Ya está la ventana abierta.
Tenía que ser así
el día.
Azul el cielo, sí, azul
indudable, como anoche
le iban queriendo tus besos.
Henchida la luz de viento
y tensa igual que un vela
que lleva el día, velero,
por los mundos a su fin:
porque anoche tú quisiste
que tú y yo nos embarcáramos
en un alba que llegaba.
Tenía que ser así.
Y todo,
las aves de por el aire,
las olas de por el mar,
gozosamente animado:
con el ánima
misma que estaba latiendo
en las olas y los vuelos
nocturnos del abrazar.
Si los cielos iluminan
trasluces de paraíso,
islas de color de edén,
es que en las horas sin luz,
sin suelo, hemos anhelado
la tierra más inocente
y jardín para los dos.
Y el mundo es hoy como es hoy
porque lo querías tú,
porque anoche lo quisimos.
PEDRO SALINAS
Tenía que ser así
el día.
Azul el cielo, sí, azul
indudable, como anoche
le iban queriendo tus besos.
Henchida la luz de viento
y tensa igual que un vela
que lleva el día, velero,
por los mundos a su fin:
porque anoche tú quisiste
que tú y yo nos embarcáramos
en un alba que llegaba.
Tenía que ser así.
Y todo,
las aves de por el aire,
las olas de por el mar,
gozosamente animado:
con el ánima
misma que estaba latiendo
en las olas y los vuelos
nocturnos del abrazar.
Si los cielos iluminan
trasluces de paraíso,
islas de color de edén,
es que en las horas sin luz,
sin suelo, hemos anhelado
la tierra más inocente
y jardín para los dos.
Y el mundo es hoy como es hoy
porque lo querías tú,
porque anoche lo quisimos.
PEDRO SALINAS
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