Las seis, mujeres de maridos ricos.
Las seis, sentadas en el mirador.
Las seis, haciendo con ganchillo
-madeja blanca o rosa- su labor.
Una piensa en el mar, otra en los trenes,
dos en jardines y una en luna clara.
La más pequeña sueña por el aire
hombres de fuego y besos de enramada.
Los seis maridos-leontina d oro,
sortija y puro-van por los caminos
comprando encinas de carbón y ovejas,
roncando en los hoteles pueblerinos.
Cuando apuntan a un árbol en sus libros,
entre el Debe y el Haber, no ven las hojas
que mayo exalta de ardorosos nidos
y la hermosura del rocío ignoran.
Ellas siguen calladas y sumisas
celebrando una boda imaginaria
con capitanes rubios como arcángeles,
poetas o marinos de otras playas.
Los seis maridos van trocando en cheques
los trigos, el rebaño, el olivar.
Las seis muchachas ven la lluvia amarga
un día y otro día en el cristal.
Péndulo provincial; pasan los años,
vendrá un abril y no hablará el amor.
Ese día veréis seis viejecitas,
las seis sentadas en el mirador.
AGUSTIN DE FOXÁ
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