Todo terminó. Ya has descansado. Por fin Dios, se decidió a darte paz. Nos comentaba Lola, que había ratos, en el hospital, que orabas y que ella juntaba su mano a la tuya y sin saber a ciencia cierta lo que pedías, te secundaba. Hoy, más que cualquier otro día, quiero creer que hay cielo y que tú ya estás en él. Guardanos un sitito. Desde aquí, intentaremos merecerlo. Aunque cada vez se haga más difícil....
Hasta siempre, Rafa.
Hasta siempre, Rafa.
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