Esta vez, la ausencia de su amado le estaba doliendo más que en otras ocasiones. Fronilda languidecía de tristeza y, especialmente al caer la tarde, añoraba los galanteos de su apuesto esposo. Echaba de menos esos enormes brazos que la estrechaban cada noche, los músculos fuertes y poderosos que tanta seguridad le proporcionaban y deseaba con vehemencia mirarse de nuevo en los brillantes ojos grises como el vidrio de Gunderico.
En la soledad de su alcoba, las noches de Mayo no eran favorables para conciliar el sueño y los despertares eran fatigosos a pesar del buen hacer de su doncella Gotina que intentaba contagiarla, inútilmente, de su alegría matutina.Tampoco lo conseguía la bulliciosa alondra que, cada amanecer, se posaba en el alféizar de su ventana para obsequiarle con su alborozado canto.
Dedicaba las primeras horas del día en observar como los rayos del sol iban secando las gotas de rocío que se mecían en las hojas de las madreselvas que cubrían gran parte de su hermoso jardín. Sólo la presencia de su aguerrido esposo haría posible que las lágrimas se esfumaran de su angelical rostro.
En
todo este tiempo de fatal espera, tan sólo había mostrado cierto
interés en la visita realizada de incógnito a la anciana Tesea.
Soportaba con ciertas licencias la prohibición de visitar el taller de
esa mujer de expresión altanera y cabellos del color de las cenizas de
un fuego apagado, que frisaría los ochenta y que no gozaba de buena
reputación, pues aseguraban las malas lenguas, era conocedora de
todos los remedios para el amor, pues en ese género, había sido
maestra. Generalmente, su charla era obscena y picante, lo que no era
recomendable para una dama. Pero las telas que tejía eran famosas en todo el país y sus
pañuelos lucían como verdaderas obras de arte.
Esa
mañana, en el mejor salón de la torre homenaje del castillo, iba a
tener lugar un acontecimiento lúdico. El mejor bufón de la corte,
trataría de divertir a la entristecida señora con una extraordinaria
puesta en escena. Ataviado con sus más vistosas vestimentas comenzó la representación. Todo el personal de servicio, presos de entusiasmo, acompañaban a su ama, inundando con sonoro bullicio cada gesto del afamado hazmerrerir.
De repente, un retumbante sonido se escucho con fuerza en toda la estancia. El puente levadizo del castillo abría paso a los viajeros. Rápidamente se corrió la voz con la buena noticia: el príncipe había regresado, sin previo aviso, y su séquito alcanzaba ya las murallas del castillo.
Fronilda corrió al encuentro de su liberador. No daba tiempo de encargar en las cocinas el pavo cebado rustido que se preparaba para dar la bienvenida a los valientes guerreros. Poco le importaba el pensar en qué tierras habrían batallado, ni los prisioneros que hicieran a su paso, ni a los pueblos que habían sometido, ni en qué condiciones se encontraban a su vuelta.Tan solo un deseo se había adueñado de su mente: que un preciado objeto que, seguramente, pendía del cuello de Gunderico cumpliera su misión. Una pequeña y artesanal llave de plata que iba a hacer posible que la sonrisa se instalara de nuevo en el rostro de la joven...
Porque para entonces, el cinturón de castidad estaba acabando con ella...
Maat
Más vidas en castillos en:http://puntosuspensivos-teriri.blogspot.com.es/
18 comentarios:
Bárbara costumbre la del cinturón de castidad, con razón Fronilda corria al encuentro de su liberador. Puede que le pudiera el deseo, no lo dudo, pero sobre todas las cosas el deseo... de librarse de tamaña tortura.
Un abrazo.
¿Habrán sido verdad esos tortuosos aparatejos?¿habrán sido ciertas semejantes torturas infringidas a las esposas en nombre de salvaguardar la honra y la castidad de las mujeres cuando el esposo partía?...qué terrible destino el de esas mujeres que tan sólo eran "cosas" a guardar bajo llave en el castillo.
un abrazo juevero.
Pobre Fronilda y menos mal que Gunderico no había perdido la llave.!!
Un beso
¡Con razón esperaba tanto a su amado! Hay que ver como se las gastaban en aquellos tiempos. Suerte que el relato termina con final feliz. Un beso.
Un fuerte abrazo y mi reconocimiento a tu buen relato.
En mi jueves tienes también una cita, amiga.
ACHUCHONES!!!
Hola Maat, un placer! un verdadero placer!!!
Mi lupa, aunque todos piensan que se trata de la típica lupa para leer, es otra cosa.
Lupa significa loba en italiano, ves mi foto de perfil?
Pero al tratarse de un blog literario, se puede entender de las dos maneras, no me importa jejeje
Voy a ver si encuentro el link para seguirte, que para eso soy un poco torpe y nos leemos!!
Besos
Lupa (aauuuuuuh)
Ha sido un buen tema este del medievo para sacar tan tortuoso engendro como era el cinturón de castidad. Ha salido en varios relatos y a cual más original e inteligente, y sobre todo algunos como éste tuyo con un suave humor.
Por otro lado, muy bien descritos todos los detalles de la época y de la desesperada espera.
Muy bueno.
Un abrazo
Qué casualidad que ambas hemos tenido la misma idea, pero yo he sido menos romántica y no le he perdonado al esposo que la hubiera tenido en esas condiciones.
Mi dama no consentiría otra como esa.
Un beso.
Presagiaba yo una historia de amor nada mas leer el nombre de Fronilda y Gunderico, con todos los ingredientes, melancolia, tristeza y esperas de sol a sol la vuelta del guerrero....pero ay! la prisa no era solamente por amor, si no por comodidad jajajaja.
¡Y rezando porque no se hubiera oxidado el candado!
Un besote amiga.
Tan bellamente narrado este relato, con brujas pillas, doncellas bellas y bufones coñones, a la espera, ayyyy, suspirando la princesa Fronilda, a la espera de una llave. Bruto el caballero Gunderico, animal guerrero, ojalá se le pille en el armatoste de hierro aquello que más quiere.
Me encantó Maat, besitos.
Hemos coincidido en el tema, pero tu te has aferrado a la tradición y al miro. Pobre Fronilda, pues creo que cuando Gunderico oliera debajo de sus faldas después de tanto tiempo sadría contiendo con la llave al cuello jajaja
Uff, no me extraña debía de ser horrible, pobre Fronilda... Aunque a medida que lo leía me parecía la mas bella historia de amor, ahh, no, no, no... ella solo esperaba esa llave.
Besos!!
FELIZ DIA DE LAS MAMIS!!!!!!!!
Cariños
Languidecía Fronilda de amor Ah!!!! noooo de amor no de puro dolor, llave poderosa la que deseaba tener.
Ya se lo tenian que haber puesto a ellos a ver que tal.
Maat un abrazo.
Yo tambien presagiaba un feliz encuentro de los amantes a medida que leia tan linda prosa, y me encantó ese toque de realismo humorístico que le diste al tema álgido del cinturón de castidad, que ha hecho tan particular a la edad media, un encanto Maat!
Abrazo
Hola Maat! Nos venimos a encontrar en el transcurso de la Edad Media (nunca es tarde), pero por suerte en situación mucho más agradable que la de la pobre Fronilda. Eran tiempos difíciles aquellos, sobre todo si había que llevar semejante aparatejo para seguridad de la honra del amado. Algo que debió ser incómodo, antihigiénico... me atrevería a decir que un poquito de confianza alcanzaría, pero parece que eso sí, no se usaba.
Excelente relato!
Besitos al vuelo:
Gaby*
hola! me he permitido el lujo de seguirte. Le he echado una ojeada a tu blog y parece muy interesante.
espero que te animes a darte una vueltecilla por mi blog y si te gusta y te apetece me sigues...
un besazo!
Mon Dieu, muy bueno. pobrecilla mujer, por cierto, geniales los nombres, preciosa la narración. Pobre Fronilda encerrada en el maldito cinturón.
Besos Maat.
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