A principios de año tuvimos que desmantelar una casa alquilada en una aldea del interior de Valencia, en plena montaña. A la tristeza de despedirnos del lugar se unía el hecho, no menos doloroso, de tener que separarnos de cosas que ya gozaban de nuestro cariño. Entre ellas, las plantas que, durante dos años, me había encargado de ir añadiendo al entorno. Seleccioné las más pequeñas para trasladarlas a mi casa y, las más grandes, las ofrecí a los pocos vecinos que viven en la aldea. Y fue precisamente una de las grandes, la que me creó un pequeño problema.
Mi esposo, mirando la enorme maceta, me preguntó:
-Esto... ¿No querrás llevártelo, verdad?
Y no era de extrañar que así lo pensara. La planta en cuestión daba verdadera pena. Los fríos del invierno la habían convertido en unos gelatinosos brotes negros que se deshacían sólo con mirarla.
¿Cómo le confesaba que era una de mis preferidas? Intenté sacar alguno de sus bulbos para transplantarlos en una maceta más pequeña y no perderla del todo. Pero fue imposible. Estaban fuertemente unidos unos a otros. O me la llevaba entera o, se quedaba allí, esperando que el próximo inquilino la cuidara convenientemente. Pero le tenía tanto cariño...Era uno de los pocos recuerdos que me quedaban "palpables" de la señora Amparo, la madre de una buena amiga. A ella le gustaba cultivar sus flores con locura y yo no podía abandonarla. Además, esa pobre planta ya tenía su historia...
Antes de pertenecerme, se encontraba medio abandonada en la terraza de la casa en que habían vivido los padres de mi amiga. Hogar que tuvimos que ayudarle a desmontar en pocos días y por serios problemas personales que atravesaba en esos momentos. Cuando ya dimos prácticamente por terminado el trabajo y, mientras ella daba un último repaso a toda la casa, salió a la terraza y, volviéndose al grupo, nos dijo señalando a unas empobrecidas hojas verdes:
Mi esposo, mirando la enorme maceta, me preguntó:
-Esto... ¿No querrás llevártelo, verdad?
Y no era de extrañar que así lo pensara. La planta en cuestión daba verdadera pena. Los fríos del invierno la habían convertido en unos gelatinosos brotes negros que se deshacían sólo con mirarla.
¿Cómo le confesaba que era una de mis preferidas? Intenté sacar alguno de sus bulbos para transplantarlos en una maceta más pequeña y no perderla del todo. Pero fue imposible. Estaban fuertemente unidos unos a otros. O me la llevaba entera o, se quedaba allí, esperando que el próximo inquilino la cuidara convenientemente. Pero le tenía tanto cariño...Era uno de los pocos recuerdos que me quedaban "palpables" de la señora Amparo, la madre de una buena amiga. A ella le gustaba cultivar sus flores con locura y yo no podía abandonarla. Además, esa pobre planta ya tenía su historia...
Antes de pertenecerme, se encontraba medio abandonada en la terraza de la casa en que habían vivido los padres de mi amiga. Hogar que tuvimos que ayudarle a desmontar en pocos días y por serios problemas personales que atravesaba en esos momentos. Cuando ya dimos prácticamente por terminado el trabajo y, mientras ella daba un último repaso a toda la casa, salió a la terraza y, volviéndose al grupo, nos dijo señalando a unas empobrecidas hojas verdes:
-¿Y a ésta, nadie la quiere?
Se refería a esa planta. Era demasiado grande para llevarla a cualquiera de nuestros domicilios. Se creó un silencio embarazoso. En ese momento, a todos los sentimientos tristes que viví a lo largo de la tarde con el traslado a un contenedor de la mayoría de enseres de la casa, se sumó el que, de repente, me ocasionó el enorme tiesto. Y terminó en mi coche. Así llegó a la casita de la aldea. El primer año conseguí que se mantuviera viva. Había pasado demasiado tiempo abandonada después de la partida de su dueña. Pero salió adelante. La primavera pasada, incluso floreció. Sus hojas se alzaron como 20 centímetros, y dos tímidas varas nos deleitaron con cuatro flores de un color rosa pálido preciosas, conocidas vulgarmente con el nombre de "la suegra y la nuera", porque nacen una enfrente de la otra, pero "mirando" hacia puntos distintos.
Mientras mi esposo desmontaba una estantería, cogí -a duras penas- la maceta en cuestión y la alojé en el maletero del coche después de practicarle una buena limpieza. Se iba a venir a casa. La coloqué rodeada de las otras que pueblan mi balcón y, comencé a cuidarla. A principios de Marzo, unas vigorosas puntas verdes brotaban de la tierra. Me causó una gran alegría. Ante mi sorpresa, en muy pocos días, las hojas alcanzaron bastante altura y comenzaron a abrirse las varas que contenían las flores. Pero esta vez no aparecieron dos. Nada menos que fueron seis las que coronaban cada vara. Estaba tan preciosa que la saqué del balcón, pues invadía el espacio de las otras. Y además, quería contemplarla a menudo. Me la llevé al salón y disfruté de mirarla hasta emocionarme. Ya son 36 las flores que han salido.
¿A que está guapa?
Como cualquier ser vivo, sólo ha necesitado un poco de cariño. Todo lo "demás"...lo llevaba dentro.
MAAT
13 comentarios:
Nos hemos cruzado en el blog. Yo en la anterior entrada, preguntando como estabas y tu poniendo este post.
A mi me pasa igual con las plantas, les tomo mucho cariño.
Mi suegro tenia una planta como esa en la terraa del pueblo (en Viver) y estaba todo el invierno sola, pero en primavera volvia a dar sus flores.
Yo tuve el asño pasado dos preciosas en el jardin, pero aqui el invierno ha sido tan duro que no han vuelto a salir,
La planta te ha recompensado, por tu empeño en tenerla a tu lado.
Asi, que ahora a disfrutarla.
Un beso.
Guapa no, !!está guapisima!!!!.
Y es que con cariño todo mejora.
Todos los seres vivos florecen cuando se les mima un poquito.
Menos mal que no la abandonaste. Hubiera sido una pena.
Un besito
Las plantas son muy agradecidas , pero tambien hay que tener ¨manos ¨para cuidarlas ;porque, por ejemplo,
yo soy un desastre , se mueren todas .
Esa plantita tuya es preciosa !
Besos desde Malaga.
Seguro que ese florecer ha sido en homenaje a ti y agradeciendo tus cuidados y que no la abandonaras.
Es preciosa esta planta. En el patio de abajo de mi piso hay una igual, pero sus flores son naranjas.
Yo soy una pésima jardinera;(
Besos
Que bellaza de planta Maat! Menos mal que te la llevaste!
Un beso primaveral!
Hola Maat,
Te admiro por muchas cosas..., pero con esta última cualidad me he quedado alucinada.
Olé por tu gran sensibilidad y lo fantástica que eres como ser humano.
Te cuento un secreto ;),..., nunca encuentro el término medio para cuidar una planta. Por eso hago lo que puedo y tomo nota de cualquier truquillo que me digan.
Tu planta es una maravilla y percibió el cariño que le tenías.
Buen fin de semana y cuidate un montón.
Abrazotes muy primaverales!
esta preciosa ya me gustaria a mi tener manos con las plantas... pero no atino con su cuidado e igual las riego mucho, que lo hago poco, y terminan muriendoseme... asi que ya por el bien de ellas no las compro, ni dejo que me las regalen... pero realmente es una planta preciosa que seguramente te deleitara la vista cuando la mires... besos
Es normal que la planta haya mostrado lo mejor que lleva dentro. Creo que tienes esa facultad con casi todos los seres vivos.
Abrazos.
Maat, tienes mucho ojo para saber dónde hacen falta tus cuidados.
Ya ves, con lo poco que cuesta dar cariño y no tirar la toalla.
Tu planta es una privilegiada, porque ha podido demostrar lo que llevaba dentro gracias a que alguien (tú)apostó por ella.
Preciosa.
Un abrazo
GRACIAS por tu relato cargado de energía positiva. Nos induce a cuidar nuestro entorno y el mundo, mandando en el aire los mejores sentimientos para la renovación de nuestra tierra..que ha de florecer..!
Un abrazo muy fuerte.
Está preciosa!!
Te felicito por ese rescate tan amoroso, y por como lo cuentas.
Un abrazo, guapa
Está preciosa, yo quiero una igual para mi sala.
Sí, un poco de cariño, a quién no le hace florecer?
Un beso.
Está preciosa! y te cuento que yo tengo varias, si no igual, muy parecidas, a la que incorrectamente la llamamos "azucenas" enanas o algo así, pero tienen la misma característica: una mira para un lado y la otra para el contrario, saliendo de la misma vara: el nombre "la suegra y la nuera" le vienen perfecto! jejeje
Qué suerte que tomaste la decisión de llevártela!, además sus bulbos se reproducen con suma facilidad cuando tienen espacio. La verdad es que se debe haber sentido muy contenta de seguir con ustedes!
Un abrazo!
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