Lo tenía totalmente prohibido. Pero a mi se me "olvidaba" con cierta frecuencia...
-No se te ocurra andar descalza por casa. Sabes que los enfriamientos entran por los pies y acuérdate los calenturones que te dan cuando te resfrías-
Nadie de mi familia tenía esa costumbre. Más a mí me seducía el sentir en las plantas de mis diminutos pies la caricia de los mosaicos multicolores que configuraban el suelo de mi hogar. Era una sensación que se me hacia irresistible, aún a sabiendas de las regañinas que esa práctica me deparaba.
El temor de mi madre ante esa creencia suya tenía su lógica, pues los episodios de mis anginas inflamadas con fiebres rozando el delirio eran ya habituales en esa etapa de mi infancia.
Pero la noche anterior a mi primera Comunión desoí totalmente la advertencia materna. Al nerviosismo propio del feliz acontecimiento que iba a vivir en horas, se sumó el deslumbramiento que me proporcionó el ver "expuesto" mi traje de comunión. Un matrimonio amigo de mis padres me lo habían confeccionado. Él era sastre y su esposa le ayudaba en su quehacer diario y ambos cosían como los ángeles. Sabedores de mi debilidad por las películas de Sissi, diseñaron un modelo que me emocionó sin límites cuando lo vi terminado. Y, esa noche, esperé a que todos se durmieran en casa para disfrutar a solas contemplándolo.
A hurtadillas y, por supuesto, descalza, realicé múltiples viajes de mi habitación al salón-comedor donde el pomposo vestido me esperaba para lucirse en mi compañía al siguiente día. Me quedaba petrificada observándolo, gozándolo, sobre todo, el volante de tul tableado que adornaba el bajo de la prenda. ¡Me fascinaba!
A la mañana siguiente, amanecí con los párpados de mis ojos hinchados como pequeños globos. Ni mis padres ni mis hermanos encontraban el motivo de mi dolencia matutina. Allá adentro, y en silencio, achacaba a mis andanzas nocturnas el origen del contratiempo. Ya no dudaba que el enfriamiento había entrado por mis pies, pero despistado en mitad de la noche, había pasado de largo por mis anginas y se había aposentado en mis trasnochados ojos. Pero esta vez, por suerte, no hubo regañina. El secreto quedó entre mi vestido y yo...
Maat
Más mitos, leyendas y creencias en: http://i-deariofertil.blogspot.com/
-No se te ocurra andar descalza por casa. Sabes que los enfriamientos entran por los pies y acuérdate los calenturones que te dan cuando te resfrías-
Nadie de mi familia tenía esa costumbre. Más a mí me seducía el sentir en las plantas de mis diminutos pies la caricia de los mosaicos multicolores que configuraban el suelo de mi hogar. Era una sensación que se me hacia irresistible, aún a sabiendas de las regañinas que esa práctica me deparaba.
El temor de mi madre ante esa creencia suya tenía su lógica, pues los episodios de mis anginas inflamadas con fiebres rozando el delirio eran ya habituales en esa etapa de mi infancia.
Pero la noche anterior a mi primera Comunión desoí totalmente la advertencia materna. Al nerviosismo propio del feliz acontecimiento que iba a vivir en horas, se sumó el deslumbramiento que me proporcionó el ver "expuesto" mi traje de comunión. Un matrimonio amigo de mis padres me lo habían confeccionado. Él era sastre y su esposa le ayudaba en su quehacer diario y ambos cosían como los ángeles. Sabedores de mi debilidad por las películas de Sissi, diseñaron un modelo que me emocionó sin límites cuando lo vi terminado. Y, esa noche, esperé a que todos se durmieran en casa para disfrutar a solas contemplándolo.
A hurtadillas y, por supuesto, descalza, realicé múltiples viajes de mi habitación al salón-comedor donde el pomposo vestido me esperaba para lucirse en mi compañía al siguiente día. Me quedaba petrificada observándolo, gozándolo, sobre todo, el volante de tul tableado que adornaba el bajo de la prenda. ¡Me fascinaba!
A la mañana siguiente, amanecí con los párpados de mis ojos hinchados como pequeños globos. Ni mis padres ni mis hermanos encontraban el motivo de mi dolencia matutina. Allá adentro, y en silencio, achacaba a mis andanzas nocturnas el origen del contratiempo. Ya no dudaba que el enfriamiento había entrado por mis pies, pero despistado en mitad de la noche, había pasado de largo por mis anginas y se había aposentado en mis trasnochados ojos. Pero esta vez, por suerte, no hubo regañina. El secreto quedó entre mi vestido y yo...
Maat
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17 comentarios:
Qué pena...lo pasarías fatal. Si es que los padres saben mucho y cuando dicen las cosas por algo es..jejeje Excelente
Besos
Una linda anécdota que te agradecemos compartir!...esos mitos con que buscaban mantenernos a raya de chicos quedan latentes con sus miedos y prejuicios en el subconsciente, aunque no nos demos cuenta!
Un abrazo.
Siempre es un placer pasar por
tu bonito espacio y leer tus
bellos post.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.
Maat, la exposición del vestido antecedente del de la novia, marca, somete, te hacia soñar que eras una princesa de blanco, luego...
Siempre descalza sobre los azulejos, los prados, las playas, para notar de qué van las auténticas sensaciones.
Una leyenda que marca, me refiero a la de andar descalza !ave!
He imaginado tu vestido y tu desvelo por admirarlo. Ahora recuerdas aquellos momentos vividos a solas como uno de los mejores del día. Tú y tu imaginación haciendo de las suyas durante la noche. Un beso.
Yo juraría que también me resfrío cuando ando descalzo, aquello de... "pies frios, cabeza caliente" no tiene nada de leyenda.
(al menos para mí)
Nunca había leído algo relacionado con los resfriados con tanta primura, me gustó.
Besos
Yo recuerdo que por amenazas franquistas estuve obligada a tomar la comunión como todas las niñas de la época. Pero el recuerdo la ropa interior "caladita" de algodón blanco y del fabuloso vestido confeccionado por mi madre, de tul blanco con pequeñas flores bordadas, no me lo quita nadie.
¡Parece mentira la de vueltas que da el tiovivo!
besito.
Te entiendo porque yo también adoraba andar descalza de niña. Incluso hoy de grande cuando puedo lo sigo haciendo, aunque a mí también me inculcaron que me iba a agarrar un resfriado si lo hacía.
Me encantó tu relato, me llevó a mis épocas de pequeña, y pude ver el vestido de tu comunión como si estuviera a su lado.
Un abrazo.
Yo también soy de pies frios y cabeza caliente como dice Alfredo, lo cual es una lástima para algunas dolencias, según mi medico acupunturista de acuerdo a la medicina tradicional china sería mejor lo opuesto, pero que va a ser...
Por otra parte yo solía tener anginas, pero me abandonaron el dia que deje de fumar, coincidencia? no creo
Me agradan tus relatos, extraes ternura y belleza aún de las cosas más nimias!
Te mando un fuerte abrazo Maat
Muy bonito el recuerdo, van varios relatos de infancia llenos de ternura, en un bonito ambiente familiar.
A lo de los pies descalzos me uno, aunque en mi caso sin consecuencias para la salud.
Un abrazo, amiga.
Maat, un vestido como el de SISI, que envidia me das...!!!
Me hiciste recordar a una amiga que cuando me apoyo en una columna de alumbrado, me grita que me aparte, porque me puedo electrocutar.
Todavía no he comprobado si es verdad o leyenda...
Un relato multicolor, que he disfrutado..
(me llevas a Cullera???)
Besos
Pues me ha encantado, alli paradita frente a tu vestido de tul blanco y en los oidos: No andes descalza. Lindos recuerdos. Por aquí tambien vamos descalzo y es que es un placer.
Precioso Maat.
Un abrazo.
hay una cosa en la que no estoy de acuerdo contigo, maaat-lpe...y esa es que el vestido no se luciría, pienso y afirmo que quien seluciría es la balle infante maaat...
por otra parte...ese comunista de vestido...¿estás segura, maat, de que no tenía personalidad propia, estás segura de que no había adquirido vida propia y de que no te poseyó, estás segura de que ese mamoncete y bello vestido no estaba por la labor de ser una especie de diablillo que había nacida para tentarte? a mí nunca me hubiera tentado..seguro, auqnue si huiera sido un traje de marinerito,...no sé, no sé..
ah, yo sí ando con pies descalzos desde que tenía uyyy esos años, es más, ando por casa como mamá me trajo al mundo y no hay manera de caer enfermo...
medio beso.
Y es que a algunas leyendas/remedios hay que hacerle caso al menos en ocasiones especiales, ¿Verdad?
Buena anecdota para reafirmar el no ir desclazo por el frio suelo.
Un beso
Siempre me gustó de pequeño estar descalzo por casa. Muy agradable la sensación de sentir el frescor del suelo a través de la planta de los pies. En cuanto a las sensaciones que debiste sentir al ver tu vestido, creo que te compensaron de esa noche en vela antes de tu comunión.
Un abrazo.
Sé muy bien lo que eran esas inflamaciones de anginas, no poder apenas tragar más que cucharadas de zumo y yogur, fiebre y malestar, pero compensados por la posibilidad de pasar unos días en la cama, en invierno, bien arropada y mimada. La verdad es que, increíble, lo recuerdo con nostalgia.
Y también recuerdo enamorarme de alguna prenda, no de mi vestido de comunión, que nunca me gustó, pero si de algún otro especial.
Aprovecho este comentario para convocarte al HALLOBLOGWEEN.
Excelente relato! Y un placer visitar tu blog.
Un abrazo.
Josef.
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