Tan convencido estoy
de tu gran traspresencia en lo que vivo,
de que la luz, la lluvia, el cielo son
formas en que te esquivas,
vaga interposición entre tú y tú,
que no estoy nunca solo
mientras la luz del día me parece tu alma,
o cuando al encenderse las estrellas
me van diciendo cosas que tú piensas.
Esa gota de lluvia
que cae sobre el papel
es, no mancha morada, florida del azar,
sino vaga y difusa violeta
que tú me envías del abril que vives.
Y cuando los contactos de la noche,
masa de oscuridad, sólida masa,
viento, rumores, llegan y me tocan,
me quedo inmensamente
asombrado de ver
que el brazo que te tiendo no te estrecha,
de que aún te obstines
en no mostrarte entera
tan cerca como estás, detrás de todo.
Y tengo que creer,
aunque palpitas en lo más cercano
-sólo porque tu cuerpo no se ve-,
en la vaga ficción de estar yo solo.
PEDRO SALINAS
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