24 de septiembre de 2011

Este jueves (sábado) un relato: Tu calle

Atendiendo la invitación del diablillo de Gus -que agradezco cantidad- me sumo al callejeo juevero.



(Clic para agrandar)

Mi calle está situada en un sector relativamente nuevo donde, en el pasado "boom inmobiliario", fueron edificándose bloques de viviendas con cinco alturas en terrenos usurpados hábilmente a la huerta.

Es una zona amplia y muy bien comunicada. El edificio donde vivo está orientado al este, lo que comporta infinidad de ventajas. Cada mañana, a través de los árboles del extenso cinturón verde que flanquea mi calle puedo contemplar la salida del sol. Observar el movimiento de los pajarillos que se han instalado en sus ramas, deleitarme con el aroma a tierra mojada que deja la lluvia, recibir con agrado el aire de Levante que algunas tardes llega hasta mi casa y al que dejo deambular libremente por ella. Desde mis balcones, presenciar una tormenta es espectacular, como lo es contemplar algunas noches la luna jugando al escondite con las nubes, o cuando luce de "llena". Un lujo.

Mi calle, acoge cada tarde en adustos bancos de madera a pequeños grupos de ancianos que se reúnen simplemente para ver pasar la vida mientras hablan de sus tiempos y sus casi olvidadas experiencias. Huele a azahar cuando los naranjos explotan de flores blancas. Un alto porcentaje de las personas que habitan en mi calle son parejas jóvenes que han ido instalando sus "nidos" en los modernos y cómodos pisos construidos. Les tengo un especial aprecio, quizá porque me sienta algo responsable de lo mal que les dejamos este cotarro que hay montado...



Los edificios guardan cierta similitud en sus fachadas, la mayoría de cara vista, pintados en tonos ocres y con balcones de todos los tamaños pero con un indicativo común, están casi siempre solitarios, rara vez ves a alguien asomado en ellos. Los tiempos cambian, y también nuestras costumbres. Algunos, exhiben preciosas plantas que engalanan y alegran el ambiente.

Al ser una zona nueva, han sido varios los comercios que han intentado subsistir pero, con la que cae, han ido cerrando sus puertas y dejando las plantas bajas tristemente deshabitadas. El último que ha partido del barrio, una verdi-amarilla sucursal bancaria que "no generaba" lo suficiente...

En cambio, el horno de mi calle funciona a las mil maravillas. Su horario es de infarto. Abre sus acristaladas puertas a las 7 de la mañana y baja la persiana alrededor de las diez de la noche. Tras su mostrador, Elena, una amable y cordial dependienta que siempre tiene la sonrisa puesta y que conoce al dedillo las preferencias que los parroquianos tenemos de los suculentos manjares que nos brinda el establecimiento. Otro clásico de mi calle es Germán. Regentaba un taller de coches pero en poco tiempo ha tenido que hacerse el ánimo de cerrar sus puertas. Primero, una dura enfermedad que afortunadamente ha superado y la dichosa crisis que nos acompaña después, han hecho que su negocio, de más de cuarenta años, se convierta en inviable. Ha ido perdiendo clientes, pero no amigos. Muchos ratos los pasa en la puerta de su taller, huérfano de coches averiados, recibiendo la visita de viejos conocidos con los que entabla entretenidas charlas.

Mi calle es bulliciosa en algunos momentos del día. Es paso obligado de alumnos de dos colegios y un instituto cercanos. Está bien señalizada y con la accesibilidad necesaria para todos los transeúntes. Los fines de semana cambia de aspecto gracias a los vecinos que, aprovechando las zonas ajardinadas, pasean y juegan con sus hijos otorgando un toque de alegría al entorno.

Como pura anécdota citar algo sorpresivo que hemos sufrido recientemente los vecinos de mi calle: la desaparición de todos los pomos y asideros metálicos de las puertas de nuestros patios. Una banda organizada-nos dicen-ha sido la encargada de efectuar las sustracciones. !Insólito!

Ha sido un verdadero placer dar este paseo con vosotros por un pedacito de mi vida diaria.

Gracias -una vez más- a Tésalo por la idea de los jueves y medio beso a Gus por su trabajo en mantenerla.


Más calles en:http://callejamoran.blogspot.com/


Maat

P.D. Provista con mis zapatillas de paseo, os visito después de comer...



20 comentarios:

casss dijo...

Después de esta detallada presentación, lo único que me resta es pedirte conocer tu calle.
No temas... tu casa mantendrá el anonimato. Pero esa calle.... no me la quiero perder.
Besotes jueveros.

Celia Álvarez Fresno dijo...

Querida Maat.
Un lujo de calle. Un superlujo la forma en la que nos has llevado por ella.
Un abrazo con todo mi cariño

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Hola Maat, me alegro que vuelvas por aquí. Tu calle debe ser fantástica a tenor de las fotografías, muchos arboles y naturaleza, ideal para pasear.
Esto de estas bandas organizadas que roban pomos e incluso rejas, hace poco hicieron un reportaje en la tele. Es lo que trae la crisis, espero que se os vuelva a repetir.
Un abrazo

Ardilla Roja dijo...

Querida Maat:

Vives en un escenario envidiable. Rodeada de palmeras que evocan paraísos tropicales y con el "plus" añadido de disfrutar del azahar cuando los naranjos están en flor. Me encanta y es de las cosas que más echo de menos.

Te dejo un fuerte abrazo.

Manuel dijo...

Una calle, un barrio para disfrutar viviendo. El cómo nos describes tus despertares nos deja ver un precioso inicio de jornada diariamente. Felicidades
Un beso

Alfredo dijo...

Una calle muy levantina, con olores y paisajes conocidos.
Gentes que se repiten y que dan color a nuestras horas.

Me gusta esa perspectiva, con ese horizonte que en ocasiones debe oler a azahar.

Besos

XoseAntón dijo...

Gracias por el paseo, Maat; me quedo con ese amanecer; ¿me lo puedo quedar, verdad? Mejor avísame para, como hicieron con los pomos, robártelo cuando huela a azahar.

Bikiños

Medea dijo...

Querida Maat,¡¡Cuánto tiempo desde la última vez!!, cansancio en un principio, estallido de la informática después y como colofón, la operación de mi madre a la cual he tenido en casa dos meses de los cuales uno y medio no podía valerse ni para ir sola al baño. Ayer ya bastante recuperada pero teniendo por delante un gran periodo de rehabilitación volvió a su casa en Segovia y antes de que se levantara me puse a escribir para no perder ni un día más. Siento que me falta agilidad en las ideas de lo que quiero expresar pero el caso es empezar, al menos para leeros me siento en forma y me paseo por vuestras calles. La tuya abierta al cielo en los amaneceres, la mía orientada a poniente cuando el sol se esconde en la sierra de Madrid, la luna…cuando la vea jugueteando entre las nubes me acordaré de ti, es un privilegio poder vivir en una calle con ventanas al cielo. Si es penoso lo que le queda a la gente joven, locales cerrados, las tiendecitas, pequeños comercios que daban vida al barrio, los de toda la vida, van cerrando…no sabemos si nuestras calles volverán a ser lo que un día fueron, quizás exista algo de verdad en eso de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” Un beso grande querida Maat, espero verte en Valencia y que me des un “paseíto” jejeje.

Natàlia Tàrraco dijo...

Maat, llamaré con los nudillos a la puerta de tu calle, no necesito picaportes aunque me gustan los que son una mano que aprieta una bola.
Llamaré a través de tus palabras para comprar el pan y charlar a la puerta donde el mecánico desocupado, escucharé a los abuelos de las batallitas, miraré a los niños cruzar la calle.
Miraré esa tormenta desatada y el sol asomando tras los huertos. !Qué suerte de calle la tuya! Me la pateo de punta a punta con tus palabras.
Nos vemos en otra calle?
Besitos.

Matices dijo...

Impresionante la foto y lo que ofrece, luego andar tú calle ha sido todo un placer, he podido oler el azahar (tan conocido aquí) y el horno. Al fin y al cabo estamos conformados por los pequeños detalles que nos dan las rutinas, por eso cuando se nos escapan los mantenemos en el recuerdo.

Besos!!

Juan Carlos Celorio dijo...

Pues ya conozco tu calle, aunque no sepa donde está. Con el relato que haces, si paso por ahí ya hasta tendré conversación con los vecinos.
Un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

De toda tu detallada descripción, quisiera quedarme con esas reuniones de ancianos en bancos de madera, descansando y conversando sobre sus cosas mientras el olor de azahar perfuma el ambiente.
Debe de ser un sitio muy agradable para vivir en el.
Un abrazo.

San dijo...

Tu calle Maat me recuerda en muchos detalles a la mia, calle y barrio jóven descubriendo vida. Me encantó pasear por ella.
Desde aquí se huele a azahar.
Un abrazo.

Un par de neuronas... dijo...

Lo mejor, el aroma del pan...

Beso.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Precioso paisaje el que nos brindas desde tu calle!...llevando cada quien sus cómodas zapatillas, hemos disfrutado del recorrido de la mano de tus palabras.

Un abrazo

rosa_desastre dijo...

Hay pinceladas de tu calle en mi calle y viceversa. Recorrer de puntillas las historias sentadas en uno de esos bancos de madera, o desde mi balcón, la vida, esa es la vida de cada despertar.
Un beso, amiga.

HADALUNA dijo...

Sigue encantándome tomarme un café en tu casita mientras paseo mis sentidos por tus letras.
He estado desconectada del mundo bloguero un tiempo pero me propongo que solo haya sido un lapsus veraniego y asi poder seguir compartiendo mis palabras y recreándome con las tuyas.

Mil besos.

Mamaceci dijo...

Maat me ha gustado tu calle, de frondosa arboleda, veredas anchas, colores ocres de los edificios, el sol asomando por tu ventana, el aroma a naranjos... ¡Lo que debe ser presenciar desde tu ventana una tormenta en ese matorral!
Lo demás: cosas que acontecen en uno y otro lugar, por fortuna pasan como todo. Conozco por la tele el tema de los complejos de edificios practicamente vacios y la problematica habitacional que estan atravesando. Y lo de los robos de metal, ya lo vi que esta pasando en varios paises. pensar que a mi me daba verguenza porque pensaba que esas cosas solo pasaban en mi pais. Aqui se robaban todo lo que tuviera bronce u otro metal, las placas de los porteros, artefactos del alumbrado públicos, de los ferrocarriles, etc
Te mando un gran abrazo

Unknown dijo...

me imagino esa calle de verano, con palmeras, con viento caliente... sin dudas es un paraíso. hermoso relato! abrazo grande amigo!

Any dijo...

Una calle llena de color y personajes interesantes. Una calle llena de vida que dan ganas de visitar.
Las fotos, hermosas
un saludo