LA PRIMERA VEZ QUE...vi la nieve.
Esa mañana, al salir de mi habitación, noté en casa un ajetreo inusual. Nada más verme, mi hermana Pili me puso al corriente de lo que ocurría:
-¡Esta noche ha nevado! ¡Las calles están cubiertas de nieve!
Permanecí inmóvil en el comedor viendo como mis tres hermanos se preparaban para acudir a sus respectivos trabajos. Entraban y salían de sus habitaciones entusiasmados con la idea de encontrarse ya en la nieve. Calzados con botas de agua y provistos de abrigos, bufandas y guantes, los vi marchar- con cierta envidia- a vivir su aventura blanca.
Intenté salir al balcón para contemplar la inesperada visitante, llegada mientras dormíamos, pero una gran señal acústica materna de prohibido el paso me lo impidió.
-¡Ni se te ocurra salir al balcón en camisón, no vayas a enfriarte...!
Y, sin darme tiempo a reaccionar, prosiguió:
-Hoy no irás al colegio. Seguro que con esta nevada las clases se han suspendido...
Y, diciéndome esto, dejó el vaso de Cola Cao y mis tostadas con mantequilla encima de la mesa.
Creo que fue el día de mi vida que más rápido desayuné. Una vez vestida "convenientemente" para poder salir al exterior, sólo faltaba peinarme. Nunca había controlado lo que le costaba a mi progenitora hacerme cada mañana las trenzas. Pero esa vez me pareció que empleaba demasiado tiempo en la tarea.
¡Por fin podía salir al balcón! El panorama que avisté fue espectacular. Un gran manto blanco cubría toda la calle, surcada a su vez por dos gruesas líneas negras que el paso del tranvía había dibujado justo en el centro de la calzada. Sobre las hojas de los árboles, cientos de copos de nieve creaban figuras extrañas, dependiendo del tamaño de las mismas. Y los pájaros no revoloteaban entre las ramas como solían hacer cada mañana. Acaricié la capa blanca en la que se había convertido la barandilla de mi balcón. No era tan fría como creía, a pesar de que mis dedos terminaran por quedarse insensibles...
La verdad, no sé que me impresionó más, si el ver por primera vez la nieve tan cerca o contemplar a la mayoría de mis amigos jugando con la recién llegada. Sus minúsculos gorros de colores contrastaban con el blanco que había invadido cada rincón del entorno y nunca unas risas y muestras de alegría me habían causado tanta tristeza. Ni los generosos lagrimones que acudieron a mis ojos ablandaron a mi madre.Yo, no podía bajar a la calle. Y punto.
Recuerdo que abandoné el balcón. El orgullo de que mis amigos no me vieran llorar y la desdicha de no poder bajar a jugar a la calle, como ellos, pudieron más que el hecho de contemplar aquella visión casi fantástica...
Es una de las imágenes más tristes que, con toda nitidez, conservo de mi infancia:
La primera vez que vi la nieve y... no pude jugar con ella.
Maat
-¡Esta noche ha nevado! ¡Las calles están cubiertas de nieve!
Permanecí inmóvil en el comedor viendo como mis tres hermanos se preparaban para acudir a sus respectivos trabajos. Entraban y salían de sus habitaciones entusiasmados con la idea de encontrarse ya en la nieve. Calzados con botas de agua y provistos de abrigos, bufandas y guantes, los vi marchar- con cierta envidia- a vivir su aventura blanca.
Intenté salir al balcón para contemplar la inesperada visitante, llegada mientras dormíamos, pero una gran señal acústica materna de prohibido el paso me lo impidió.
-¡Ni se te ocurra salir al balcón en camisón, no vayas a enfriarte...!
Y, sin darme tiempo a reaccionar, prosiguió:
-Hoy no irás al colegio. Seguro que con esta nevada las clases se han suspendido...
Y, diciéndome esto, dejó el vaso de Cola Cao y mis tostadas con mantequilla encima de la mesa.
Creo que fue el día de mi vida que más rápido desayuné. Una vez vestida "convenientemente" para poder salir al exterior, sólo faltaba peinarme. Nunca había controlado lo que le costaba a mi progenitora hacerme cada mañana las trenzas. Pero esa vez me pareció que empleaba demasiado tiempo en la tarea.
¡Por fin podía salir al balcón! El panorama que avisté fue espectacular. Un gran manto blanco cubría toda la calle, surcada a su vez por dos gruesas líneas negras que el paso del tranvía había dibujado justo en el centro de la calzada. Sobre las hojas de los árboles, cientos de copos de nieve creaban figuras extrañas, dependiendo del tamaño de las mismas. Y los pájaros no revoloteaban entre las ramas como solían hacer cada mañana. Acaricié la capa blanca en la que se había convertido la barandilla de mi balcón. No era tan fría como creía, a pesar de que mis dedos terminaran por quedarse insensibles...
La verdad, no sé que me impresionó más, si el ver por primera vez la nieve tan cerca o contemplar a la mayoría de mis amigos jugando con la recién llegada. Sus minúsculos gorros de colores contrastaban con el blanco que había invadido cada rincón del entorno y nunca unas risas y muestras de alegría me habían causado tanta tristeza. Ni los generosos lagrimones que acudieron a mis ojos ablandaron a mi madre.Yo, no podía bajar a la calle. Y punto.
Recuerdo que abandoné el balcón. El orgullo de que mis amigos no me vieran llorar y la desdicha de no poder bajar a jugar a la calle, como ellos, pudieron más que el hecho de contemplar aquella visión casi fantástica...
Es una de las imágenes más tristes que, con toda nitidez, conservo de mi infancia:
La primera vez que vi la nieve y... no pude jugar con ella.
Maat
25 comentarios:
Hola Maat,
Es una delicia leerte. Me gusta la forma que tienes de narrar historias...
Siento que aquella niña no pudiera jugar con la nieve,..., pero me ha conmovido enormemente "como" lo has contado. El término "señal acústica materna" me ha hecho sonreír.
Precioso...
Un abrazote muyyyyy grande.
Buen fin de semana.
Pobreta Maat y con lo rara que es de ver en tu tierra. Que pena.
Las madres a veces somos tan celosas de preservar a los hijos que no nos damos cuenta de que en vez de hacer un bien, hacemos justamente lo contrario.
Un beso
Maat, casi casi coincidimos en esta primera vez con la nieve! Estuve a punto de escribir sobre eso y despues me decidí por otra historia.
Me impresionó tanto como a vos, pero yo si bajé a tocarla y a jugar con ella, de madrugada, mi padre casi me mata!
Hermoso recuerdo
un abrazo
Que pena que no te dejaran bajar a jugar con la nieve.
Con lo bien que te lo hubieras pasado, aunque cogieras un catarro.
Antes, de pequeños, nos prohibian ciertas cosas que no tenian una explicación racional, pero a ver quien era el guapo que desobedecia.
Hoy en dia,seguramente hubieras bajado a jugar con la nieve.
Besitos
Pobrecita Maat. No te preocupes. Todos tenemos muchas instantáneas en nuestra mente, de cierta tristeza. Pero pueden mucho más las de gran alegría.
Un buen relato, amiga.
Un beso
El relato bellísimo, la sensación que me ha quedado es hacerme una pregunta ¿habré sido demasiado protector con mis hijos?
Haces reflexionar con tus palabras.
Saludos.
Manolo
Te entiendo, a mi también me encantó. La pena es que no pudieras jugar con ella.
Un abrazo
esa "señal acústica" que te impidió disfrutar de esa primera nieve....!!
Yo no tuve esa experiencia aún, así que cuando me toque vivirla me acordaré de vos. NO: MEJOR QUE ESO: te llamo y la vivimos juntas como si fuera tu primera vez, y nos quedamos en la calle jugando con la nieve por fin, si?
Qué pena no poder revolotear entre la nieve, hacer bolas, juguetear con ellas con tus amigos..Eso hubiera sido toda una delicia para esa niña de trenzas largas que aquel día que descubrió que podía nevar y la belleza que contenía esa acción metereológica se quedó sin poder "tocarla".
Muy bien relatado Maat, me ha encantado. Un beso de blanca inocencia.
vaya que severidad la de tu madre, no dejar jugar a un niño con la nieve es como enseñarle un caramelo y decirle que no se lo puede comer... supongo Maat que sus razones tendria pero a ti te puso triste. Narrando eres unica, transmites muchas emociones me gustan mucho tus textos
La nieve, que bello recuerdo...
Fué alla por el año 62 cuando la ví por primera vez. blanca, húmeda y fría.
Al contrario que a tí, a mí si me dejaron bajar a la calle. Pude hundirme y revolcarme en ella.
Tu tierno relato me ha transportado de nuevo a ese momento.
Un beso de nieve blanca
Realmente fue una pena. Muy bonito relato. Un saludo.
Maat cariño, cuanto siento que no pudieras bajar a jugar, e leido y reeleido tu relato, esperando encontrar la respuesta por la que no te dejaron bajar, o era la ilusión de encontrar un final feliz. Me ha encantado. Un saludo.
HOLA¡¡
HRMOSO RELATO, VENGO A LEERTE DESDE ARDILLITA, TAMBIEN PARTICIPO DESDE UNO DE MIS BLOG, Y ACA DONDE VIVO, NEVO HACE DOS AÑOS POR PRIMERA VEZ, Y COMO COSA INUSUAL ,POR LO TANTO TE ENTIENDO LO QUE ES NO PODER DISFRUTARL ESE MOMENTO YO POR SUERTE, LO PUDE VIVIR¡¡
UN ABRAZO Y HASTA OTRO ENCUENTRO
Precioso relato, supongo que la señal acústica materna tendria una buena razón aunque no la entendieras en ese momento, o puede que sólo sea que a veces los padres nos confundimos aunque intentamos hacerlo lo mejor que podemos.
Un beso de Mar
Jo, que penita lo tuyo. La verdad es que la primera vez que se ve la nieve es un momento mágico, lástima que el tuyo solo lo fuese a medias.
Un buen relato.
Saludos
Cierto, es un acontecimiento familiar despertarse bajo el manto de nieve. Sin duda se trata de un día excepcional para aquellos que nos visita la nieve de vez en cuando. Recuerdo que acaba siempre resfriado, con fiebre y dolor de garganta, pero qué importaba ante la virginidad más blanca.
Precioso y evocador recuerdo, Maat.
Bikiños
Qué triste!...por qué no te dejó bajar tu madre? estabas muy enferma?...a mi prima le pasó exactamente eso. Justo estaba enferma y en cama la primera vez que vió nieve...pero fue mucho peor...porque por estos sitios no nieva nunca!!!!!!1...para ser más exactos y siguiendo las estadísticas "una vez cada setenta y cinco añosssssssssss" jajjaja...pobre! tenía quince y se perdió la muy probable "única vez en su vida" que nevaría en su ciudad!!!! jejejej.
Tu relato me encantó, nos mostró mucho de esa particular tristeza "envidiosa" que nos produce ver la fiesta y no estar invitados! jejjeje.
Muy bueno!
nos vemos!
Maat, guapa...que lástima que no pudieras disfrutar de esa delicia de la naturaleza.
Seguro que ahora tú, con tus hijos, lo harás la primera, verdad?
La verdad es que tienes razón...la nieve es preciosa, cuando cubre...
Te has fijado alguna vez, en cuando te cae un copo encima de la ropa, la forma que tiene su estructura? La estrella de la nieve?
Eso si que es hermoso!!!!
te elicito por tu aportación a Sábados Literarios. Una ternura de recuerdo.
Un beso enorme con estrellas de nieve!!!
La nieve cuando eres niño la disfrazas de juego, es como la masa de la "plastelina", aunque fría eso si, las inoportunas nieves, donde yo vivo, suelen ser algo incómodas para los adultos en lo que se refiere a carreteras, accesos, pero reconozco que a los pequeños les alegra muchísimo.
Besos.
Nyma.
Me has hecho retroceder en el tiempo, yo también recuerdo mi primera nevada, y la recuerdo con esa misma preocupación por parte de mi madre... Posteriormente, la nieve ha pasado a ser más incordio que otra cosa, pero sigo recordando la primera reacción que en mi causo el impacto de los copos en mi cara. Son momentos inolvidables.
Una narración sencilla y especial, he disfrutado leyéndote.
Un fuerte abrazo Maat.
PD. Muchas gracias por tus visitas a mi Cajita.
aqui casi nuca nieva ,pero me has hecho recordar los pocos años que hay y mi primera vez tambien fue increible!!
UN ABRAZO LITERARIO LLENO DE NIEVE
Es inevitable, me has hecho recordar la primera vez que vi la nieve. Por cierto, fue hace pocos años; nunca la vi siendo un niño.
Un abrazo,
Ramón
GRACIAS POR DARLO.ENORME
Maat, en esto hemos coincidido más o menos. Yo es que vivo en Torremolinos y la nieve digamos que no existe. Lo que calló fue una gran granizada que automáticamente se convirtió en nieve por efecto de mi imaginación.
Que mal lo tuviste que pasar, te compadezco, ya sabrás como bajé yo a ver mi "nieve"
Un beso,
Juanma
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