El de ayer, fue un día que recordaremos con gran cariño. Era la fecha que preparamos con ilusión para encontrarnos en territorio de Vero (Castellón) un grupo de conocidos a través de nuestros respectivos blogs y participantes de "Este jueves, un relato", espacio que Gustavo se encarga de dirigir cada semana mientras su creador TÉSALO pueda volver a hacerse cargo del mismo.
A Tag y Alfredo ya los conocía en persona. Fue gracias a otro de estos encuentros que realizamos hace año y medio y a los que considero ya mis amigos. Luna, que también conocí en aquella fecha, no pudo reunirse con nosotros ayer, pues una inoportuna gripe la dejó "tumbada". Tranquila, Maruja, tú ponte buena y ya verás como vamos a tener más oportunidades...
El viaje de Valencia a Castellón lo hicimos en un flamante Mini que la hija de Alfredo puso a nuestra disposición. Con una música de fondo muy agradable de esa que nadie como el habitante de La Plaza del Diamante sabe seleccionar, y la conversación siempre agradable y divertida de Tag, el trayecto se hizo muy ameno.
Llegamos al punto de encuentro a la hora prevista. En un primer atisbo, no vimos a ningún bloguero. Un poco más adelante, alguien observaba a nuestro pequeño grupo.
-Ahí hay una chica con mochila que nos mira-apunté
-Parece Mar- contestó Alfredo que la reconoció enseguida.
Me dirigí hacia ella...
-¿Eres Mar...?
-Siiiii
Me presenté y llegaron los primeros besos...
Los cuatro nos sentamos en una terraza próxima para esperar al resto del grupo. Mar había llegado con una rodilla endolorida y vendada fruto de una caída reciente.
A los pocos minutos llegaron Natalí, Vero y sus respectivas parejas. Mar los reconoció de lejos y comenzó a agitar sus brazos en señal de: estamos aquííííííí.
Más besos, más presentaciones y más alegría compartida. Una gozada.
Inundados por el sol que lucía en Castellón esa mañana, nos dirigimos paseando, hacia el Restaurante donde íbamos a comer todos juntos.
Empezamos con unos exquisitos mejillones que nadaban en una salsa "de mojar pan".(Lo hicimos)
Después llegaron unos sonrosados salmonetes que estaban...para comérselos. Deliciosos.
Entre plato y plato llegaron las primeras fotografías. Natalí sumergía inútilmente su mano derecha en el remolino de su amplio bolso beig, pero no consiguió encontrar su cámara...

(Mar, Tag, Natalí y Vero)
Cuando más enzarzados estábamos en la conversación, un amable camarero llegó con nuestra paella de "Arroz a banda". (De este plato os hablaré próximamente)
Estaba realmente delicioso. Dimos buena cuenta de él y algunos...hasta tomaron un segundo plato.
Los postres estuvieron a la altura del resto del menú, intachables.
Natalí tuvo un detalle que me hizo mucha gracia. Después de "sufrirse" un mousse de chocolate, pidió sacarina en el café.
-Para no sumar- me dijo, en ocurrente respuesta a mis risas.
Nos acercamos hasta el puerto para dar un tranquilo paseo. Mar se quedó despagada porque tenía ilusión de "tocar la arena" de la playa, pero ésta, quedaba algo alejada. ¡Otra vez será!
Nos hicimos fotos del grupo como recuerdo de este placentero encuentro.
(Alfredo, Mar, Tag, Natalí, Vero y Maat)
Nuestro día casi tocaba a su fin. Los últimos minutos los pasamos sentados en el paseo que bordea el puerto apurando nuestra postrera conversación. Un buen número de barcas, atracadas delante de nosotros, se mecían en las tranquilas aguas del mar, mientras una agradable brisa ya competía con el calor otoñal de los rayos del sol.
Los besos de bienvenida del encuentro mañero los acompañamos en la despedida con efusivos abrazos. Os aseguro que esto de poner voz y cuerpo a personas con las que tan sólo te relacionas virtualmente, emociona de una forma especial. ¡Palabra!
En el viaje de regreso, Tag se puso algo peor. El esfuerzo que hizo para pasar el día con nosotros a pesar de su "trancazo" le pasó factura. Por eso, desde estas líneas quiero agradecerte el sacrificio que hiciste por estar allí. Deseo que te recuperes lo antes posible. Tenemos que planear el próximo encuentro...y ya hay ciudades candidatas.
Gracias a todos por este entrañable día. Ferrán y Xoan se sumaron al grupo con la misma cercanía que Natalí y Vero. Y mi agradecimiento especialmente a ti, Alfredo. Conduces como lo que eres, un caballero. Espero que en el próximo encuentro tu esposa Regina pueda acompañarnos. Un trabajo imprevisto, ayer no le dejó hacerlo.
Pero seguro que no van a faltarnos oportunidades...
Abrazotes a repartir.
Maat