11 de febrero de 2008

Educación vial...

Esta mañana, tenía varios temas "burocráticos" que atender, y para que engañarnos, pocas ganas de hacerlo. Aún así, me he dado los ánimos oportunos y me he ido a la calle, con mi viejo y querido wolwagen del 92. ¡Y que dure! En las inmediaciones de la oficina donde debía resolver mis temas, no se divisaba ningún sitio libre para mi coche... He dado varias vueltas de reconocimiento y al final, en una rotonda, he descubierto un hueco, que con unas cuántas maniobras, posiblemente encajara mi coche. Cuando he comenzado con mis intentos de aparcar, me he dado cuenta que en el coche que tenía delante, había un chaval sentado en la parte del conductor. Lo primero que he pensado es que quizás fuera a salir y he esperado un poco....pero no. No se movía. He tenido el impulso de salir y pedirle que se desplazara un poco hacia delante, pues tenía sitio suficiente para hacerlo, pero no lo he hecho. He seguido haciendo maniobras y rectificaciones (muchas) y al final....he aparcado. (Reconocerme que en las rotondas es más difícil...) Cuando estaba cerrando la puerta de mi bólido, el chaval, ha puesto su coche en marcha, y con un acelerón tremendo ha salido de su lugar de aparcamiento. Lo primero que he pensado es que podía haber salido antes, pero no le he dado más importancia y me he dirigido a la máquina expendedora de los tickets de la simpática "hora" para cumplir con una de las obligaciones cívicas..."pagar por aparcar". En eso estaba, buscando monedas en mi monedero, cuando un coche ha parado justo enfrente de mi. Era el chaval del acelerón, quien con una voz cavernícola y desde el otro lado de la calle me ha gritado:

-¡que bien aparcas guapa!- y lo ha rubricado con una sonora carcajada.

Os aseguro que ya no es lo que me ha dicho, sino como lo ha dicho, lo que me ha hecho sentir un escalofrío por dentro. Había que verle la mirada. O sea, que todo el tiempo que he estado maniobrando para aparcar, el sujeto, ha estado regodeándose de mis esfuerzos. Haciendo tiempo para no facilitarme las cosas...y encima, luego, no le ha importado delatarse con su comentario. ¡Que condición humana tan malvada! Aunque he intentado "pasar" del momento tan desagradable, tengo que confesaros que me ha desestabilizado un poco...

A la hora de la comida, en mi casa, he comentado el suceso con mi esposo.

-Olvídalo, seguramente es una persona que no vive feliz- me ha contestado.

Y puede que mi esposo tenga razón, pero que lástima ¿no? Tan joven....y tan borde.

He recordado unos versos de Antonio Machado:

"mala gente que camina
y va apestando la tierra..."

!Nos libre Dios! y ya.....me olvido.


MAAT




No hay comentarios: