Al día de ayer le tenía bastante temor. Se presentaba algo complicado por dos motivos principales. Era la fecha prevista para que se llevara a cabo la subasta del piso en el que vive mi amiga A., tema del que os hablé hace varíos días.
http://blogdemaat.blogspot.com/2009/10/un-rosario-de-errores.html
Ha habido un poco de suerte. La subasta se suspendió por irregularidades. Gracias a ello, mi amiga va a tener un poco más de tiempo para preparar su cambio de domicilio, porque el piso, tarde o temprano, va a perderlo.
El otro tema a resolver era que tenía que acudir al hospital para realizarme una prueba y estaba muy preocupada pues le tengo verdadero pavor al dolor. O sea, que a la preocupación de imaginarme a mi amiga en la sala del juzgado correspondiente, se unía la de tener que pasar ese trago y, además, en el hospital donde mi padre vivió la última fase de la enfermedad que le llevó a su final. Iba a enfrentarme-sin duda- con recuerdos de aquella amarga vivencia.
Cuando mi esposo me acercó a la puerta del centro y se fue a aparcar el coche, no pude evitar en las escaleras de acceso, recordar los días en que iba a visitar a mi padre.
Aquellas mañanas, me parecían unos escalones altísimos, pesados de subir. Ascendía despacio, e iba dándome ánimos para llegar con buena cara a su habitación. Era en lo que más se fijaba, en los gestos que se dibujaban en nuestros rostros cuando íbamos a estar con él. Y resultaba difícil. Sobre todo, porque la presencia de dos enormes frascos de cristal a los lados de su cama conectados a sus pulmones y, el laberinto de cables y goteros que le rodeaban, imponían lo suyo.
No me dejaba estar mucho rato en el cuarto. A los pocos minutos de permanecer a su lado, me decía:
¿Ya me has visto? Pues ale, ya puedes irte a casa. Tu misión está allí, con tu hijo...
Y para terminar de convencerme, cerraba la frase con un cariñoso guiño que me desarmaba totalmente.
Por aquellas fechas, su nieto era un bebé y yo no tenía más salida que hacerle caso para no disgustarle, aunque mi deseo era permanecer más tiempo con él, aprovechando el poco que nos quedaba de poder estar juntos, pues teníamos la certeza de que su enfermedad estaba ganando la batalla.
De nuevo me infundí ánimos en medio de esos escalones. Un poco más de esfuerzo y, en nada, estaría de vuelta a casa.
Mientras esperaba mi turno, busqué un poco de sosiego leyendo el libro que tengo ahora entre manos. Es una recopilación de los poemas preferidos de 130 lectores de poesía que explican además, las razones para haber elegido el título que presentan. Es un verdadero deleite conocerlas.
Cuando se reunió mi esposo conmigo en esa sala de espera, me enlacé a su brazo y le susurré: "ya nos toca a nosotros venir por aquí..." Práctico donde los haya, me pidió el libro para ojearlo y encontró, con sorpresa, uno de sus poemas preferidos: "A un olmo seco", de Antonio Machado. Y en voz muy baja, y con una entonación perfecta, me lo leyó... En medio de aquel ambiente de batas blancas y verdes, de mascarillas, de camillas que iban y venían, de rostros tristes y preocupados, di gracias de tenerlo allí, a mi lado. En esos momentos, es cuando más valoras a las personas que te quieren.
La prueba la pasé con éxito. Me atendió una enfermera que, aparte de una gran profesional, era una persona amable y cariñosa. El trato del médico fue exquisito. Ambas conductas contribuyeron a que el trance lo pasara sin ni siquiera la mitad de sufrimiento que yo temía. Es una verdadera suerte encontrar gente así cuando tienes que abandonarte en sus manos. Al despedirme de la enfermera, se lo hice saber. Y se alegró...
El resto del día lo pasé inactiva, agotada. Y hoy, un poco más de lo mismo. Pero tengo una buena excusa. Acabo de salir de una gripe. Nada menos que de la temida gripe A.
Pero eso...os lo cuento otro día. Sólo os adelanto que, no es tan fiero el león como lo pintan. Por lo menos, en mi caso. (a.D.g.)
Maat
http://blogdemaat.blogspot.com/2009/10/un-rosario-de-errores.html
Ha habido un poco de suerte. La subasta se suspendió por irregularidades. Gracias a ello, mi amiga va a tener un poco más de tiempo para preparar su cambio de domicilio, porque el piso, tarde o temprano, va a perderlo.
El otro tema a resolver era que tenía que acudir al hospital para realizarme una prueba y estaba muy preocupada pues le tengo verdadero pavor al dolor. O sea, que a la preocupación de imaginarme a mi amiga en la sala del juzgado correspondiente, se unía la de tener que pasar ese trago y, además, en el hospital donde mi padre vivió la última fase de la enfermedad que le llevó a su final. Iba a enfrentarme-sin duda- con recuerdos de aquella amarga vivencia.
Cuando mi esposo me acercó a la puerta del centro y se fue a aparcar el coche, no pude evitar en las escaleras de acceso, recordar los días en que iba a visitar a mi padre.
Aquellas mañanas, me parecían unos escalones altísimos, pesados de subir. Ascendía despacio, e iba dándome ánimos para llegar con buena cara a su habitación. Era en lo que más se fijaba, en los gestos que se dibujaban en nuestros rostros cuando íbamos a estar con él. Y resultaba difícil. Sobre todo, porque la presencia de dos enormes frascos de cristal a los lados de su cama conectados a sus pulmones y, el laberinto de cables y goteros que le rodeaban, imponían lo suyo.
No me dejaba estar mucho rato en el cuarto. A los pocos minutos de permanecer a su lado, me decía:
¿Ya me has visto? Pues ale, ya puedes irte a casa. Tu misión está allí, con tu hijo...
Y para terminar de convencerme, cerraba la frase con un cariñoso guiño que me desarmaba totalmente.
Por aquellas fechas, su nieto era un bebé y yo no tenía más salida que hacerle caso para no disgustarle, aunque mi deseo era permanecer más tiempo con él, aprovechando el poco que nos quedaba de poder estar juntos, pues teníamos la certeza de que su enfermedad estaba ganando la batalla.
De nuevo me infundí ánimos en medio de esos escalones. Un poco más de esfuerzo y, en nada, estaría de vuelta a casa.
Mientras esperaba mi turno, busqué un poco de sosiego leyendo el libro que tengo ahora entre manos. Es una recopilación de los poemas preferidos de 130 lectores de poesía que explican además, las razones para haber elegido el título que presentan. Es un verdadero deleite conocerlas.
Cuando se reunió mi esposo conmigo en esa sala de espera, me enlacé a su brazo y le susurré: "ya nos toca a nosotros venir por aquí..." Práctico donde los haya, me pidió el libro para ojearlo y encontró, con sorpresa, uno de sus poemas preferidos: "A un olmo seco", de Antonio Machado. Y en voz muy baja, y con una entonación perfecta, me lo leyó... En medio de aquel ambiente de batas blancas y verdes, de mascarillas, de camillas que iban y venían, de rostros tristes y preocupados, di gracias de tenerlo allí, a mi lado. En esos momentos, es cuando más valoras a las personas que te quieren.
La prueba la pasé con éxito. Me atendió una enfermera que, aparte de una gran profesional, era una persona amable y cariñosa. El trato del médico fue exquisito. Ambas conductas contribuyeron a que el trance lo pasara sin ni siquiera la mitad de sufrimiento que yo temía. Es una verdadera suerte encontrar gente así cuando tienes que abandonarte en sus manos. Al despedirme de la enfermera, se lo hice saber. Y se alegró...
El resto del día lo pasé inactiva, agotada. Y hoy, un poco más de lo mismo. Pero tengo una buena excusa. Acabo de salir de una gripe. Nada menos que de la temida gripe A.
Pero eso...os lo cuento otro día. Sólo os adelanto que, no es tan fiero el león como lo pintan. Por lo menos, en mi caso. (a.D.g.)
Maat
19 comentarios:
Bueno , bueno!!! nada más que la tan temida gripe A, menudo trance, espero te recuperes bien y pronto. Lo que nos cuentas de la visita a un centro médico, yo lo pasé hace poco con mi madre y con mi papá hace unos cuatro años, con decirte que no quise volver nunca más a esa clinica donde él falleció. Con decirte que aún me duele recordar que a lo mejor podrían haber hecho algo más y me pareció que lo dejaron a la buena de Dios.
En fin, que los buenos medicos y las buenas enfermeras sonn contados con los dedos de una mano, has tenido mucha suerte mujer que te tocaran personas como la gente.
Y la cmopañía que tienes amerita un capítulo aparte, para el amoroso de tu marido que te lee un poema, bueno se rompió el molde, ya no los hacen igual. Te mando un beso grande.
Cuánto me alegro!...y me alegro también porque te sientes bien acompañada por tu marido, y eso hace que cualquier camino sea más llevadero.
un abrazo fuerte!
Hola Maat! un montón de sentimientos encontrados, muchas emociones para un solo día.
La gripe A o cualquier otra es grave para los inmunocomprometidos, para los relativamente sanos no.
Saludos de una sobreviviente de la gripe.
En primer lugar Maat,me alegro porque todo saliera bién,los recuerdos que afloraron a tu mente son lógicos y el pensarlo puede doler.Si alguna vez aquello te lastima,piensa que él estará siempre en tí.
Besos y tienes un regalo en mi casa.MJ
Pues un día para echarse a temblar...
Espero que lo de tu amiga se solucuone de alguna manera. Le deseo lo mejor.
A veces, "masticamos" tanto, en las visperas, estos días, que cuando al fin acaban, nos parecen menos arduos de lo que nuestra mente nos hizo creer. Pero con todo y eso, han sido duros. Vaya si lo son...
Espero que las pruebas estén perfectas y me alegro de tu recuperación de la gripe A. Ya nos cuentas y nos quitas un poco el temor.
Me ha emocionado lo que cuentas de tu padre...
Besos
Hola Maat,
Ando un poquito "perdida" estos días. Ayudo a un familiar por un tema de salud y durante una semana he estado en un hospital viendo lo que relatas.
Es verdad lo que comentas, impone.
Cuando estaba en el laberinto de urgencias del hospital encontré una sala acristalada donde habían personas tristes con mascarillas en sus rostros. El cartel decía "no entrar, zona restringida".
Mi niña, siento mucho lo de tu amiga y me duele que hayas pasado tan mal trago.
Si te soy sincera los hospitales me ponen mal, tanto que cuando llego a casa tengo que echar mano "de lo que sea" para desconectar y recuperar energías.
Por favor, no dejes de cuidarte muchísimo. No olvides que eres muyyyyy grande.
Abrazotes gigantescos e hipervitaminados!!!
Hola Maat.
¡Qué bonito que en medio de la incertidumbre, alguien que te quiere, te susurre un poema!.
Has narrado tristeza, pero por una parte, lleva un final feliz (estás bien); y por otra... tu amiga tiene "un problema"; pero no "el problema". Ese que es la pérdida de la salud.
Un abrazo
Maat
has sido valiente.
Tener miedo, enfrentar recuerdos, y afrontar situaciones es lo que nos hace valorosos.
Por una parte me alegro de que las pruebas hayan resultado bien, tienes razón, la calidad humana del personal hospitalario hace mucho más llevadera cualquier situación. Es muy de agradecer.
Tu marido es una gran persona, sois ambos afortunados :-)
Un abrazo, cuidate mucho
Me alegro que lo de tu amiga esté algo mejor, menos es nada.
Todos pasamos por el hospital o pasaremos, es ley de vida... pero como has relatado cuando ibas a ver a tu padre me ha puesto la piel de gallina.
Abrazos.
Creo que todos tememos al dolor, más que a la muerte.
Creo que a nadie le gusta los ambientes hospitalarios. Por el olor, por el dolor que están detrás de todas esas puertas...
Yo tengo prendida en la retina también la muerte de mi suegra y la de mi padre...pero ya consigo pensar en ellas sin que sienta el aguijón lacerarme el corazón...
Con la sucesión de muerte, en la familia y entorno, vas aprendiendo a enfrentarte a ella...
Me alegro que no te hicieran daño.
Y ue haya pasado la gripe A sin novedad...
Pero lo mejor de todo...tu compañero, ue en los momentos de miedo te lee poesias, igual ue tu, en los momentos de incertidumbre, le lalargas la mano....
Eso si es un milagro regalado por la vida...
Enhorabuena a los dos.
Un besito carinyet.
Hola Maat:
Lo peor de todo es no saber a qué te enfrentas sea doloroso o no. A veces te imaginas algo horroroso, que luego no es tal cosa, y encontrar profesionales que recuerdan que están trabajando con personas, es muy importante.
También lo es sentirte respaldado y tu lo estuviste por tu marido. Que bonito fue ese detalle de leerte un poema, en medio de ese ambiente tan poco acogedor.
Me alegro mucho de que todo fuese bien y que poco a poco te repongas de la gripe.
También es una buena noticia lo de tu amiga, que aunque al final pierda su casa, pueda hacer las cosas más tranquila.
Un abrazo, guapa.
Cuídate mucho
En primer lugar me alegro de que hayas superado la temida gripe A,
segun las noticias en España hay
unos 160.000 personas infectadas,
te puedes imaginar lo que supone?,
el contagio esta a la vuelta de
la esquina, asi que me alegro ya
estes recuperada, y tambien me
alegro por tu amiga y que todo
haya salido bien,
un placer leer tu bonito texto.
Que tengas un feliz fin de semana
un beso
RMC
Al final todo fue bien y eos es lo importante. me alegro Maat por ello y gracias por compartirlo con nosotros.
Un beso
Quería agradecerte tu visita a mi blog.
Voy a echar un vistazo por aquí si no te importa.
Salud2 y bsos.
Hola guapetona
Como eres ehhhh !!ale!!, tú la primer en coger la famosa Gripe A.
A ti que no te lo cuenten, jaja
Es broma.
¿Estas mejor?
Cuidate.
A mi los hospitales y los cementerios me dan yuyu.Pero si has tenido la suerte de que te atiendan profesionales humanos, que dentro del mal trago te lo han dulcificado, pues... mucho mejor.
Y tu Sento ahí, a tu ladito.
Que bonico.
Un besito para ti y otro para él (con tu permiso)
Maat,te entiendo perfectamente.Lo que cuentas de tu padre,lo pasé hace un año con mi madre.. y es tremendamente doloroso estar todos los días en el hospital,sabiendo el resultado final..
Me alegro de que pasaras las pruebas y te sientas agradecida.Ello te ayudará a reponerte de la gripe..
..Las mejores vitaminas es ser positiva y tú lo eres..!
Mi felicitación y gracias por compartir,nos das fuerza a todos.
Mi abrazo siempre.
M.Jesús
Te mando mucha energia positiva para tí y para tu amiga.
No dejes nunca de confiar en que todo va a salir bien.
Besitos de fin de semana.
Hay que ver qué bien transmites las sensaciones en tus palabras. Me has hecho revivir la emoción llena de tristeza que cada día me invadía cuando subía a la planta de la unidad de cuidados paliativos, donde enfermos de cáncer terminal compartían doctores y enfermeras amables y cariñosos, entregados a sus pacientes.
A mi madre se le iluminaba la cara cuando me veía y yo me sentía grande, grande y al mismo tiempo ínfima y me acariciaba y besaba con su mirada y agradecía de tenerme cerca en esos momentos que no tenían ni principio ni fin.
Me alegro que hayas pasado la prueba con éxito.
Un abrazo
Me alegro de que estes mejor y de que tengas una buena compañia con quien el dolor se lleva mejor, tu pareja y ese libro tan especial.
Salud.Alosia.
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