Una de las primeras cosas que he hecho esta mañana ha sido llamar a mi amiga Maria Amparo para felicitarle pues hoy es su cumpleaños. Este año tiene un sentido especial la celebración, pues mi amiga, que lo es la friolera de más de 40 años, ha superado una delicada intervención y eso es motivo de alegría para todos cuantos la queremos. Le han implantado una prótesis en su cadera para suplir el deterioro de un hueso que una enfermedad degenerativa le había destruido. Y a día de hoy, después de ayudarse de unas incómodas muletas varias semanas, ya anda, casi, como una modelo de pasarela...
El resto de la mañana lo he dedicado a gestiones y a ultimar los preparativos de un viaje que voy a emprender en pocos días. Ha sido al mediodía cuando una llamada a mi móvil me ha puesto al corriente de la catástrofe ocurrida en el aeropuerto de Madrid. Y como a muchos, el día para mi se ha parado en ese momento. En cuanto he llegado a casa me he abandonado a todo y he querido informarme de lo ocurrido a través de las conexiones que en la tv nos ofrecían con el lugar del siniestro. Triste, muy triste. Una prueba durisima para todos los familiares de las víctimas que de golpe les han arrancado de sus vidas a sus seres queridos. Cuando he oído que en ese avión viajaban un buen número de niños, todavía se me ha hecho más doloroso seguir escuchando las informaciones. Y he comenzado a pensar en esos familiares que tienen que seguir ¿viviendo? con una pena así de grande el resto de sus días.
Hoy, mientras escuchaba las noticias y el número de fallecidos iba en aumento, me he acordado de una de las cosas que más me costaba entender en mis tiempos de colegiala, y que hoy, aún no he conseguido aceptarlo del todo. El poder de la oración. Sin duda, las personas realmente creyentes, hoy ya estarán orando por las víctimas. Pero yo sigo pensando que Dios no debe estar esperando a que otros recemos por alguien para que se "salve". La muerte que han tenido, para mi, es un billete directo al supuesto cielo. Los que realmente necesitan toda clase de apoyo, son sin duda, los que se han quedado "aquí", sufriendo esas pérdidas, desbordados por un sentimiento tan fuerte y tan difícil de soportar en su alma. Y desgraciadamente, puedo hacer bien poco por ellos. Por eso, y por si es verdad que Dios está esperando oraciones para que esos familiares encuentren el sentido a seguir viviendo con esa carga tan pesada que de pronto se ha instalado en sus corazones, voy a procurar orar.... ¿me acompañáis?
Maat
El resto de la mañana lo he dedicado a gestiones y a ultimar los preparativos de un viaje que voy a emprender en pocos días. Ha sido al mediodía cuando una llamada a mi móvil me ha puesto al corriente de la catástrofe ocurrida en el aeropuerto de Madrid. Y como a muchos, el día para mi se ha parado en ese momento. En cuanto he llegado a casa me he abandonado a todo y he querido informarme de lo ocurrido a través de las conexiones que en la tv nos ofrecían con el lugar del siniestro. Triste, muy triste. Una prueba durisima para todos los familiares de las víctimas que de golpe les han arrancado de sus vidas a sus seres queridos. Cuando he oído que en ese avión viajaban un buen número de niños, todavía se me ha hecho más doloroso seguir escuchando las informaciones. Y he comenzado a pensar en esos familiares que tienen que seguir ¿viviendo? con una pena así de grande el resto de sus días.
Hoy, mientras escuchaba las noticias y el número de fallecidos iba en aumento, me he acordado de una de las cosas que más me costaba entender en mis tiempos de colegiala, y que hoy, aún no he conseguido aceptarlo del todo. El poder de la oración. Sin duda, las personas realmente creyentes, hoy ya estarán orando por las víctimas. Pero yo sigo pensando que Dios no debe estar esperando a que otros recemos por alguien para que se "salve". La muerte que han tenido, para mi, es un billete directo al supuesto cielo. Los que realmente necesitan toda clase de apoyo, son sin duda, los que se han quedado "aquí", sufriendo esas pérdidas, desbordados por un sentimiento tan fuerte y tan difícil de soportar en su alma. Y desgraciadamente, puedo hacer bien poco por ellos. Por eso, y por si es verdad que Dios está esperando oraciones para que esos familiares encuentren el sentido a seguir viviendo con esa carga tan pesada que de pronto se ha instalado en sus corazones, voy a procurar orar.... ¿me acompañáis?
Maat
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