31 de agosto de 2007

Soneto del tiempo


Me verás sonreír, amiga mía,
con aquel gesto frívolo de antaño,
y hay un viejo dolor que me hace daño,
un dolor que me duele todavía.

Porque no en vano pasan día y día,
y día a día llegan año y año,
y el júbilo de ayer se queda huraño
de soledad y de melancolía.

No te engañes, amiga, con mi engaño:
la copa en que bebiste está vacía,
y el oro de sus bordes se hizo estaño;

y esta frágil corteza de alegría
cubre un viejo dolor que me hace daño,
un dolor que me duele todavía...

JOSÉ ÁNGEL BUESA




30 de agosto de 2007

Simil del viento


Te sentí, como el viento, cuando pasabas ya;
como el viento, que ignora si llega o si se va...

Fuiste como una fuente que brotó junto a mí.
Y yo, naturalmente, sentí sed y bebí.

Llegaste como el viento, náufraga del azar,
con tus ojos alegres entristeciendo el mar.

Y, para que la tarde pudiera anochecer,
te fuiste como el viento, que no sabe volver...

JOSÉ ÁNGEL BUESA




29 de agosto de 2007

Canción a la mujer lejana

En ti recuerdo una mujer lejana,
lejana de mi amor y de mi vida.
A la vez diferente y parecida,
como el atardecer y la mañana.

En ti despierta esa mujer que duerme
con tantas semejanzas misteriosas
que muchas veces te pregunto cosas
que solo ella podría responderme.

Y te digo que es bella, porque es bella,
pero no sé decir, cuando lo digo,
si pienso en ella porque estoy contigo
o estoy contigo por pensar en ella.

Y sin embargo sí el azar mañana
me enfrenta con ella de repente
no seguiría a la mujer ausente
por retener a la mujer cercana.

Y sin amarte más, pero tampoco
sin separar tu mano de la mía,
al verla simplemente te diría:
"Esa mujer se te parece un poco"

JOSÉ ÁNGEL BUESA


28 de agosto de 2007

Balada del loco amor



No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.

No, amor, no llegas tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde,
y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.

JOSÉ ÁNGEL BUESA











27 de agosto de 2007

Muchacha sin amor

Mira esa lenta nube, mira esa flor lozana,
mira el agua del río que murmura a tus pies...
Pero piensa en lo poco que va a quedar mañana
de todo lo que hoy ves.

Piensa que el tiempo pasa por tus manos vacías
igual que esa corriente que no vuelve jamás:
y la flor y la nube se van como tus días,
y tú también te vas.

Por eso, hunde tus manos en el agua del río,
y sonríe a las nubes y ve a cortar cortar la flor,
y llena con un sueño tu corazón vacío,
muchacha sin amor...

JOSÉ ÁNGEL BUESA

26 de agosto de 2007

Poema


Quizá te diga un día que dejé de quererte.
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
y acaso no comprendas, en esa despedida,
que, aunque el amor nos une, nos separa la vida.

Quizá te diga un día que se me fue el amor,
y cerraré los ojos para amarte mejor;
porque el amor nos ciega, pero, vivos o muertos,
nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos.

Quizá te diga un día que dejé de quererte,
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
y acaso no comprendas, en esa despedida,
que nos quedamos juntos para toda la vida!

JOSÉ ÁNGEL BUESA



25 de agosto de 2007

Canción para la esposa ajena


Tal vez guardes mis libros en alguna gaveta,
sin que nadie descubra cuál relata tu historia,
pues serán, simplemente, los versos de un poeta,
tras de arrancar la página de la dedicatoria...

Y pasarán los años...Pero acaso algún día,
o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,
abrirás la gaveta -como una rebeldía,
y leerás mi libro -tal vez como un despecho.

Y brotará el perfume de una ilusión suprema
sobre tu desencanto de esposa abandonada.
Y entonces, con orgullo, marcarás un poema...
y guardarás mi libro debajo de tu almohada.

JOSÉ ÁNGEL BUESA






24 de agosto de 2007

Poema del regreso


Vengo del fondo oscuro de una noche implacable,
y contemplo los astros con un gesto de asombro.
Al llegar a tu puerta me confieso culpable,
y una paloma blanca se me posa en el hombro.

Mi corazón humilde se detiene en tu puerta,
con la mano extendida como un viejo mendigo;
y tu perro me ladra de alegría en la huerta,
porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.

Al fin creció el rosal aquel que no crecía
y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro.
Yo también he cambiado mucho desde aquel día,
pues no tienen estrellas las noches del desierto.

Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;
pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,
mírame dulcemente, sin preguntarme nada,
y sabrás que no he vuelto...porque estaba contigo.

JOSÉ ÁNGEL BUESA




23 de agosto de 2007

Oasis

Así como un verdor en medio del desierto,
con sombra de palmeras y agua caritativa,
quizás será tu amor lo que me sobreviva,
viviendo en un poema después que yo haya muerto.

En ese canto, cada vez más mío,
voces indiferentes repetirán mi pena,
y tú has de ser entonces como un rastro en la arena,
casi como una nube que pasa sobre un río.

Tú serás para todos una desconocida,
tú, que nunca sabrás como he sabido amarte;
y alguien, tal vez, te buscará en mi arte,
y, al no hallarte en mi arte, te buscará en mí vida.

Pero tú no estarás en las mujeres
que alegraron un día mi tristeza de hombre:
Como oculté mi amor sabré ocultar tu nombre,
y, al decir que te amo, nunca diré quién eres.

Y dirán que era falsa mi pasión verdadera,
que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto;
o dirán que era otra la que canté en mi canto,
otra, que nunca amé ni conocí siquiera.

Y así será mi gloria lo que fue mi castigo,
porque, como un verdor en el desierto,
tu amor me hará vivir después que yo haya muerto,
pero cuando yo muera, tú morirás conmigo!

JOSÉ ÁNGEL BUESA











22 de agosto de 2007

Canción de un sueño


Otra vez, esta noche, vi tu mano en la mía,
otra vez, esta noche, volví a soñar contigo,
yo, que no soy tu amante ni siquiera tu amigo,
sino un hombre que pasa bajo la luz del día.

Sin embargo, en la sombra donde el tiempo no existe,
se buscan nuestras almas, no sé por qué. Y despierto
vagamente inconforme de que no ha sido cierto,
triste de una tristeza que no llega a ser triste.

Algo ocurre en la noche, pero yo no lo digo:
ni a ti, que nada sabes, ni a ti te diré nada,
pero al mirar tus ojos sabré, por tu mirada,
si también, esta noche, tu has soñado conmigo.

JOSÉ ÁNGEL BUESA


21 de agosto de 2007

Soneto lloviendo


No hace falta que llueva como llueve este día,
y, sin embargo, llueve desde el amanecer.
Si hay rosas y retoños, ¿para qué llovería?
Si ya todo florece, ¿qué más va a florecer?

Llueve obstinadamente y en la calle vacía
las gotas de lluvia son pasos de mujer.
Pero cierro los ojos y llueve todavía,
y al abrirlos de nuevo no deja de llover.

Yo sé que no hace falta que llueva, pero llueve.
Y recuerdo una tarde maravillosa y breve,
que fue maravillosa porque llovía así...

Y es tan triste, tan triste, la lluvia en mi ventana,
que casi me pregunto, dulce amiga lejana,
si no estará lloviendo para que piense en ti.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

20 de agosto de 2007

Poema del amor secreto

Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
y no puedo olvidar.

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
casi aburridamente, sobre un tema vulgar.
Puedo decir tu nombre con voz indiferente...
y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
y encontrarte cien veces, así, como al azar...
Puedo verte con otro, sin suspirar siquiera.
Y no puedo olvidar.

Ya ves: Tú no sospechas este secreto amargo,
más amargo y profundo que el secreto del mar...
Porque puedo dejarte de amar, y, sin embargo,
no te puedo olvidar.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

19 de agosto de 2007

La dama de la rosa

Los que vieron la dama luciendo aquella rosa
que era como el fragante coágulo de una llama,
no supieron decirme cuál era más hermosa:
si la rosa o la dama.


Los que vieron la dama llevar la flor aquella,
como un broche de fuego sobre su piel sedosa,
no supieron decirme cuál era la más bella:
si la dama o la rosa.

Cuando pasó la dama, fue un perfume su huella.
Nadie supo decirme si fue la flor, o ella,
la que dejó la noche perfumada.

Y yo, yo, que la tuve desnuda sobre el lecho,
yo, que corté la rosa para adornar su pecho,
tampoco dije nada.

JOSÉ ÁNGEL BUESA





18 de agosto de 2007

Canción de los amantes


Dondequiera en las noches se abrirá una ventana
o una puerta cualquiera de una calle lejana.
No importa donde o cuando....puede ser dondequiera
ni menos en otoño, ni más en primavera.

Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer
un hombre enloquecido besará a una mujer.

Tal vez nadie lo sepa...Como tal vez un día
todos irán sabiendo lo que nadie sabía.

Y para los amantes su amor desesperado
podrá ser un delito...pero nunca un pecado.

Por eso el amor pasa por las calles desiertas
y es como un viento loco que quiere abrir las puertas.

Bien saben los amantes que hay caricias que son
no una simple caricia sino una posesión.
Y que un beso...uno solo puede más que el olvido
si se juntan dos bocas en un beso prohibido.

No, un gran amor no es grande por lo mucho que dura
si se parece a un árbol reseco en la llanura.
Y los amantes saben, que sin querer siquiera
hay un amor que crece como una enredadera

Es natural que el agua de un estanque sombrío
sueñe en sus largas noches con el viaje a un río.

Y si por algo es triste la lluvia que no llueve
será porque es la lluvia condenada a nieve.

Es natural que un día comprendan los amantes
que no hay nunca sin siempre...que no hay después sin antes.
Y así brota en el alma la rebelión de un sueño
que es como un perro arisco que le gruñe al dueño.

El amor...esa estrella de una sombra infinita
aunque muera cien veces...cien veces resucita.

Y suele ser un niño de manos milagrosas
que rompe las cadenas y hace nacer las rosas.

Ya no habrá días turbios...ya no habrá noches malas
si hay un amor secreto que nos presta las alas.

Y el corazón renace con renovada fé
igual que los rosales...que no saben porqué.

Dondequiera en las noches, puede abrirse una puerta
pero...tan suavemente que nadie se despierta.

Puede ser en otoño...puede ser en verano
tanto un amor tardío...como un amor temprano.
Una mujer...un hombre...y un oscuro aposento
y allá afuera en la calle...sigue pasando el viento.
Y si en la noche hay algo queriendo amanecer
es simplemente un hombre que besa a una mujer.

JOSÉ ÁNGEL BUESA







17 de agosto de 2007

Canción de los remos


Quizás olvidaremos, pues siempre hay que olvidar
pero escucha los remos, cantando sobre al mar.
Bajo este cielo claro tu alma llega a la mía
como la luz de un faro desde la lejanía.

Así como la espuma pasará este momento
nuestra ilusión se esfuma, como la espuma al viento.
Pero en el alma sola si un gran amor la llena
hay algo de ola y hay algo de arena.

Náufrago de su espanto, piloto de su hastío
el mar canta en su canto que ya tu amor es mío.
Yo soy la vela rota que da al aire su vuelo,
y tú eres la gaviota que va a estrenar su vuelo.

Pero aún quedan futuros que yo desconocía
en tus ojos oscuros donde nunca es de día.
Aún hay algo postrero más allá del olvido
y en tu amor recupero todo lo que he perdido.

Ni digo que te quedes, ni quiero que te vayas.
Pues soy como las redes tendidas en las playas
arroyo de ternuras hazme tuyo en lo mío
llenando de agua pura mi cántaro vacío.

Ya mi voz tiene un eco, ya mi voz no se pierde.
Por eso el tronco seco retoña la hoja verde.
Y así mi vida espera la gracia de un retoño
como la primavera que ilumina un otoño.

Por eso aunque olvidemos
que siempre hay que olvidar
oye cantar los remos
sobre el dolor del mar.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

16 de agosto de 2007

Celos


Ya sólo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
Pero no olvido aquel deslumbramiento,
aquella gloria del primer momento,
al ver tus ojos por primera vez.
Y sé que, aunque quisiera,
no he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
y siento celos al pensar que un día,
alguien, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez.

JOSÉ ÁNGEL BUESA


15 de agosto de 2007

Discreto amor


Mi viejo corazón toca a una puerta,
mi viejo corazón, como un mendigo
con el afán de su esperanza incierta
pero callando lo que yo no digo.


Porque la que me hirió sin que lo advierta,
la que sólo me ve como un amigo
si alguna madrugada está despierta
nunca será porque soñó conmigo...


Y sin embargo, ante la puerta oscura
mi corazón, como un mendigo loco
va a pedir limosna de ternura


Y cerrada otra vez, o al fin abierta,
no importa si alguien oye cuando toco,
porque nadie sabrá cuál es la puerta.

JOSÉ ÁNGEL BUESA




14 de agosto de 2007

De muerte en flor


Morir de muerte en flor toda la vida,
en este sueño vertical, en este
fugaz contacto azul con lo celeste,
en esta vieja sed recién nacida...


Y volver luego con el alma erguida,
a la vez Norte y Sur, Este y Oeste,
de la propia emoción, ya en ansia agreste.
En inquietud sutil o en paz pulida.

Y resurgir de cada muerte diaria
más dueño de la vida, al ser más dueño
de esta muerte parcial y necesaria.

Y con esta cordial melancolía
de los pocos que saben cada día
morir y renacer dentro de un sueño.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

13 de agosto de 2007

Eso es todo. He vivido.

La vida que me queda puede tener do caras,
igual que una moneda: una que es de oro puro
-la cara del pasado- y otra -la del presente-
que es de plomo dorado.

Por lo demás, ya es tarde: pero no tengo prisa,
y esperare la muerte con mi mejor sonrisa,
y seguiré viviendo de la misma manera,
que es vivir cada instante como una vida entera,
mientras siguen andando, de un modo parecido,
los hombres con el tiempo y el tiempo hacia el olvido.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

12 de agosto de 2007

La dama de las perlas

Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,
de esas que no se tocan por temor a romperlas;
pero sólo en tu cuello pudieron valer tanto
las burbujas de nieve de tu collar de perlas.

Y más, aquella noche de amor satisfecho,
del amor que eterniza lo fugaz de las cosas,
cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho
y el rubor te cubría con un manto de rosas.

Yo acaricié tus perlas sin desprender su broche,
y las vi como nadie nunca más podrá verlas,
pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche,
vestida solamente con tu collar de perlas.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

11 de agosto de 2007

Alegoria del río seco


Es triste la tristeza de este cauce vacío,
con árboles sin sombra muriendo en sus orillas;
y, como si lloraran por la ausencia del río,
son lágrimas de oro sus hojas amarillas.

Los bordes de este cauce son los labios de un viejo
que aprendió la amargura de besar en la frente;
y, como el marco inútil donde brilló el espejo,
hay algo que nos mira tras su reflejo ausente.


Es triste la tristeza de este cauce vacío,
triste como las canas de un hombre sin mujer,
porque el cauce es la inmensa desolación de un río
que se convierte en surco, sin lograr florecer...


A veces, en otoño, la lluvia persistente
llena la zanja seca con sus aguas sin brío,
y el cauce desolado tal parece que siente
la fugaz alegría de volver a ser río.


Hoy su propio silencio tiene una voz ajena,
y ayer, cantando el canto de las aguas felices,
olvido la asechanza de la sed de la arena
y el misterioso instinto que alarga las raíces.

Y, ante este gran cadáver que lucha con lo inerte,
en su terca esperanza rebosante de fe,
se diría que el cauce no comprendió su muerte
y se quedó esperando el agua que se fue.

JOSÉ ÁNGEL BUESA






10 de agosto de 2007

Desafío al otoño




Soñar es ver la vida de otro modo,
y es olvidar un poco lo que es.

Un sueño es casi nada y más que todo;
más que todo el soñarlo... Casi nada después.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

9 de agosto de 2007

El hijo del ensueño



Un hijo...¿Tú sabes, tú sientes que es eso?
Ver nacer la vida del fondo de un beso,
por un inefable milagro de amor,
un beso que llene la cuna vacía,
y que ingenuamente nos mire y sonría:
un beso hecho flor...

Un hijo...!un fragante, fuerte y dulce lazo!
Me parece verlo sobre tu regazo
palpitando ya:
y miro moverse con pueril empeño
las pequeñas manos de nuestro pequeño,
como si quisiera sujetar el sueño
que llega y se va...

En el agua fresca de nuestras ternuras
mojará las alas de sus travesuras
como una paloma que aprende a volar:
y será violento, loco y peregrino,
y amará igualmente la mujer y el vino,
y el cielo y el mar.

Con la sed amarga de la adolescencia
beberá en la fuente turbia de la ciencia;
y, tierno cantor,
irá por el mundo, con su lira al hombro,
dejando un reguero de rosas de asombro
y un áureo fulgor...

Cruzará al galope la árida llanura,
pálido de ensueño, loco de aventura
y ebrio de ideal;
y, en su desvarío de viajes remotos,

volverá algún día con los remos rotos,
trayendo en los labios un sabor a sal.

Caminante absurdo de caminos muertos,
pasará su sombra sobre los desiertos,
en una infinita peregrinación;
y su alucinada pupila inconforme
verá en su destino grabada una enorme
interrogación.

Pero será inútil su tenaz andanza,
persiguiendo un sueño que jamás se alcanza...
Y ha de ser así,
pues no hallará nunca, como yo, la meta
de todas sus ansias de hombre y de poeta;
porque en las mujeres de su vida inquieta
no hallará ninguna parecida a ti...

Que tú eres la rosa de una sola vida,
la rosa que nadie verá repetida,
porque al deshojarse secará el rosal;
y, como en el mundo ya no habrá esa rosa,
él irá en su larga búsqueda infructuosa,
en pos de una igual.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

8 de agosto de 2007

Elegía


Golondrina del alba sombría,
mariposa del alba radiante:
Cuánto puede durar un instante,
un instante de noche en el día.

Yo, que supe ignorar tantas cosas,
ahora sé que jamás nos veremos,
pues te fuiste empuñando los remos,
en tu barca cubierta de rosas.

Ahora sé la verdad de la tierra,
que florece aunque nadie la labre,
y la puerta de luz que se abre
si una puerta de sombra se cierra.

Ahora sé que la noche no miente
cuando deja caer su rocío:
Fue un rosal a la orilla de un río,
y quizás lo arrastró la corriente...

Y te fuiste, luciérnaga loca,
golondrina del alba sombría,
con el tibio sabor de tu boca,
!de tu boca que nunca fue mía!
JOSÉ ÁNGEL BUESA

7 de agosto de 2007

Nocturno VII


Ahora que ya te fuiste, te diré que te quiero.
Ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.

Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,
y un amor tempestuoso que no puede durar.
Acaso aquella noche no quise retenerte...
Y ahora estoy recordándote, a la orilla del mar.

Tú, que nunca supiste lo que yo te quería,
quizás entre otros brazos lograrás olvidar...
Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.

El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,
y el viento de la noche lo repite al pasar.
Quizás en este instante tú besas a otro hombre ...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...

Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...

JOSÉ ÁNGEL BUESA


6 de agosto de 2007

El gran amor


Un gran amor, un gran amor lejano
es algo así como la enredadera
que no quisiera florecer en vano
y sigue floreciendo aunque no quiera.

Un gran amor se nos acaba un día
y es tristemente igual a un pozo seco,
pues ya no tiene el agua que tenía
pero le queda todavía el eco.

Y, en ese gran amor, aquel que ama
compartirá el destino de la hoguera,
que lo consume todo con su llama
porque no sabe arder de otra manera.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

5 de agosto de 2007

Asi verte de lejos

Así, verte de lejos, definitivamente.
Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
Así, como el agua que brota de una fuente,
aquellos bellos días ya no pueden volver.

Así, verte de lejos y pasar sonriente,
como quien ya no siente lo que sentía ayer,
y lograr que mi rostro se quede indiferente
y que el gesto de hastío parezca de placer.

Así, verte de lejos, y no decirte nada
ni con una sonrisa, ni con una mirada,
y que nunca sospeches cuánto te quiero así.

Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
la noche entera es corta para soñar contigo
y todo el día es poco para pensar en ti.

JOSÉ ÁNGEL BUESA

4 de agosto de 2007

Amor tardío


Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.

Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya s deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;

pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...

JOSÉ ÁNGEL BUESA

3 de agosto de 2007

Se deja de querer


Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer:
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber de pronto que cosa se nos fue.

Se deja de querer, y es como un río
cuya corriente fresca ya no calma la sed;
como andar en otoño sobre las hojas secas,
y pisar la hoja verde que no debió caer.

Se deja de querer, y es como el ciego
que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;
o como quien despierta recordando un camino,
pero ya sólo sabe que regresó por él.

Se deja de querer, como quien deja
de andar por una calle, sin razón, sin saber;
y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, ya al recogerlo, se evapore también.

Se deja de querer, y es como un viaje
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa,
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.

Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

Se deja de querer, y es como el libro
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel.

Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer...

JOSÉ ÁNGEL BUESA

2 de agosto de 2007

¿Educar?

Os voy a relatar algo que presencié hace unos días y, que llamó especialmente mi atención..
Era por la tarde. Tenía que realizar varias compras y me dirigí a un centro comercial. Cuando aparqué mi coche, me dí cuenta que, al lado mismo y en la parte trasera de su vehículo había una chica de unos 30 años que intentaba bajar de su sillita a un crío que tendría 3 añitos más o menos. El crío, no es que no quería bajar, es que además "pasaba" de todas las reflexiones que con toda la paciencia del mundo le estaba haciendo la que deduje, era su mamá. El angelito, cogido a su volante amarillo, seguía "conduciendo" sin tan siquiera dirigirle una mirada a la joven. Sentí curiosidad por ver como terminaba el tema, e hice un poco de tiempo para bajar de mi coche. Con esta joven, había una señora, seguramente una abuela del niño. Cuando vio que para la mamá el tema se había convertido en una "misión imposible", tomó cartas en el asunto. Se metió prácticamente en la parte trasera del vehículo y sacó al niño de su tozudez. No sé que fue más rápido, si que depositara a ese pequeño bribón en el suelo o que este le propinara una sonora patada en la espinilla a su querida abuela.Y digo sonora, porque yo oí el ruido desde mi coche...tal cual. En ese momento, la abuela tuvo una reacción ¿lógica?, y era el culete del niño. Hacia allí se dirigía una buena palmada cuando la joven, cogiendo del brazo a la señora, le dijo: no, no, ahora es cuando hay que cantarle la canción....y cogiendo una mano del niño -que miraba desafiante a las dos mujeres- comenzó a cantar una canción, a la vez que conseguía que el niño, como un solo hombre, encaminara sus pasos hacia una de las entradas del centro comercial al son de esa música milagrosa... Yo, no sé que cara tendría en ese momento, pero la de la abuela era todo un poema. Para entonces, yo ya había salido de mi coche y por unos segundos nuestras miradas se cruzaron. Lógicamente no nos dijimos nada. Tampoco hizo falta. Eramos "cómplices" totales en ese momento. Imaginé como se sentiría cuando comenzó a seguir los pasos de la joven...
Por la noche, cenando, le comenté a mi esposo el suceso:
-¿Te imaginas lo que tendremos que hacer nosotros cuando seamos abuelos?-
Que pena me ha dado esa abuela. Y la mamá, me ha dado toda la ternura del mundo. Sin duda está siguiendo "algunas directrices" de cara a la educación de ese niño...Pero la relación patada-canción, no me cuadra nada. Lo que se dice nada.
Mi esposo, que es por encima de todo muy práctico, poniéndo una mano sobre mi brazo me dijo...
-No te agobies antes de hora.Cuando llegue el momento, haremos lo que tengamos que hacer-
-!Como siempre!, apostillé......¿o no?

MAAT



Mía

Mujer soñada: Ya tú eres mía...
Ya tú eres mía, como las rosas
son del rosal, y el Sol, del día...
Todos los seres, todas las cosas,
me están diciendo que ya eres mía...

¿No oyes el canto que alza el jilguero,
revoloteando sobre el alero,
vertiendo a chorros su melodía?
Es que él bien sabe cuanto te quiero;
es porque sabe que ya eres mía...

¿No sientes cómo la mano blonda
del Sol oculto tras de la fronda
te unge del oro tibio del día?
Es que el Sol sabe también cuán honda,
cuán dulcemente ya tú eres mía...

¿No ves la lluvia-que canta ahora-,
regando perlas? Ya ella no llora
con infinita melancolía,
y es que la lluvia tampoco ignora
que ya eres mía...

¿No ves los juegos que entre las rocas
las mariposas juegan airosas,
en una móvil policromia?
Es porque saben las mariposas
que ya eres mía...

¿No estás sintiendo que dulcemente
la fresca brisa besa tu frente
y alarga el beso sobre la mía?
Es que ella sabe cuán hondamente
ya tú eres mía...

¿No ves las noches ahora más bellas?
Es que han surgido nuevas estrellas,
y entre relámpagos de pedrería,
decir parecen que saben ellas
que ya eres mía...

¿No oyes al río, que descendiendo
por los barrancos, calma su estruendo
y se hace ahora blanda armonía?
¿No te parece que va diciendo
que ya eres mía?

Mujer soñada: Ya tú eres mía,
ya tú eres mía como las rosas
son del rosal, y el Sol del día.
Todos los seres, todas las cosas,
-ríos, estrellas y mariposas-,
oyen el himno de mi alegría,
y hay más perfumes, porque hay más rosas,
desde que puedo llamarte mía...

JOSÉ ÁNGEL BUESA

1 de agosto de 2007

Último amor


Yo andaba entre la sombra cuando como un fulgor
llegaste tú de pronto con el último amor.
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
para reconocerte, para saber quien eras.

Y eras la misteriosa mujer desconocida,
que entristeció de ensueño lo mejor de mi vida.
La de las tardes grises y los claros de luna,
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.

Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
lo mejor de mi vida será morir contigo.
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
que así como llegaste, pudieras irte un día.

Lo he pensado eso es todo. Pero si sucediera...
Dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
Y cuando te hayas ido...yo que nunca me quejo,
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.

Pero si me muriera sin poder olvidarte
y después de la muerte se llega a alguna parte,
preguntaré si hay sitio para mi junto a ti,
y Dios seguramente responderá que sí.

JOSÉ ÁNGEL BUESA