27 de octubre de 2008

Acuerdate de mí


Cuando tiendas tu vista por las cumbres
de esas sombrías y gigantescas sierras
que estas tierras separan de esas tierras,
acuérdate de mí;
que yo también, cuando los ojos fijo
en esas altas moles silenciosas,
me paro a meditar en muchas cosas...
¡ y a recordarte a ti !

Cuando hondas ansias de llorar te ahoguen
cuando la pena acobardarte quiera,
resígnate al dolor con alma entera
¡ y acuérdate de mí !
que yo también cuando en el alma siento
algo que me sube a la garganta,
¡ sé resignarme con paciencia tanta,
que te admira a ti !

Cuando te creas en el mundo solo
y juzgues cada ser un enemigo,
¡ acuérdate de Dios y de este amigo
que te recuerda a ti !
Y esa doliente soledad sombría
poblárase de amor en un instante
si en Dios llegas a ver un Padre amante,
¡ y un buen hermano en mi !

Si del trabajo la pesada carga
y lo áspero y lo largo del camino
te hicieran renegar de tu destino,
¡ acuérdate de mi !
Porque soy otro hijo del trabajo
que, sin temor a que la senda es larga,
llevando al hombro, como tú, mi carga,
¡ voy delante de ti !

Si del demonio tentación maldita
o el mal consejo del amigo insano
te pusieran al borde del pantano,
¡ acuérdate de mi !
Y piensa un poco lo que tú perdías
y piensa un poco lo que yo sufriera
si donde otros se hundieron, yo te viera
¡ también hundirte a ti !

Y si te cierra la desgracia el paso
sin llegar a la hermosa lontananza
donde tú tienes la esperanza,
¡ acuérdate de mi !
¡ Acaso yo tampoco haya llegado
donde me dijo el corazón que iría!
¡ Y esta resignación del alma mía
te dan un ejemplo a ti !

Si vacila tu fe (Dios no lo quiera)
y vacila por débil o por poca,
pídele a Dios que te la dé de roca,
¡ y acuérdate de mi !
que yo soy pecador porque soy débil,
pero hizo Dios tan grande la fe mía,
que, si a ti te faltara, yo podría
¡ darte mucha fe a ti !

JOSÉ M. GABRIEL Y GALÁN





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