27 de septiembre de 2012

Este jueves, un relato: Mirada retrospectiva


Esta semana, la idea de Pepe sobre el tema del relato juevero me ha causado una placentera sensación. De un tiempo a esta parte, he observado que en mi circulo más próximo evocamos con cierta frecuencia vivencias del pasado que hemos tenido la suerte de compartir. No dudo que es fruto de la edad, porque no quiero creer que son épocas que echamos de menos. ¿O si?

Hay días que incluso mentalmente me comparo con aquel gracioso personaje: el abuelo Cebolleta, cuando me apasiono relatando ciertas vivencias que el tiempo ha ido transformando en entrañables. Seguramente alguno de vosotros lo recordará.  Celebridad que cobró vida en el TBO de la mano de Manuel Vázquez allá por los años cincuenta y que nos deleitó con sus divertidas peripecias familiares hasta entrados lo setenta.


Buscando entre mis recuerdos un hecho que traeros a través de mi relato he seleccionado una imagen de mi familia que me encanta rescatar del "disco duro".

Era algo tan sencillo como ayudar a mi madre en sus quehaceres culinarios. Y una de esas ayudas, tomaba forma una noche a la semana, justo el día antes de que nos preparara para comer sus exquisitas lentejas.

Era un perfecto ritual. Una vez retirados de la mesa todos los restos de la cena, mi madre colocaba un mantel especial para la selección de las lentejas. Depositaba en la mesa un cacharo con agua para ir zambulléndolas  y de la pequeña tinaja color amarillo veteada en verde, sacaba 12 medidas de las legumbres que iba amontonando en el centro de la mesa. Disponía un  cuenco pequeño para ir depositando las molestas piedrecillas que se escondían entre los diminutos discos pardos, y que no se nos podía escapar ninguna. Esa era la misión encomendada.

Era un trabajo para las mujeres de la casa. Mi padre nos observaba desde su butaca,  mientras picaba sus puros caliqueños que le llegaban de contrabando-nunca supimos a través de quien-y que convertía con maestría envidiable en los cigarrillos que consumiría a lo largo del día siguiente. A su lado, mi hermano, trajinaba con una sufrida caja de puros que al final logró convertir en una radio, llegando a sintonizar nada menos que emisoras de habla francesa.

La única que intentaba escaquearse y la mayoría de las veces lo conseguía era mi hermana Pilar que se perdía en el cuarto de baño con la excusa de desmaquillarse y embadurnarse el rostro con sus potingues, tarea que consideraba mucho más atrayente que la de las lentejas.

Eran momentos únicos. Se hablaba de lo acontecido durante el día, de los proyectos para el día siguiente. Cantábamos, reíamos...Disfrutábamos en familia de cosas aparentemente intrascendentes que nos hacía sentirnos felices. Asi. Sencillamente felices...

Gracias, Pepe, por esta mirada retrospectativa a la que nos has conducido.

Lupe

Más miradas en el blog de Pepe

20 de septiembre de 2012

Este jueves, un relato:Teatro, máscaras y apariencias.


Llevaba demasiado tiempo interpretando un papel que no era el suyo. Y se esforzaba en seguir fielmente el guión que los demás escribían para ella. Pero el peso interior que iba acumulando era ya tan agobiante que, decidida, intentó en más de una ocasión quitarse la máscara y mostrarse tal cual era en el momento preciso que ella comprendía que debía hacerlo. Tan acostumbrado tenía a su entorno a la docilidad impuesta, que no aceptaban sus tímidos cambios y se lo hacian saber sin la más ligera contemplación. Necesitaba sentirse querida y, conseguirlo, le costaba un precio muy caro. Cada vez con más asiduidad le resultaba muy costoso fingir para agradar, soportar las renuncias que se le generaban entre bastidores,  en su afligida alma. Y lo que era peor.  No comprendía el origen de ese sentimiento, esa necesidad apremiante de que le quisieran...

Una tarde, sentada junto al lecho de su octogenaria madre a quien la vida se le escapaba por momentos, recibió una confidencia que marcaría un antes y un después en su existencia. A modo de desahogo y, quizá, intentando limpiar su conciencia antes de emprender el último viaje, la anciana confesó a su hija el enorme disgusto que sintió cuando ésta,  dio sus primeros avisos de que venía en camino. Tan de improviso llegó y en tan mal momento que, incluso, intentó con métodos caseros interrumpir su vida. Sencillamente no la querían...

Desde entonces, lucha incansablemente por encontrar su sitio en este gran teatro que es la vida. Intenta huir   de utilizar incómodas máscaras que la desfiguran y se esfuerza para que se desvanezcan ciertas apariencias que de vez en cuando adopta y para nada van con ella. Quiere ser integra, mostrarse tal cual es, encontrar el gran papel de su vida, pero el que ella misma escriba...

Sigue sintiendo nerviosismo cada vez que el telón está a punto de subir. De mostrarse frente al público que, desde el patio de butacas, espera ser complacido con la representación

Aunque para ella, cada día con más fuerza, lo más importante va siendo que, cuando caiga el telón, se escuche  tan solo un  efusivo y espectacular aplauso. El suyo. 

Lupe

Más teatros, máscaras y apariencias en casa de Neo





17 de septiembre de 2012

Cuando estemos viejos...


Cuando estemos viejos
y el paisaje se nos haga pequeño.
Cuando el sol del invierno
acaricie nuestros rostros
y broten en nosotros los recuerdos.

Cuando estemos viejos
y tiemblen mis manos en las tuyas.
Cuando nos falte el llanto y la risa
de estos diablillos que estarán lejos...

Cuando estemos viejos, cuando estemos solos
cuando no haya nada y nos duela todo.
Cuando sólo exista la casa vacía
y anden en silencio tu sombra y la mía.

¡Nos querremos tanto¡
que nuestro cariño
llenará la ausencia
 de nuestros queridos  hijos.

Cuando estemos viejos
yo te prometo amor mío,
serán nuestros días, llenos de ternura
y nuestras horas, llenas de dulzura.

Andaremos juntos, viejitos inquietos
las cuatro estaciones, de un mundo de miedos..
Y verás mi vida, que miente el espejo
pues seremos amantes novios
cuando estemos viejos...

(Desconozco el autor)



12 de septiembre de 2012

Los martirizados autónomos






Una de mis aficiones mañaneras es consultar los santos del día. El tesoro de nombres que guarda la Iglesia Católica en su santoral es muy extenso. Mucho. Me divierte descubrir nombres-para mí curiosos- de épocas  tan remotas en el tiempo. Épocas que tan dificil se hacia ser católico y aún más reconocerlo publicamente. Muchos de esos santos, han pasado a serlo después de sufrir persecución y muerte, convirtiéndolos en mártires, además de santos.

El que he descubierto esta mañana me ha impresionado gratamente. Nada menos que hoy se celebra la festividad de San Autónomo. Ni que decir tiene que me he zambullido en busca de su biografia, pero poca cosa he encontrado. Ahora se que nació en Italia  y que allí recibió el episcopado. Pero que el Emperador romano Diocleciano, conocido por Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto,  le complicó la vida, ordenando su persecución y muerte. Autónomo, sabiéndose perseguido, se refugió en Bitinia (hoy Turquia) y un mal día-o bueno, vaya usted a saber- en plena mesa de trabajo, (con el mayor de mis respetos al lugar) o sea, en plena celebración de una Misa oficiada por él, es asesinado. Era un 12 de Septiembre de un año por determinar...

Mira por donde, nuestros sufridos autónomos, tienen un santo patrón a quien dirigir sus plegarias. 

En pleno siglo XXI siguen habiendo emperadores que "persiguen" a muchos autónomos, ignorándoles-a excepción de la hora de recaudar sus impuestos- ninguneo  que se ha convertido en un insufrible martirio. Comparto ¿vida? con un autónomo. Hace algo más de 25 años que, desde las filas del paro, se lanzó a una aventura empresarial  con tres compañeros de trabajo. Si hubiera cobrado por horas, tendríamos nuestros ahorros en paraísos fiscales. Pero nos hemos ido conformando con un sueldo que nos ha permitido comer todos los días, darle una carrera a nuestro hijo, disfrutar de un viaje organizado en vacaciones y...poco más.

Pero no me quejo. Y hoy, con la que está cayendo, menos. A lo largo de todos estos años, muchas son las empresas para las que ha trabajado "mi autónomo" que han ido cerrando sus puertas. Algunos de esos empresarios se han convertido en verdaderos amigos suyos y ha sufrido con ellos la derrota de tener que bajar la persiana para siempre. 

Conforme pasan los días, mi esposo y sus socios trabajan cada vez más horas, duermen menos y, afortunadamente, aún les mueve la ilusión con la que empezaron su hazaña. Ilusión que está bastante mermada, gracias a los emperadores mediocres de la poltrona que saben muy bien a que autónomos conceder sus favores.

Y en esa estamos. 


Espero que San Autónomo entienda el símil que su nombre me ha inspirado. Y desde luego, no me atrevo a solicitarle ninguna clase de favor ni intercesión. Esto no lo arregla ni el mismísimo cielo.

Lupe
 

 

8 de septiembre de 2012

Alberto

En mi anterior entrada os contaba que marchaba hacia tierras extremeñas para conocer al último miembro de mi familia, Alberto. Esta imagen suya, la tomé a través del cristal de la UCI, donde permaneció varios días luchando con las complicaciones de salud con las que llegó al mundo y que nos tuvieron en vilo a toda la familia. A pesar de no estar bien alimentado por problemas en la placenta desde el 5º mes de gestación, de sus 45 centímetros y de su 1'800 kilos de peso, Alberto ha luchado por vivir y nos está demostrando que, a pesar de todo, es un chico fuerte. Ya ha cumplido 54 días y alcanzado 3'300 kilos de peso. Poco a poco ha ido remontando un problema que tenía en sus pequeños pulmones y a día de hoy, una ligera anomalia en su corazón va restañándose. Le queda un estudio oftalmológico para cuando sea "más mayor", que esperamos sea satisfactorio o de fácil solucción.
 
Mi sobrina Mari Carmen, su mamá, como creyente, ha invocado ayuda y protección a la Virgen de Gudalupe y cada domingo lleva hasta el altar del Monasterio donde se venera dicha Virgen a Alberto, para que les ayude a salir del atolladero en el que la vida les ha envuelto. Sin duda, les va escuchando...

Especialmente este 8 de Septiembre les tengo más presente que nunca en mi pensamiento, pues  se celebra la festividad de la Virgen de Guadalupe y, seguro que, la visita de hoy al Monasterio  habrá sido muy emotiva. Por una lado, agradecer los logros conseguidos y, por otro, seguir orando por el futuro más inmediato de Alberto.

Ha sido un mes de Agosto intenso a nivel familiar y, en cierta forma, muy difícil de vivirlo.La abuela de Alberto, mi hermana mayor, también está luchando por vivir. Está luchando contra una enfermedad que ya había vencido en una ocasión y que, ahora, justo un poco antes de la llegada de su nuevo nieto, reapareció. Pero esta vez, también va a ser vencida.  Tienen a la Virgen de Guadalupe de su parte. Así lo creen ellas (madre e hija) y asi lo deseamos todos cuantos les queremos.  

Lupe