31 de mayo de 2012

Este jueves, un relato: En la quietud de la noche...


Cuando leí en la propuesta de Neo para este jueves las palabras "noche" y "poema" decidí, casi de inmediato, cual iba a ser mi participación. Es precisamente en la quietud de la noche, cuando disfruto generosamente de mis lecturas. En esas horas de sombras y silencios, me convierto en una perfecta nocherniega y, con un libro entre mis manos, me sobra el mundo.

Si el día lo he vivido un poco acelerada, si algún nuevo problema ha venido a  quitarme la poca paz que las circunstancias actuales nos van dejando, si he estado pendiente de las noticias y he consentido que vuelvan a inquietarme con las escalofriantes subidas de la  ya famosa prima de riesgo... intento reconquistar el sosiego con los versos de buena poesía. Y ahí voy. Me ha seducido la idea de traeros este jueves uno de mis poemas preferidos. Es de Pablo Neruda:   Poema 20.

Los que ya lo conocéis, seguro que os complace leerlo de nuevo.  Los que no, os va a fascinar. Así lo espero.

POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

PABLO NERUDA 

(De Veinte poemas de amor y una canción desesperada)





Maat

24 de mayo de 2012

Este jueves, un relato: Replicantes

La Gran Urna tenía preparados a los mejores Replicantes  de la raza que ella misma había creado. Su misión era muy clara: duplicarse y duplicarse hasta hacerse dueños  y señores de la población y someterlos a sus antojos. Minuciosamente entrenados para emular los sentimientos y emociones humanas se eligió a los más destacados, siendo  proclamados como intocables líderes convirtiéndoles  en  una poderosa fuerza universal. Dotados de una gran habilidad para absorber lo más rápidamente posible cualquier energía que les salga  al  paso en beneficio de su casta, ponen donde sobra y quitan donde no hay, pasando a ser una de las mayores amenazas para los mortales de bien.

Avezados en  sondear perfectamente las mentes de los humanos, llegan a confundirlos de tal forma, que les hacen perder una de sus mejores armas: la ilusión.  Y ya casi los tienen vencidos. Los Replicantes viven en su propia galaxia, gozando de una interconectividad muy alta y revestidos de cierta inmunidad que les protege de la responsabilidad  de sus nefastas acciones, teniendo para si la potestad de  interrumpir el funcionamiento de porciones de su cuerpo, tales como el corazón, que les libera del padecimiento del dolor ajeno que ellos mismos hacen germinar.

Sufridos electores, algo lerdos,  tratan desesperadamente de encontrar un Desintegrador de Replicantes que los desenrede de esa poderosa fuerza de gravedad que los está conduciendo hacía un -cada vez más habitado-agujero negro.

Maat









17 de mayo de 2012

Este jueves un relato: Pacto con el diablo

Don Paco no hizo ni alto ni bajo cuando irrumpí en la sacristía con mis dos cirios de color oro en las manos. No así los feligreses con los que me crucé en el pasillo de la Iglesia y que abandonaban el templo después de asistir a  Misa de 12, quienes me lanzaron miradas inquisitivas intentando averiguar el cometido de tan lujosas velas. El bueno del párroco, atendió amablemente mi petición y las bendijo con cierto aire  abstraído.  Mejor, pensé. ¿Cómo explicarle que las destinatarias de sus bendiciones iban a formar parte de un rito para pactar con el maligno?

Con los primeros rayos del sol comencé mi particular ritual cumpliendo cada uno de los pasos precisos para llevar a buen término el ansiado pacto. Dibujé un triángulo sobre el sufrido tablero de mi mesa de trabajo, justo a los pies de mi querido ordenador. En el centro, coloqué los dos cirios dorados acompañados por la imprescindible piedra de ematilla, capturada en lo alto del Garbí y, blandiendo una varilla de nogal silvestre comencé, cual maga, la invocación:

-¡Oh señor Mammon, rey  de las redes de comunicación interconectadas, tú que dominas los antros tenebrosos de los virus informáticos,  te ruego acudas a mi presencia dispuesto a concederme lo que te pido de corazón. Ven hasta mi pecé...llega...desciende...penetrale...

- Heme aquí. ¿Que deseas de mi? ¿Por qué turbas mi reposo?-

Te he invocado para pactar contigo a fin de que cubras con tu majestuosa sombra cada rincón de mi HP Proliant. Libra de todo mal a Ram y a Rom, al microprocesador, a la tarjeta madre -más conocida como tarjeta base-, al disco duro, al ventilador, a la señal Power-Godd signal...Librales de troyanos, camaleones, mutantes, sigilosos y voraces virus que saben atacar en el momento justo creando un irremediable caos informático.

A cambio, te ofrezco su alma al final de  sus días para tu disfrute. No dudaré en destriparlo y hacértela llegar hasta esa morada del averno donde tengo entendido que resetean ordenadores  con una pócima mágica que los deja como verdaderos pimpollos...

Y colorin colorado, este pacto se ha acabado.

Maat



15 de mayo de 2012

Mi voz...



El pasado domingo, Matices nos invitaba a unir nuestras voces en una fecha tan señalada últimamente como es el 15 M. Hubo una frase en dicha convocatoria que me sorprendió porque esa misma pregunta llevo haciéndomela bastantes meses. Decía así: 

-¿Que hemos hecho mal?

Eso mismo me he preguntado hasta la saciedad, pero no he sabido encontrar la respuesta. Mi voz, si se me permite, comienza pidiendo disculpas por no haber sabido dejar el mundo tal y como a mi se me entregó. Nada que ver...

Hoy, ahora mismo, me avergüenzo de la sociedad en la que vivimos nuestro día a día. Nos lo hemos montado tan mal, que a los niños no les dejamos serlo. No disponemos del tiempo que ellos nos necesitan y, tarde o temprano, pagaremos caro este descuadre. A nuestros jóvenes les hemos arrebatado la ilusión y apenas podemos ofrecerles un futuro. Muchos tienen que salir de nuestras fronteras, rompiendo el corazón de sus familias, buscando el porvenir que aquí somos incapaces de ofrecerles. Tampoco somos capaces de cuidar la vejez de nuestros mayores, después que lo han dado TODO por nosotros. Ya son muchas las familias que viven a merced de las pensiones de los abuelos y son ellos, los que cuidan de los nietos pues los padres, cada día tienen más difícil su mundo laboral al que se entregan en cuerpo y alma cuidando su puesto de trabajo como oro en paño. Y no quiero olvidarme de los "otros" abuelos. Los de más edad. Los que se consumen en las salas de estar de "nuestras residencias de ancianos", con la mirada entristecida esperando un poco de cariño que, para algunos, nunca llega. Los que visitáis  dichos centros, me entenderéis perfectamente.

¿Qué hemos hecho mal para estar dónde estamos?

Todos tenemos algo de culpa, seguro. Pero si me permitís, cargo las tintas con una parte importante de la casta política. No me importa el color. Para mí son todos exactamente iguales. Volveré a creer en ellos cuando se olviden de los intereses de sus partidos, de los suyos propios y, dejando de insultarse y de criticarse, se unan para trabajar juntos por los intereses reales de TODOS. Ya lo se. Es una utopía. Pero es lo que siento, lo que pienso y lo que deseo. Mientras, como todos, aguanto el chaparrón, esperando que lo antes posible escampe y un espléndido  arco iris, brille en nuestro cielo...Ya nos lo merecemos.

Maat



12 de mayo de 2012

Una propuesta




Aprovechando que es sábado, vamos a dar una vueltecilla por el Everest...¿Te vienes?

http://www.panoramas.dk/fullscreen2/full22.html


Maat 

(Gracias Jero)

10 de mayo de 2012

Este jueves, un realto: Erase una vez...


Cuando leí la propuesta de José Vicente para este jueves, me puse a pensar en esos cuentos que de niña comenzaron a llegar a mis manos. Jamás nadie me leyó historia alguna en la cabecera de mi cama porque compartía habitación con mis hermanas bastante más mayores que yo y sus horarios eran distintos al mío. Ellas se levantaban muy temprano para ir a trabajar y en la alcoba compartida se entraba directamente a dormir...

Uno de los primeros cuentos que leí y que me impresionó soberanamente fue Hansel y Gretel, de los hermanos Grimm. Sufrí lo indecible al leer que a los dos hermanos, sus padres, y por indicación de la madre, los llevaron al medio de un bosque para abandonarlos pues no podían alimentarlos de tan pobres que eran...El infeliz de Hansel, precavido, trazó con piedras una señal para poder volver a casa al día siguiente.Pero, lejos de alegrarse al verles  esa malvada madre que les tocó en la rifa, decidió llevarlos de nuevo al bosque pero todavía más adentro para que no pudieran salir. Hansel, volvió a dejar una pista para que, en la mañana,  los condujera de nuevo hasta su casa, pero esta vez la hizo de migas de pan, que espabilados pajarillos del bosque se echaron al coleto con avidez y les imposibilitó el regreso.

Después de ir perdidos durante dos días por la arboleda y, por si su desgracia no era ya suficiente, tuvieron la mala suerte de encontrarse con un esbelto pájaro blanco, un tanto cabroncete,  de canto persuasivo que los condujo hasta una casita hecha de toda  clase de chuches imaginables. Desfallecidos, comenzaron a dar cuenta de tan suculento manjar, sin percatarse de que la casita era la trampa que una bruja les había preparado para apresarlos y después comérselos. La mala pécora, acudía cada mañana para comprobar si ya habían engordado lo suficiente para hornearlos. Pero, afortunadamente, los niños eran más listos que el hambre que padecían y lograron meter a la bruja en el horno y acabar con ella. 

En  casa de la fallecida, encontraron toda clase de joyas y piedras preciosas y,anda que te andarás, logran regresar a su casa, donde encuentran solo a su padre, ya que a la madre, no ha mucho,  la había recogido la parca.

Y vivieron los tres juntos, felices y contentos sin pasar miseria alguna...

Aterrador.

Parece que reviviendo aquella lectura y escribiéndola, me he sacado una espinita del alma. ¡Bendito plagio!

Maat

Más cuentos en:  http://yaquedigo.blogspot.com/



3 de mayo de 2012

Este jueves, un relato: La vida en un castillo medieval


Esta vez, la ausencia de su amado le estaba doliendo más que en otras ocasiones. Fronilda languidecía de tristeza y, especialmente al caer la tarde, añoraba los galanteos de su apuesto esposo. Echaba de menos esos enormes brazos que la estrechaban cada noche, los músculos fuertes y poderosos que tanta seguridad le proporcionaban y deseaba con vehemencia mirarse  de nuevo en los brillantes ojos grises como el vidrio de Gunderico.

En la soledad de su alcoba, las noches de Mayo no eran favorables para conciliar el sueño  y los despertares eran fatigosos a pesar del buen hacer de su doncella Gotina que intentaba contagiarla, inútilmente, de su alegría matutina.Tampoco lo conseguía la bulliciosa alondra que, cada amanecer, se posaba en el alféizar de su ventana para obsequiarle con su alborozado canto.

Dedicaba las primeras horas del día en observar como los rayos del sol iban secando las gotas de rocío que se mecían en las hojas de las madreselvas que cubrían gran parte de su hermoso jardín. Sólo la presencia de su aguerrido esposo haría posible que las lágrimas se esfumaran de su angelical rostro.

En todo este tiempo de fatal espera, tan sólo había mostrado cierto interés en la visita realizada de incógnito a la anciana Tesea. Soportaba con ciertas licencias la prohibición de visitar el taller de esa mujer de expresión altanera y cabellos del color de las cenizas de un fuego apagado, que frisaría los ochenta y que no gozaba de buena reputación, pues aseguraban las malas lenguas,  era conocedora de todos los remedios para el amor, pues en ese género, había sido maestra.  Generalmente, su charla era obscena y picante, lo que no era recomendable para una dama. Pero las telas que tejía eran famosas en todo el país y sus pañuelos lucían como verdaderas obras de arte.

Esa mañana, en el mejor salón de la torre homenaje del castillo, iba a tener lugar un acontecimiento lúdico. El mejor bufón de la corte, trataría de divertir a la entristecida señora con una extraordinaria  puesta en escena. Ataviado con sus más vistosas vestimentas comenzó la representación. Todo el personal de servicio, presos de entusiasmo, acompañaban a su ama, inundando con sonoro bullicio cada gesto del afamado hazmerrerir.

De repente, un retumbante sonido se escucho con fuerza en toda la estancia. El puente levadizo del castillo abría paso a los viajeros.  Rápidamente se corrió la voz con la buena noticia: el príncipe había regresado, sin previo aviso,  y su séquito alcanzaba ya las murallas del castillo.

Fronilda corrió al encuentro de su liberador. No daba tiempo de encargar en las cocinas el pavo cebado rustido que se preparaba para dar la bienvenida a los valientes guerreros. Poco le importaba el pensar en qué tierras habrían batallado, ni los prisioneros que hicieran a su paso, ni a los pueblos que habían sometido, ni en qué condiciones se encontraban a su vuelta.Tan solo un deseo se había adueñado de su mente: que un preciado objeto que, seguramente, pendía del cuello de Gunderico cumpliera su misión. Una pequeña y artesanal llave de plata que iba a hacer posible que la sonrisa se instalara de nuevo en el rostro de la joven...

Porque para entonces, el cinturón de castidad estaba acabando con ella...

Maat