La sorpresa que se dibujaba en los rostros de mis personas queridas y la sorna que acompañaba a los saludos en sus visitas, me confirmaban que la vida me estaba gastando una de sus bromas. Por lo menos, así he querido tomármelo cada vez que han hecho alusión a mi dolencia y a la edad en que la he padecido. Nos hemos reído juntos-yo, con alguna dificultad por la tirantez de los puntos-poniendo un toque de humor al hecho traumático de tener que pasar por un quirófano...
Con las primeras sombras de la tarde del pasado día cinco comenzaron a llegar las molestias. Al principio, de forma suave, a modo de olas de mar que, partiendo del centro de mi abdomen, se extendían hasta el hueso de la cadera derecha donde rompían con un dolor más entusiasmado. Pensando que algo me había caído mal opté por no cenar y tomar alguna que otra infusión. La intensidad del oleaje fue en aumento y, temiendo una posible apendicitis-luego confirmada-a las tres de la mañana, decidí acudir a urgencias. Una joven y amable doctora fue la que me hizo el primer reconocimiento. Quería asegurarse que mi apéndice estaba pidiendo a gritos ser retirado y solicitó varías pruebas para confirmar lo que -casi- le parecía evidente. Me apuntó la posibilidad de seguir aguantando el dolor sin calmantes para no enmascarar el diagnóstico y asentí. La analítica confirmó sus sospechas pero, de acuerdo con el cirujano de guardia, decidieron ampliar el estudio con más pruebas. La siguiente, fue una radiografía que no aclaró nada. Le siguió una ecografía de la que obtuve una inquietante frase por parte de la doctora que la estaba realizando: "Observo una sombra, pero no sé decirle qué puede ser. Voy a solicitarle un TAC"
No sé el tiempo que permanecí sola-durante las pruebas no permiten acompañantes- sentada en la silla de ruedas que me asignaron, en un frío, desierto e inacabable pasillo del hospital. En ese periodo de espera, un remolino de ideas y temores pugnaban en mi interior. Las varillas del abanico de posibilidades se iban reduciendo en mi mente y llegué a sentir pánico. En un último esfuerzo decidí vivir minuto a minuto la situación para no desperdiciar energías. ¡Cuánto hubiese agradecido en esos momentos tener una mano a la que aferrarme, sentirme acompañada! Tan sólo coincidí en esa larga espera con una empleada de la limpieza que, con una inmensa mopa, barría hasta el más minúsculo objeto que encontraba a su paso sin apenas levantar la mirada del suelo.
Superada esta última y decisiva prueba, me llevaron a una pequeña habitación y ya comenzaron a administrarme calmantes para mitigar el implacable dolor que seguía alojado en mi cuerpo. Al poco rato, una enfermera me acompañó a otra habitación y me facilitó el uniforme de los pacientes internados en el centro. Hasta ese instante, nadie me había confirmado el ingreso. El mensaje me llegó antes que el mensajero, y decidimos esperar a que el cirujano de turno me confirmara el resultado de las pruebas y el programa a seguir.
En esas estábamos cuando se abrió la puerta de la habitación y un pedazo de galeno, del tamaño de un armario de dos puertas, hizo su inolvidable aparición en escena. Dirigiendo su dedo índice hacia mi persona, con bastante autoridad me espetó:
" La van a pasar por cuchillo"
No me caí redonda porque estaba sentada en la camilla. Miré a mi esposo que seguía pegado a mí como un extraordinario guardaespaldas y comprobé como su rostro había palidecido. Con cierta ironía y desagrado acerté a balbucear a mi amable interlocutor:
"Creí que aún operaban con bisturí. Me deja usted muerta..."
A pesar de todo, la fortuna me acompañaba. Ese ingenioso doctor no iba a ser el que liberara mi apéndice. Sólo cumplía el encargo del cirujano con el que, en pocos momentos, iba a encontrarme en el quirófano. De esa forma tan peculiar me diagnosticó y anunció lo que venía. Con la misma prisa que entró en la habitación, la abandonó. ¡A Dios gracias!
-Es muy buen médico- aseveró la enfermera intentando disculparlo mientras me ayudaba a cambiar mi ropa por el infame camisón hospitalario que deja al descubierto toda la espalda y el resto de cuerpo que le sigue...
A partir de aquí, todo fue rápido. La intervención presentaba alguna dificultad por el lugar -algo escondido- en el que se encontraba el apéndice. Se cumplían diez horas de mi llegada al hospital cuando me tendían en la mesa de operaciones. Los calmantes habían sido efectivos y estaba tranquila y resignada a mi suerte. Mientras dos enfermeras endilgaban en mis brazos extraños brazaletes, una mascarilla cubrió parte de mi rostro y se me invitó a aspirar un gas dulzón. Lo hice intensamente, deseando que aquello terminara lo más pronto posible...
En los dieciocho días que han transcurrido desde entonces, he tenido tiempo suficiente para reflexionar sobre muchos aspectos a los que, por asiduos, no daba la importancia que ahora tienen para mí. El necesitar una persona a mi lado hasta para lo más elemental, me ha puesto de manifiesto lo frágiles que podemos llegar a ser, pues nuestra vida cambia en décimas de segundo. Las veinticuatro horas que tuve que pasar sin ingerir líquidos me hicieron ver la suerte que tenemos de paladear un vaso de agua fresca cada vez que tenemos sed. El permanecer durante diez días sin poder ladearme en la cama me llevó a añorar con vehemencia las noches en que podía dormir a pierna suelta. De repente, tuve que suspender todas mis actividades y dedicarme tan sólo a recuperarme. Ello me demostró que nadie es imprescindible. Amiga de hacer favores, me aterra pedirlos. Estos días he tenido que aceptar con emoción el hecho de que, a casa , llegaran mis amigos cargados de fiambreras con sus menús más exquisitos para que no tuviéramos que preocuparnos mi esposo y yo de la intendencia. Ellos, y mi familia más cercana me han cuidado, atendido y -quizá- mimado en exceso. Sin duda, esto ha contribuido a que remonte las horas bajas que he tenido y que, día a día, me haya ido encontrando mejor. El próximo cuatro de mayo tengo consulta con el cirujano. ¡Ojala todo esté bien para entonces y me den el alta! Haré borrón y cuenta nueva.
Quiero agradeceros a vosotros, amigos blogueros, los comentarios de ánimo dejados en mi blog, vuestros correos, llamadas telefónicas y las muestras de cariño que me habéis dispensado. ¡Es una delicia teneros tan cerca en estos momentos!
Os dejo un vídeo que he preparado con una de mis canciones preferidas. Es un pequeño regalo para compensar vuestras atenciones y para que disculpéis la extensión de esta entrada. Pero comprendedme. Veinte días sin escribir...son muchos días.
Un fuerte abrazo para cada uno de vosotros.
Maat
Con las primeras sombras de la tarde del pasado día cinco comenzaron a llegar las molestias. Al principio, de forma suave, a modo de olas de mar que, partiendo del centro de mi abdomen, se extendían hasta el hueso de la cadera derecha donde rompían con un dolor más entusiasmado. Pensando que algo me había caído mal opté por no cenar y tomar alguna que otra infusión. La intensidad del oleaje fue en aumento y, temiendo una posible apendicitis-luego confirmada-a las tres de la mañana, decidí acudir a urgencias. Una joven y amable doctora fue la que me hizo el primer reconocimiento. Quería asegurarse que mi apéndice estaba pidiendo a gritos ser retirado y solicitó varías pruebas para confirmar lo que -casi- le parecía evidente. Me apuntó la posibilidad de seguir aguantando el dolor sin calmantes para no enmascarar el diagnóstico y asentí. La analítica confirmó sus sospechas pero, de acuerdo con el cirujano de guardia, decidieron ampliar el estudio con más pruebas. La siguiente, fue una radiografía que no aclaró nada. Le siguió una ecografía de la que obtuve una inquietante frase por parte de la doctora que la estaba realizando: "Observo una sombra, pero no sé decirle qué puede ser. Voy a solicitarle un TAC"
No sé el tiempo que permanecí sola-durante las pruebas no permiten acompañantes- sentada en la silla de ruedas que me asignaron, en un frío, desierto e inacabable pasillo del hospital. En ese periodo de espera, un remolino de ideas y temores pugnaban en mi interior. Las varillas del abanico de posibilidades se iban reduciendo en mi mente y llegué a sentir pánico. En un último esfuerzo decidí vivir minuto a minuto la situación para no desperdiciar energías. ¡Cuánto hubiese agradecido en esos momentos tener una mano a la que aferrarme, sentirme acompañada! Tan sólo coincidí en esa larga espera con una empleada de la limpieza que, con una inmensa mopa, barría hasta el más minúsculo objeto que encontraba a su paso sin apenas levantar la mirada del suelo.
Superada esta última y decisiva prueba, me llevaron a una pequeña habitación y ya comenzaron a administrarme calmantes para mitigar el implacable dolor que seguía alojado en mi cuerpo. Al poco rato, una enfermera me acompañó a otra habitación y me facilitó el uniforme de los pacientes internados en el centro. Hasta ese instante, nadie me había confirmado el ingreso. El mensaje me llegó antes que el mensajero, y decidimos esperar a que el cirujano de turno me confirmara el resultado de las pruebas y el programa a seguir.
En esas estábamos cuando se abrió la puerta de la habitación y un pedazo de galeno, del tamaño de un armario de dos puertas, hizo su inolvidable aparición en escena. Dirigiendo su dedo índice hacia mi persona, con bastante autoridad me espetó:
" La van a pasar por cuchillo"
No me caí redonda porque estaba sentada en la camilla. Miré a mi esposo que seguía pegado a mí como un extraordinario guardaespaldas y comprobé como su rostro había palidecido. Con cierta ironía y desagrado acerté a balbucear a mi amable interlocutor:
"Creí que aún operaban con bisturí. Me deja usted muerta..."
A pesar de todo, la fortuna me acompañaba. Ese ingenioso doctor no iba a ser el que liberara mi apéndice. Sólo cumplía el encargo del cirujano con el que, en pocos momentos, iba a encontrarme en el quirófano. De esa forma tan peculiar me diagnosticó y anunció lo que venía. Con la misma prisa que entró en la habitación, la abandonó. ¡A Dios gracias!
-Es muy buen médico- aseveró la enfermera intentando disculparlo mientras me ayudaba a cambiar mi ropa por el infame camisón hospitalario que deja al descubierto toda la espalda y el resto de cuerpo que le sigue...
A partir de aquí, todo fue rápido. La intervención presentaba alguna dificultad por el lugar -algo escondido- en el que se encontraba el apéndice. Se cumplían diez horas de mi llegada al hospital cuando me tendían en la mesa de operaciones. Los calmantes habían sido efectivos y estaba tranquila y resignada a mi suerte. Mientras dos enfermeras endilgaban en mis brazos extraños brazaletes, una mascarilla cubrió parte de mi rostro y se me invitó a aspirar un gas dulzón. Lo hice intensamente, deseando que aquello terminara lo más pronto posible...
En los dieciocho días que han transcurrido desde entonces, he tenido tiempo suficiente para reflexionar sobre muchos aspectos a los que, por asiduos, no daba la importancia que ahora tienen para mí. El necesitar una persona a mi lado hasta para lo más elemental, me ha puesto de manifiesto lo frágiles que podemos llegar a ser, pues nuestra vida cambia en décimas de segundo. Las veinticuatro horas que tuve que pasar sin ingerir líquidos me hicieron ver la suerte que tenemos de paladear un vaso de agua fresca cada vez que tenemos sed. El permanecer durante diez días sin poder ladearme en la cama me llevó a añorar con vehemencia las noches en que podía dormir a pierna suelta. De repente, tuve que suspender todas mis actividades y dedicarme tan sólo a recuperarme. Ello me demostró que nadie es imprescindible. Amiga de hacer favores, me aterra pedirlos. Estos días he tenido que aceptar con emoción el hecho de que, a casa , llegaran mis amigos cargados de fiambreras con sus menús más exquisitos para que no tuviéramos que preocuparnos mi esposo y yo de la intendencia. Ellos, y mi familia más cercana me han cuidado, atendido y -quizá- mimado en exceso. Sin duda, esto ha contribuido a que remonte las horas bajas que he tenido y que, día a día, me haya ido encontrando mejor. El próximo cuatro de mayo tengo consulta con el cirujano. ¡Ojala todo esté bien para entonces y me den el alta! Haré borrón y cuenta nueva.
Quiero agradeceros a vosotros, amigos blogueros, los comentarios de ánimo dejados en mi blog, vuestros correos, llamadas telefónicas y las muestras de cariño que me habéis dispensado. ¡Es una delicia teneros tan cerca en estos momentos!
Os dejo un vídeo que he preparado con una de mis canciones preferidas. Es un pequeño regalo para compensar vuestras atenciones y para que disculpéis la extensión de esta entrada. Pero comprendedme. Veinte días sin escribir...son muchos días.
Un fuerte abrazo para cada uno de vosotros.
Maat
26 comentarios:
Pese a lo dramático y desagradable de la situación, lo has tomado con humor, por lo menos que ya lo podés contar!...mejor así! ejejeje...espero que pronto estés totalmente recuperada!
un abrazo.
Cielo...Espero que te estés recuperando, que se te echaba de menos.
Un besazo guapa.
Sólo valoramos la salud en lo que vale, cuando esta nos abandona.
Me alegro de que estés mejor, Maat y que estes más recuperada.
En esos pasillos se enseñorea la soledad y la espera se hace eterna, por no decir el miedo y la indefención que se siente. El apretón de una mano amada es media curación.
Me ha hecho gracia lo del cirujano. A mi marido le dijo uno: "Eres carne de cuchillo, pero aún no ha llegado el momento"...
El momento, al parecer, llegará en junio...
Te dejo un fuerte abrazo Maat. Cuidate
Besos
Me alegro muchisimo de que te estes recuperando de esa broma de la vida.
Y desde luego las cosas se ven siempre mejor y más llevaderas cuando las tomas con humor.
Me he partido de risa con lo de "Creí que aún operaban con bisturí. Me deja usted muerta..."
jajajaja. Eres unica.
Y el video que nos has preparado es una maravilla, tanto las fotos como la musica. Genial.
Termina de recuperarte sin hacer esfuerzos y ponte buena del todo que te echamos de menos todos tus fans.
Besitos
Hola wapa la vida tiene bromas que no se entienden muy bien, me alegra de que ya estes mejor, se esa sensacion de ser amiga de hacer favoresy no gustarte ni saber pedirlos, me alegro de que la gente de tu lado no te haya dejado sola y haya sabido reconocerte todo lo que en un pasado pudiste hacer por ellos. Ya queda menos y ya veras como el 4 de mayo todo ira sobre ruedas. Sigue remontando el vuelo Maat, eres una joya de mujer
Bienvenida de nuevo querida amiga.
Me alegro que todo haya pasado y que se haya quedado atrás en el recuerdo, como una cosa más...
Espero que sigas con las mis ganas de antes, o mejor dicho, más renovadas. Un toque de poesía, siempre nos viene bien.
Me alegro mucho verte de nuevo por aquí, y que te encuentres bien.
Un abrazo cariñoso.
Espero este humor que demuestras te sirva para llevar la situación de la mejor manera posible.
A pesar de esos camisones invento de algún desalmado.
Abrazos.
Gracias por esa "broma-lección.."de la vida,profundamente leida,asimilada y aprendida..!
Nos ayuda a todos a hacer prácticas teóricas, a tomar de la mano la paciencia y la humildad..y sobre todo a tener confianza en la vida y en la gente que nos quiere.
Mi felicitación por tu consciencia y entereza,mi abrazo y mi ánimo,Maat.
M.Jesús
Me alegra que todo haya salido bien. A veces necestibas esos días de obligada covalecencia para reflexionar sobre la vida. Un saludo Maat!
Me asombra la capacidad que tenéis (Ardilla Roja también lo hizo) de contar estas historias tan personales con desapego y buen humor. El año pasado me tocó a mí pasar por el cuchillo y, la verdad, no me río demasiado al recordarlo, en realidad, procuro no pensar en aquello.
Que me alegro mucho de que estés bien, y la entrada no se hace larga para nada, al contrario, resultan tan amena como un relato.
Un beso y a seguir recuperándose.
Bueno Maat, ya pasó todo, te estás recuperando y estas sorpresas de la vida nos sirven para reflexionar y enfocarla desde otro punto de vista.
Me alegro mucho de que todo marche bien y un abrazo.
Espero y deseo que tu recuperación sea total y que vuelvas prontito con las pilas cargadas.
Besitos medicinales.
Neo, los años me han ido enseñando que, de las situaciones adversas, hay que ir quedándose con lo bueno que también lo hay. Aunque muchas veces, no es sencillo encontrarlo.
Gracias por tus deseos.
Un besote.
Ana, gracias por venir. También os he echado de menos. Seguimos leyéndonos.
Un besote.
Trini, ya sé que de este tema también tienes tu graduación. Espero que lo de tu esposo sea leve y rápido. A pesar de ciertos doctores con cuchillo, la cirugía obra maravillas. Ya verás como todo va a ir bien.
Un besote.
Tag, tú sí que eres única. En cuanto esté dada de alta nos vamos a ir a realizar esa excursión que tenemos pendiente en la Albufera. Ya verás que fotos más chulis hacemos.
Un besote.
Carmina, me he alegrado un montón de encontrarte por aquí. Gracias por venir y por las palabras de ánimo que me dejas. Espero que todo marche bien por ahí. Nos leemos.
Un besote.
Balamgo, te agradezco tu visita y las letras que me dejas. Estos días, la poesía me ha hecho mucha compañía. Gracias por tus deseos, amigo.
Un abrazo.
Majecarmu, veo que has leído hasta el fondo de mis letras. Me reitero. Eres una bendición del cielo como amiga. Gracias por estar ahí.
Un besote.
Manolo, después de unos días bastante malos, mi humor ha ido mejorando. Me alegra leerte de nuevo. Tengo que ponerme al día en tu blog. Lo haré muy pronto.
Un abrazo.
Maribel, tenes toda la razón. Unos días de "parón" y reflexión me han venido bien. Me alegro de tu visita. Gracias por todo.
Un besote.
Teresa, es muy sencillo relatar lo que una ha vivido y mucho más, si lo hace entre amigos. Entiendo perfectamente que tu experiencia hospitalaria no quieras recordarla y es mejor que se quede allá donde la dejaste. A mí, me encantaría escribir como tú lo haces. En estos detalles radica la riqueza de los blogs, en lo que compartimos y aprendemos unos de otros. ¿No crees? Gracias por venir y por tus letras.
Un besote.
Alhena, es una alegría verte por aquí. Gracias por tus palabras.
Un besote
Maat
No es gusto de nadie pasar por el quirófano y menos despues de la ¨gracia ¨del medico .
Espero que te recuperes pronto .
Besos desde Málaga
( llevo un año retrasando una operación , por el panico que tengo !!! )
Protagonista de esta obra, me alegro que se cierre el telón y por el clamor de los aplausos entiendas que todo ha ido magnificamente bien. Muchos hemos estado contigo...
Yo, por mi reciente operacion comprendo todo lo que dices y se lo que se agradece un abrazo, aunque sea virtual.
Hola Anick.
Me alegra mucho encontrarte por aquí. Lamento que tengas que pasar por el quirófano pero, si me permites, te diré que si no hay más remedio, hazlo lo antes posible. Según pasa el tiempo, la recuperación es más lenta. O sea, que hazte el ánimo y "al toro".
Un besote.
Maat
Una sugerencia. Para comodidad de los lectores del blog, te recomiendo que modifiques un detalle.
Dentro de tu blog, en "Configuración", ve a la sección de "Comentarios" y en ella, donde pone "Ubicación del formulario de comentarios", elige la opción número dos: "Ventana emergente".
De esa forma los amigos que te escriben comentarios no salen de tu página, sino que les aparece una sub-ventanita flotante muy mona. Así no hay que andar yendo hacia atrás para volver a la página principal.
Posdata: Me alegra que haya sobrevivido a la apendicitis pascuera. Eso me recuerda al jefe Brody de Tiburón, cuando están los otros dos hablando de sus respectivas cicatrices marineras, y él se mira la cicatriz de la apendicitis... ¡Reivindicamos esa cicatriz como muy importante! ¡Que se sufre muchoooooo...!
Me alegro que todo haya ido bien, a pesar de esos momentos de soledad.
bueno ya estas aquí que es lo que importa, yo también viví algo parecido, se suponía que el mismo día volvia a casa, pero les caí tan bien que me dejaron cinco días más, fue una situación un poco cómica, mi marido recien operado de una fisura anal, pero a mi lado, mi hermana dando a luz, y mi madre entre las dos la pobre, le dije que no se preocupara puesto que mi hermana le necesitaba más que yo para tranquilizarla, pero la eche mucho de menos, nunca se lo he dicho, se le subio hasta la tensión , ya que queria estar con las dos, se complico la cosa y mi marido solo con sus dolores el pobre también, en fin lo importante es que estuviste con tu familia y que te recuperes, gracias por el regalo y volver.
hasta pronto.
Me alegro que todo haya salido bien.
Saludos y cariños.
Jorge A Lastra
Hola Rosa.
Espero que ya estés del todo restablecida. Te envío un abrazo cargado de energías y todo mi cariño.
Siempre me produce alegría encontrarte por mi blog.
Maat
Deseo que tu recuperación sea lo más rapida posible, es un placer tenerte de nuevo.
Gracias por tus palabras en mi blog.
Cuídate mucho.
Es bueno saber que te encuentras bien ahora. Se te estima.
Un gran abrazo para ti.
Gracias por ese piropo inesperado (me he puesto colorada).
Otro beso, guapa.
Salvador, yo también os estimo.Bastante más de lo que podemos pensar.
Gracias por venir.
Un abrazo.
Mistral, no lo dudes. Las energías que me dejáis con vuestros cariñosos comentarios, están ayudando a que tu deseo se vaya convirtiendo en una realidad.
Gracias por tus letras.
Un abrazo.
Maat
No había visto para nada esta entrada y por supuesto no había disfrutado del buen humor de que has hecho gala para relatar tu peripecia hospitalaria. Me alegra mucho saber de tu franca recuperación y aquí estoy para seguir leyendote.
Un fuerte abrazo (creo que dentro de un rato te levantarás y yo sigo aquí sin dormir, jajaj)
Hadaluna, aunque estoy pendiente de la visita al cirujano el día cuatro, ya estoy haciendo mis primeras incursiones por el blog. Gracias por tu visita y tus deseos.
El Museo de la luna, te agradezco la indicación que me haces en tu ingenioso comentario, ya tengo hecho el cambio. Muchas gracias por todo.
Magamerlin, lo primero de todo darte las gracias por tu visita. Me hago una idea de lo mal que los pasaríais. A veces, las cosas se complican, pero afortunadamente, vamos saliendo a flote. Ha sido un placer encontrarte por aquí. Nos leemos.
Jorge Antonio, gracias por venir. Me alegro mucho de leerte por aquí.
Cas,siempre es una alegría recibir a los amigos en el blog. Gracias por venir y por tus palabras de afecto.
Un abrazo muy fuerte para cada uno de vosotros.
Maat
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