Arquero de la noche, con un gesto arrogante,
alcé el arco en la sombra y apunté a las estrellas.
Arquero de la noche, mi pulso estaba firme,
y en mi caraj había solamente una flecha.
Y vigorosamente lancé mi flecha al viento,
y hubo un largo zumbido sobre la cuerda tensa.
Lancé mi única flecha-la flecha de mi ensueño-
y me crucé de brazos bajo la noche negra.
El arco envejecido se me pudre en las manos,
pero yo sigo -arquero de la noche- en mi espera.
Lancé mi única flecha, y se perdió en la sombra.
Y nunca he de saber si llegó a las estrellas.
JOSÉ ANGEL BUESA
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