Jero es una persona con la que llevo coincidiendo un tiempo en la sala de poesía que suelo visitar, y a la que no dudo en acudir, cuando tengo cualquier dilema sobre poesía, gramática, ortografía, etc.etc. y siempre obtengo su ayuda. A Jero le gusta compartir conocimientos .....y archivos, de los que tengo ya una buena colección. Es profesor de Lengua, lo que le hace ser paciente y explícito en sus comentarios cuando le pido ayuda sobre cualquier tema. Hace unas semanas, lo hice con un poema que llevaba entre manos un tiempo y que era incapaz de terminar. "Es un buen poema, -me dijo-, pero los dos últimos versos no encajan, es más, ¿has pensado la posibilidad de añadirle dos versos más y cerrar el poema con cuatro cuartetos?
Me puse a ello con una ilusión mayor, pero cada vez que creía tenerlo acabado y se lo enviaba para que lo leyera, encontraba "algo" que no encajaba. Una noche, algo tocada ya en mi moral poética y después que me volvió a poner pegas a ese final, le dije que ya no lo intentaba más, y que si él era capaz, que fuera él quien lo terminara. Lógicamente se lo tomó a risa, y la cosa quedó ahí. A la mañana siguiente, recibía un mail de Jero con varias "propuestas" para el final de mi poema. El amor propio hizo acto de presencia y me puse a trabajar una vez más con ese cuarteto. Y, por fin, logré terminarlo. Esta vez, parecía estar bien resuelto.
Hace unos días, en una conversación con Jero por el mess, hablando de poesía, me dijo una frase haciendo referencia a ese poema, que me hizo gracia: "ese poema que te costó tanto terminar", frase que se quedó colgada por "ahí dentro" y que esta semana la he recordado leyendo un libro al que dedico cada noche un rato, y del que estoy aprendiendo muchisimo. Se trata de una antología de la generación del 27 y que por su intenso contenido, trato de beberlo a sorbos cortos. Pues bien, entre sus páginas me encuentro con un soneto de Jorge Guillem, poema al que se considera uno de los mejores de su obra, y leo, que comenzó a escribirlo en Oxford, el 30 de Diciembre de 1931 y que terminó en Valladolid el 26 de julio de 1935. Ni que decir tiene que nada más lejos de mi intención que comparar. Solo es una anécdota que me ha gustado conocer y que pone de manifiesto que la poesía, como todo en la vida, necesita su tiempo y que a los poemas, hay que dejarlos reposar... (esto último, también lo leí en otro libro: Escribir un poema, de Eduardo García y que me recomendó Jero) Conocer estos detalles de poetas consagrados, estimula, sosiega, y reconforta cuando decides plasmar en una hoja en blanco, sentimientos en forma de versos. Por lo menos a mi me ha ocurrido. Y te aseguro, estimado "profesor", que esta lectura, sin duda, influirá en el futuro. Me queda tanto por aprender...
Me puse a ello con una ilusión mayor, pero cada vez que creía tenerlo acabado y se lo enviaba para que lo leyera, encontraba "algo" que no encajaba. Una noche, algo tocada ya en mi moral poética y después que me volvió a poner pegas a ese final, le dije que ya no lo intentaba más, y que si él era capaz, que fuera él quien lo terminara. Lógicamente se lo tomó a risa, y la cosa quedó ahí. A la mañana siguiente, recibía un mail de Jero con varias "propuestas" para el final de mi poema. El amor propio hizo acto de presencia y me puse a trabajar una vez más con ese cuarteto. Y, por fin, logré terminarlo. Esta vez, parecía estar bien resuelto.
Hace unos días, en una conversación con Jero por el mess, hablando de poesía, me dijo una frase haciendo referencia a ese poema, que me hizo gracia: "ese poema que te costó tanto terminar", frase que se quedó colgada por "ahí dentro" y que esta semana la he recordado leyendo un libro al que dedico cada noche un rato, y del que estoy aprendiendo muchisimo. Se trata de una antología de la generación del 27 y que por su intenso contenido, trato de beberlo a sorbos cortos. Pues bien, entre sus páginas me encuentro con un soneto de Jorge Guillem, poema al que se considera uno de los mejores de su obra, y leo, que comenzó a escribirlo en Oxford, el 30 de Diciembre de 1931 y que terminó en Valladolid el 26 de julio de 1935. Ni que decir tiene que nada más lejos de mi intención que comparar. Solo es una anécdota que me ha gustado conocer y que pone de manifiesto que la poesía, como todo en la vida, necesita su tiempo y que a los poemas, hay que dejarlos reposar... (esto último, también lo leí en otro libro: Escribir un poema, de Eduardo García y que me recomendó Jero) Conocer estos detalles de poetas consagrados, estimula, sosiega, y reconforta cuando decides plasmar en una hoja en blanco, sentimientos en forma de versos. Por lo menos a mi me ha ocurrido. Y te aseguro, estimado "profesor", que esta lectura, sin duda, influirá en el futuro. Me queda tanto por aprender...
¿Y a que viene eso de Fernando? Pues he querido contar un poco lo que puede haber detrás de uno de los poemas míos, que tengo la osadía de compartiros. Fernando, es un excelente amigo de mi esposo y mio, que suele visitar mi blog, y que no se ha cortado un pelo en decirme que a él la poesía no le va, pero que le gusta lo que escribo y como lo escribo. Incluso, de vez en cuando, me llama por teléfono y "me echa una bronca" porque llevo días sin escribir...
Fernando, a ver si hay suerte, y a partir de hoy, consigo que leas también los poemas de mi blog. Y te aseguro, que si llegas a conectar un poco con la poesía, notarás algún cambio en tu vida interior. Y además, si logro que permanezcas más ratos por aquí, conseguiré que fumes algún cigarrillo menos, a no ser, -capaz te creo-, que acabes instalándote el ordenata en la galería, lugar donde te pierdes de vez en cuando, ya que es el único sitio donde puedes "humearte" de la casa...
Y ahora, os dejo el soneto de Jorge Guillem. Disfrutadlo. (Tú también, Fernando)
Fernando, a ver si hay suerte, y a partir de hoy, consigo que leas también los poemas de mi blog. Y te aseguro, que si llegas a conectar un poco con la poesía, notarás algún cambio en tu vida interior. Y además, si logro que permanezcas más ratos por aquí, conseguiré que fumes algún cigarrillo menos, a no ser, -capaz te creo-, que acabes instalándote el ordenata en la galería, lugar donde te pierdes de vez en cuando, ya que es el único sitio donde puedes "humearte" de la casa...
Y ahora, os dejo el soneto de Jorge Guillem. Disfrutadlo. (Tú también, Fernando)
MUERTE A LO LEJOS
Alguna vez me angustia una certeza,
Y ante mí se estremece mi futuro.
Acechándolo está de pronto un muro
Del arrabal final en que tropieza
La luz del campo. ¿Más habrá tristeza
Si la desnuda el sol? No, no hay apuro
Todavía. Lo urgente es el maduro
Fruto. La mano ya lo descorteza.
...Y un día entre los días el más triste
Será. Tenderse deberá la mano
Sin afán. Y acatando el inminente
Poder diré sin lágrimas: embiste,
Justa fatalidad. El muro cano
Va a imponerme su ley, no su accidente.
JORGE GUILLEM
Alguna vez me angustia una certeza,
Y ante mí se estremece mi futuro.
Acechándolo está de pronto un muro
Del arrabal final en que tropieza
La luz del campo. ¿Más habrá tristeza
Si la desnuda el sol? No, no hay apuro
Todavía. Lo urgente es el maduro
Fruto. La mano ya lo descorteza.
...Y un día entre los días el más triste
Será. Tenderse deberá la mano
Sin afán. Y acatando el inminente
Poder diré sin lágrimas: embiste,
Justa fatalidad. El muro cano
Va a imponerme su ley, no su accidente.
JORGE GUILLEM
Por cierto, mi poema, al que hago referencia, es el del día 3 de Agosto, y aunque ya está publicado en mi blog, sigue reposando...
Maat
Maat
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