10 de noviembre de 2010

Este jueves, un relato: Redes Sociales.







Cuando Clara procedió a abrocharse el cinturón de su butaca en el avión, se estremeció. Apenas el aparato comenzará a despegar, volvería a sentir esa libertad de la que gozaba cuando se encontraba respirando al lado de las nubes. Y a esa alteración se sumaba otra, la que le ocasionaba el imaginar su próximo encuentro con Celso.

Se conocieron virtualmente hacia algo más de tres años en un chat de una red social. Al cruce de sus primeras frases, siguieron poco a poco conversaciones cada vez más extensas amparados en la quietud de la noche. Palabra a palabra fueron tejiendo una tela de amistad más fuerte que las que nacen a través de la vida real. Celso le había enseñado muchas cosas. Sobre todo, a ver el lado positivo de la vida. Aplicaba una filosofía a los hechos que minimizaba los problemas que de vez en cuando se le planteaban a Clara y que le compartía con total confianza. Él, le hablaba de su trabajo, de sus inquietudes y de los sueños por los que luchaba y esperaba se hicieran realidad en un tiempo no muy lejano. Estaban compenetrados de tal forma que Celso, se había convertido en un bastión irrenunciable para Clara y él, se sentía satisfecho y compensado de poder serlo. Ambos tenían una vida real organizada. Pero la camaradería nacida entre ellos por medio de esa red social, estaba por encima de cualquier inconveniente que pudiera dañarlos. Y eso lo respetaban al máximo.

El avión tomó tierra y Clara se sintió presa de una tremenda agitación. Repasaba mentalmente la forma en que él le detalló como iba a ir vestido a esperarla. Vaqueros azul marino, camisa celeste y cazadora roja. Le causaba una impresión especial el hecho de ponerle cara, voz y cuerpo a una persona con la que estaba manteniendo trato a través de la pantalla de su ordenador durante tanto tiempo. Ese instante se estaba convirtiendo en mágico...

Lo vio en cuanto se abrieron las puertas de acceso al hall del aeropuerto. Estaba colocado estrategicamente justo enfrente de la salida. Ambos recorrieron el camino que los separaba y Clara le tendió su mano derecha con una amplia sonrisa en el rostro. Celso se la tomó, pero en lugar de estrechársela la prendió en su cintura y luego la rodeo con sus brazos sumiéndose ambos en un cálido abrazo. Por fin se conocían en persona y ambos disfrutaban del momento.

Pasearon por la playa charlando sin descanso. Se quitaban la palabra el uno al otro para ponerse al día de sus vidas. Escribieron sus nombres en la arena mientras el mar los cubría con las puntillas que dibujaban sus olas en la orilla. Rieron, bromearon y hasta hubo momentos que llegaron a emocionarse por la oportunidad con que la vida les estaba obsequiando.

El lugar elegido para almorzar no pudo ser mejor, un restaurante de cara al mar que ese día vestía una llamativa gama de azules y, en cuya superficie, el sol trazaba alegres destellos dorados. Algunas gaviotas-las más osadas- remontaban la lechosa balaustrada de la terraza del establecimiento en busca de pequeños restos de comida desperdigados por el suelo.

Las horas de estar juntos transcurrieron con una rapidez imparable. Celso acompañó a Clara hasta la puerta de embarque indicada y, como despedida, se abandonaron en un abrazo mucho más vehemente que el de llegada. Al separarse, los ojos de ella aparecían empañados de indiscretas lágrimas.

-Han sido unas horas inolvidables, balbuceó Clara.

-Me alegra mucho que por fin nos hayamos conocido en carne y hueso, intentó bromear Celso.

- Y ya sabes. Cuando lo necesites, sólo tienes que silbarme...

Una vez pasado el mostrador del control, Clara se volvió para darse un último adiós. La figura de Celso se perdió tras las puertas automáticas.

Recostada en el asiento del avión que le devolvía a su vida real, intentó grabar en su memoria cada uno de los rasgos verdaderos de su apreciado amigo. Tan sólo en uno de ellos reconocía haberse equivocado al imaginarlos, el intenso y atrayente color verde de sus ojos.

Ya sobrevolaban las nubes cuando dirigió la mirada hacia el tornasolado cielo del atardecer.

-Gracias, musitó.

Se sentía feliz por las horas compartidas con Celso, por tenerlo como amigo, y por saber que iban a estar ahí siempre que lo necesitaran. Tan sólo tenían que silbarse...


Y todo, gracias a una red social.



Maat


Encontraréis más relatos en: http://callejamoran.blogspot.com/








17 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Qué bueno que la historia comienza y sigue bien...sobran los ejemplos sobre la gran desilusión que tantas veces sigue a esos encuentros!...pero por suerte no siempre es así!

Abrazos.

MARU dijo...

Es una hitoria preciosa, descrita con mucho mimo y maestría, como tu sabes hacer, querida Maat.
Bueno, de eso sabemos nosotras, las que hemos tenido la suerte de conocer a amigos blogueers.
Un besito carinyet

Natàlia Tàrraco dijo...

Cierto, verdadero, Maaaattt, como volver a revivirlo, sin avión, sin nubes, pero cerca del mar, siiiiiii,una gozada conocernos y vernos las caras, y hablar, y observar, y comer, beber, mirar, reír, así es a veces traspasar lo virtual y encontrarse con lo real.
Merece la pena, hay que repetir, hay que traspasar la red que nos dió una imagen impalpable, y a poder ser, convertirla en tocable, inolvidable.
Petonets, besitoooos, hasta la próxima pronto.

Un par de neuronas... dijo...

Sí, has sacado una muy buena historia de una excepción, amiga!

Un besito y buen jueves.

Celia Álvarez Fresno dijo...

Qué historia más bonita Maat.
Y es que en internet y en la vida de antaño, siempre existen pasiones verdaderas. Un voto para ellas, y otro para ti, querida Maat.
Un beso.

casss dijo...

...yo un día voy a hacer ese viaje de regreso en avión (le tengo bastante miedo y espero aprender de Clara a disfrutar de las nubes) con la satisfacción de haberlos abrazado y comprobado lo hermoso y valioso del sentimiento que nos une.
PRECIOSO RELATO QUE CONMUEVE DE PE A PA.
BESOTES AMIGA

Teresa Cameselle dijo...

Romántica y dulce historia la tuya.
Se ve que muchos encontramos inspiración en el momento del encuentro "real", que imaginamos de mil maneras. Esta sería la perfecta.
Un beso.

mar... dijo...

Que bonito Maat
Una historia de amistad a través de la distancia en la que se está seguro de lo que se va a encontrar al otro lado.
Realmente precioso pensar que puede ser real un sentimiento que comienza siendo virtual
Un beso de Mar

Lujo dijo...

Holaaaaa Maat,
Chiquita, no sabes como he disfrutado de tu historia. Es preciosa y además la narras de forma mágica.
Tienes un ángel cuando escribes.....Palabra que te admiro como persona.
Mil abrazotes otoñales.
Pd: Me he dado cuenta al ir al super que ya venden turrones O.o

yonky dijo...

Una creativa historia tras los teclados.Asi se gestò,asi transcurrio y asi.....al sonar de un silbido.

cariñitos

Anónimo dijo...

En el momento en que surjen los sentimientos, de amistad, de empatía, incluso en algunos casos de amor, este mundillo deja de ser virtual. He tenido la inmensa fortuna de conocer en persona a una amiga de blogs y la realidad no ha hecho sino constatar, hacer patente y visible, el fuerte vínculo que entre los dos se había establecido.
Ojalá pudiera conocer a más amigos de este mundo, porque estoy seguro que las sensaciones serían las mismas. Son amigos reales, nada virtuales.
Un abrazo.

María José Moreno dijo...

Yo he participado de esos excelentes dias con amigo/as blogueras y son geniales. Perfectamente retratado ese aspecto bueno d elas redes, aunque en otros relatos hemos visto su tb vertiente negativa.
Muy bueno Maat.
besitos

rosa_desastre dijo...

Nos dejas una historia abierta para que cada uno de nosotros termine en un aeropuerto diferente, para que cada uno planee encuentros y ponga voz, pinte miradas, y sueñe abrazos de ese amigo virtual que todos tenemos.
Un beso enorme

Alfredo dijo...

Ese silbido final, que es el principio, la señal para que los amigos se encuentren.

Preciosa historia que transforma una virtualidad en una realidad sólida y estimulante.

Besos

Inma Brujis dijo...

Una bonita historia!!!
Lo de silvar me suena, jeje es lo que le digo yo a mis amigos.
Besos

Anónimo dijo...

YO DIRIA, MAAT, QUE LAS GRACIAS TE LAS DOY A TI....U HISTORIA QUE BIEN PODRIA HABER SIDO LA TIPICA DE AMOR, NO LO ES...HE CONOCIDO A GENTE POR ESTE MEDIO..MI MEJOR AMISTAD A DIA DE HOY PROCEDE ESTE MEDIO...¡Y NO CAMBIARIA CASI NADA A HOY EN DIA, POR AQUEL APRETON QUE NOS DIMOS CUANDO NOS VIMOS POR PRIMERA VEZ,...! NADA DE MAOR, DE ESE AMOR DE PAREJA..Y PÒR ESO, POR EL CAMINO QUE HA TOMADO TU JUEVES, EL CUAL POR CIERTO ES MI PENULTIMA LECTURA, AUN ME RESTA JUAN CARLOS....Y ES QUE ES BONOTO TENER A MUCHOS COMPAÑEROS A LOS QUE LEEER...EL CAMINO QUE HA TOMADO ESTE JUEVES TUYO, LA VERDAD,CREO YO, SE ALLEGA MAS A LA REALIDAD, AL MENOS A MI REALIDAD..GRACIAS DE NUEVO, MAAT...
BESSSS.-

Medea dijo...

La red,cuando pone caras y gestos a la amistad, pone cara a uno de los sentimientos más grandiosos que existen, a esa palabra tan grande AMIGO a ese sentimiento que te pellizca el alma en la distancia para convertirse en caluroso y sincero abrazo al encontrarte. Ya hay mucha gente por aquí a la cual me gustaría abrazar...quizás llegue el momento.Un beso...y un abrazo