17 de mayo de 2013

Este jueves, un relato: La fiebre del oro






Desde que supe la propuesta de Juan Carlos para esta semana, he leído varias cosas sobre el tema, «para inspirarme». Pero se me presentaba difícil la propuesta. El muso, se me resistía...

Esta mañana, he salido de casa con mi carrito de la compra y la temible lista de productos a adquirir. En el ascensor he coincidido con mi vecina Mari Luz. Después de darnos los buenos días, me he interesado por su hija Tamara que anda por los madriles perfilando un Master. 

-Está muy bien, y contenta, que es lo más importante..., me ha respondido.

Pero al hacerlo, lejos de mostrar alegría en su rostro, un triste brillo se ha adueñado de su mirada.

-Pero, ¿sabes?. Seguramente se marcha a Bruselas a trabajar. Un par de amigos suyos que ya están allí le han hablado de un tema y si sale...se nos va. Me aterra el pensar que eche raices en áquellas tierras y vivamos asi de separados en un futuro. Aunque si es eso lo que ella decide, estaremos a su lado y la apoyaremos. Está claro que han de vivir su vida y aqui, no hay nada para ofrecerles, aparte de la cola del INEM.


He intentado demostrarle que la entendía perfectamente y le he deseado que tuviera lugar lo que más le conviniese a la joven. Ella es la que va cara a la vida...

Cuando me he quedado sola, mira por donde, me ha venido a la mente la propuesta de Juan Carlos. No es la fiebre del oro, pero ahora -por desgracia- nuestros jóvenes sufren de otra clase de fiebre: la de buscar trabajo. La insatisfacción social y la falta de ilusiones «nacionales», les hacen migrar a otros paises a encontrar lo que aquí somos incapaces de ofrecerles. Los hemos criado, educado, formado, invertido mucho dinero y esperanzas en todo esto, pero ahora, con ese bagaje, tienen que partir a  extraños lugares a dar sus frutos, a labrarse un porvenir, a poder vivir...

Y a los suyos, sufrir en silencio.

Por cierto, ¿alguien sabe el paradero de una señora rubia, de baja estatura, vestida con ropa de firma, peinada a lo Sofi, de sonrisa algo estreñida que anunciaba «brotes verdes»? En estos momentos, me apetece obsequiarle con una espléndida colleja... 

LUPE


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9 de mayo de 2013

Este jueves, un relato: Pero que contenta estoy

Se que debía desterrarlo de mi vida, que es malote para la salud, pero mi voluntad es más menuda que una semilla de ajonjoli, y la resolución de obviarlo se torna desmesuradamente  lábil. Dejo que su tintinar en mi boca inunde todos los  sentidos con un torrente de sensaciones placenteras y se me hace imposible no sucumbir entre el oleaje de sabores que me trasladan a una insólita burbuja y me aislo del resto del mundo, proporcionándome los más chispeantes momentos de mi existencia. Es zalamero conmigo hasta lo indecible y, ante su influencia, me convierto en una tirillas a su antojo, que es el mio.

Cada mañana, me miro al espejo, y con las mismas manos que cada noche, a hurtadillas, lo rescatan del cajón escondido de la impasible nevera, me envio un cálido y disculpable beso, a la vez que me  sermoneo:

-Vos, señora, debéis renunciar, cada noche, a comer chocolate  a escondidas...
 
Lupe

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