27 de septiembre de 2008

Paul Newman



La noticia, aunque esperada, ha sido igualmente triste. Los ojos más bellos del cine se habían cerrado para siempre. Paul Newman ya había descansado. Y lo había hecho como el caballero que ha sido a lo largo de su vida. Marchó rodeado de su esposa, sus hijas y un grupo de buenos amigos. Y eligió que fuera en su casa, lejos de las paredes frías de una habitación de hospital...

Una de las cosas que más me llamó la atención de todo lo que he leído sobre este actor, fue saber que los beneficios de la empresa que creó de productos alimenticios, iban directamente a sufragar una de las muchas organizaciones benéficas que Paul atendía, organización que cada verano, procuraba unos días de asueto y diversión para niños de todo el mundo afectados de enfermedades mortales. Ni más ni menos.

Estoy segura que en la puerta del cielo, el sábado, se montó un gran revuelo. Y estoy segura también, que alguien, apresuradamente, colocó una inmensa alfombra roja. Una inmensa alfombra roja hacia la eternidad...


Maat



1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial