absidiales, capillas laterales, crucero marcado en planta sobre el que se levanta una cúpula semiesférica y fachada entre torres ochavadas.
En el altar mayor se encuentra un templete, con trazas de Machuca, de estilo neoclásico, sostenido por columnas pareadas de mármol con base y capiteles de bronce dorado, cubierto por una cúpula sobre zócalo, que fue erigido por el escultor José Frapolli Pelli, y en su interior alberga el sagrario sobre el que se sitúa una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción, realizada por Francisco de Villegas.
En el segundo tramo de la nave central está situado el coro, cuya sillería de finales del siglo XVII, procede de la Cartuja de las Cuevas, Sevilla, y se instaló enla Catedral de Cádiz en el año 1858.
Los 41 sitiales del coro alto son obra del escultor Agustín de Perea, su hijo Miguel y el ensamblador Jerónimo de Valencia, quienes lo labraron entre los años 1697 y 1701, en madera de cedro, caoba, roble y ébano. En la silla prioral, en su respaldo, aparece el escudo del arzobispo Gonzalo de Mena , fundador de la cartuja de Santa María de las Cuevas.
Las 24 sillas del coro bajo y el reclinatorio episcopal son obra del tallista gaditano Juan Rosado, que las realizó a mediados del siglo XIX.Una soberbia reja diseñada por Juan de la Vega Correa, cierra el coro.
En el trascoro, diseñado por Carlos Requejo en 1838, destacan relieves de la Encarnación y la Adoración de los pastores, de la escuela sevillana de principios del siglo XVII y una serie de pinturas flamencas sobre cobre que reproducen escenas de la vida de Cristo, y la conversión de san Pablo camino de Damasco de la escuela de Rubens. También se encuentra una imagen de Nuestra Señora del Rosario, patrona de Cádiz, del escultor mexicano Miguel Cabrera. Dicha imagen está colocada bajo un templete y preparada para su recorrido procesional, vestida con túnica y manto de vivos colores.
Completan el trascoro dos pilas de agua bendita de mármol genovés y dos órganos de los siglos XVII /XVII uno, y el otro del siglo XIX.
La mayoria de las obras de arte que pueden admirarse en la Catedral de Cádiz fueron realizadas en el silo XIX, debido al periodo tan largo que duró su construcción. A pesar de ello, si que podemos encontrar esculturas y pinturas de los siglos XVII y XVIII que llegaron a la Catedral procedentes de la Catedral Vieja, y de algunos conventos e iglesias gaditanos de extraordinario valor. Se conservan varios crucifijos de marfil del siglo XVII, bien de la escuela sevillana o de origen filipino.
Es digno de destacar la presencia de los trabajos realizados por Luisa Roldán, hija del tallista sevillano Pedro Roldán, y que era escultora de cámara de Carlos II. A ella se deben las las imágenes de San Servando y San Germán patronos de Cádiz, que realizó para las diferentes capillas que estos santos tienen en la Catedral. Están talladas en madera de cedro, casi a tamaño natural, y fueron encargadas y costeadas por el Ayuntamiento de Cádiz en 1687. En este trabajo también participó Luis Antonio de los Arcos, como estofador y dorador, que era esposo de Luisa. A ella misma, el Cabildo encargó las esculturas de la Catedral, realizando seis ángeles, tres virtudes teologales y cuatro cardinales, y seis profetas. A si mismo se le atribuye un Ecce Homo de cuerpo entero de la capilla de San Sebastián.
Al siglo XVIII pertenecen algunas de las imágenes del valenciano Ignacio Vergara que se encuentran en la Catedral gaditana, como son las tallas de San Antonio de Padua y San Pascual Bailón que ocupan los laterales de la capilla de San Sebastián, San Martín y San Fermín, en la capilla de la Asunción, siendo esta capilla la primera que se abrió al culto. También se le atribuye la extraordinaria Inmaculada Concepción de la capilla del Sagrario, procedente del convento gaditano de los Descalzos.
En la capilla de San Pedro encontramos una imagen del titular a tamaño natural, en mármol, del genovés Esteban Frucos. Esta imagen, junto con otra de iguales características de San Pablo, permanecieron algún tiempo en la fachada de la catedral Vieja de Cádiz.
En la capilla de Santo Tomás de Villanueva, las imágenes en mármol de Santa Clara y San Fernando, pertenecientes a José Bover, año 1856.
Las imágenes de la Virgen y San José, del barroco sevillano, del siglo XVIII obra del del escultor José Victor de los Rios, en la capilla de San Juan Bautista.
Una soberbia escultura en bronce del Corzón de Jesús, del valenciano Mariano Benlliure, se encuentra en la capilla a él destinada, realizada en 1935.
El proceso de construcción de la Catedral estuvo relacionado con las diferentes crisis económicas que vivió Cádiz por varios motivos. En los 131 años que costó dicho proceso se ve el cambio de estilos, empezando por el barroco, para continuar con el rococó y finalizando con el neoclásico, cambio propiciado por los diferentes arquitectos que fueron interviniendo en la obra en la que fueron dejando sus gustos y su estilo. Así mismo, a lo largo de todo ese tiempo, los materiales empleados también van cambiando, pasando de utilizar materiales nobles por otros de menor calidad, siempre dependiendo de los presupuestos. En el conjunto de la obra se utilizaron: mármol, piedra caliza, jaspe, cerámica amarilla, mármol italiano, mármol genovés y la tan conocida piedra ostionera, del mismo Cádiz. Todo ello, no ha perjudicado estéticamente al conjunto del templo y mucho menos a su importancia en la historia.
La Catedral de Cádiz fue un ejemplo en América para otras iglesias que se construyeron después allí, por los aparejadores y canteros que se habían formado en Cádiz.
Cuando me disponía a salir de la Catedral, mi última mirada, casi sin querer, fue para las redes que colocadas en lo alto de la nave, van recogiendo pacientemente los cascotes, que debido a una enfermedad en la piedra, siguen cayendo. Imagino, que los gaditanos, tan orgullosos y amantes de todo lo suyo, sabrán encontrar la solución a este mal. De hecho, leí este verano en un periódico de Cádiz, que se estaba elaborando un ambicioso proyecto -el Plan Director- por el arquitecto Juan José Jiménez Mata, que contempla importantes mejoras e innovaciones para todo el conjunto de la Catedral y que estaría terminado, precisamente, por estas fechas. Dicho proyecto, una vez concluido y en manos del Cabildo, daría paso a conversaciones con la Junta de Andalucía, buscando los cauces imprescindibles de financiación para llevar a cabo dicho proyecto.
Vayan desde aquí mis mejores deseos para que pueda realizarse, ya que sería beneficioso, tanto para los gaditanos, como para todos aquellos que visitando Cádiz, nos quedamos enganchados, sin saber muy bien por qué a este pedazo de tierra y a su historia.
P.D. Cuando me refiero a los "gaditanos", me estoy refiriendo a gaditanas y gaditanos. No se me olvida que estoy hablando de Cádiz, patria de nuestra flamante Ministra de Igualdad Bibiana Aido y si le da por leerme, igual se me mosquea...
Solamente me queda advertiros que este trabajo sobre la Catedral de Cádiz me ha costado bastante hacerlo. Me gusta contrastar datos que tomo principalmente en la Biblioteca y algo en Internet. Y me he encontrado con diferencias notables en cuánto a nombres, fechas y hechos determinados, por lo que ya os digo que entenderé y agradeceré cuantos datos y rectificaciones me hagáis llegar.
Maat
Continuará con El Barrio del Pópulo y La Torre de Poniente...