19 de abril de 2009

A la izquierda del roble

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo
.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.


El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban a las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevisimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.


Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Lineeo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas al mirarlos
ya que a mí no me llegan
ni siquiera los ecos.


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico


ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
que linda estás
te quiero

en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas

el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mirame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano

ahora
ya lo sabés
te quiero


pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño


hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entras en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puede ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene
celos.


Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.


Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto


sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado

quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor

muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruye sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y que pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.



No sé si alguna vez les ha pasado a ustede
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo se despierta con la lluvia.

Ahora la última nube ha resuelto quedarse
y nos está mojando como a alegres mendigos.

El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar a ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nacer desesperadamente.

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.
Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.

MARIO BENEDETTI











6 comentarios:

hatoros dijo...

MAAT, TÚ TE HAS DADO CUENTA Y POR ESO A TRAVES DEL CORAZÓN Y LA BOCA
A BENEDETTI NOS ARROJAS.
MAAT VOS TE DISTE CUENTA.
GRACIASGRACIASGRACIAS.

Annick dijo...

Si me ha pasado alguna vez ...abrazar un arbol y sentir la fueza de la naturaleza.

Un beso desde Malaga.

Felisa Moreno dijo...

La naturaleza, los árboles nos transmiten una serenidad que los humanos estamos perdiendo. Algo así pasa con tu blog, es sereno, acogedor. Gracias Maat, por compartir este poema y por estar ahí. Un abrazo

MAJECARMU dijo...

Maat,te he descubierto por casualidad..Y me alegro mucho..!

La naturaleza es madre y maestra, siempre la sentí así..Veo en el poema que nos muestras la inmensidad de espíritu que tanto me atrae..Veo en tus anteriores escritos tu paz, tu experiencia y tu generosa expresividad..

Me permites que me apunte como seguidora..?

Creo que tenemos muchos puntos en común..Un abrazo.

Lupe dijo...

Eres bienvenida a mi blog Majecarmu, y, por supuesto, es motivo de alegría que quieras seguir lo que mis letras van dibujando por este rinconcito que ya puedes considerar tuyo...

Un abrazo.

Maat

goyo dijo...

muy ingenioso tu espacio, me ha gustado
un abrazo