6 de mayo de 2010

Este jueves, un relato: "El regreso"



Unas gestiones personales me llevaron hasta la zona de Ruzafa, en pleno centro de Valencia. El deseo imperioso de pasear por las calles en las que discurrieron mi infancia y adolescencia se abrió paso desde lo más profundo de mi sentir y, simplemente, me dejé llevar. Cada vez que regreso a esa Gran Vía del Marqués del Turia, mi memoria se salpica de entrañables recuerdos. Me di un garbeo por los alrededores del edificio donde estaba la casa en que nací, y busqué un lugar adecuado desde el que poder disfrutar del viento lejano de rostros, de los que fueron mis compañeros de juegos, travesuras y primeros amores.

Me acomodé en uno de los bancos del primer tramo de jardín. Justo enfrente de lo que fue mi hogar. Solamente sigue intacto en ese entorno la escultura dedicada al "Llauraoret", que muestra inexorablemente las huellas que el paso del tiempo ha ido tatuando en su ajada silueta. Era uno de nuestros lugares preferidos. Decenas de "parotets" acudían cada tarde a cazar mosquitos, abejas, moscas o pequeños renacuajos en el agua estancada a los pies de la figura . La mayor ilusión de la chiquilleria -que gozábamos de su presencia- era el poder capturar algún ejemplar cuando se posaban en las estilizadas ramas verdes que nacían en el húmedo macizo que bordeaba al monumento. Mis preferidos eran los de color azul eléctrico. Pero nunca fui capaz de aprehender a ninguno de ellos. Me fascinaba comprobar como, en una posición casi estática, engullían al vuelo los diminutos insectos que revoloteaban a su alrededor. Era casi mágico.

En ese mismo lugar, un numeroso grupo de palomas urbanas, picoteaban entre la arena del jardín buscando quien sabe qué. Sentada en el banco, pude comprobar su convivencia con los pocos peatones que, a esa hora, transitaban por la Gran Vía. Tampoco habían niños jugando en la calle. La algarabía que mis amigos y yo montábamos en nuestras horas de juegos al aire libre, ha sido sustituida por el contaminado rugir de los motores de los coches que circulan sin descanso. El progreso, me dirían algunos...

Decenas de simpáticas anécdotas vinieron a mi mente en el pequeño espacio de tiempo que dediqué a rememorar unos años que, sin duda, marcaron nuestras vidas. Y en los que fuimos felices. Muy felices. Creo que el secreto de ello fue que nos dejaron ser niños. Nos permitieron que viviéramos en nuestro mundo de ilusiones y fantasías. Un mundo al que, según va pasando el tiempo, me gusta regresar mentalmente para comprobar el bagaje que llevo en la gabarra que navega por el río de mi vida.


* Llauraoret. Diminutivo cariñoso de labrador, en valenciano.

*Parotet. Libélula, en valenciano.


Maat


Encontraréis más "regresos" en el blog de Gustavo

http://callejamoran.blogspot.com/2010/05/una-convocatoria-literaria-este-jueves.html

14 comentarios:

Ardilla Roja dijo...

Un viaje cuajado de detalles y muy hermoso, Maat.
El regreso de los viajes al pasado a veces duele, como el ruido de esos coches que circulan sin descanso.

Me alegra que nos acompañes en este jueves. Es señal de mejoría ;)

Te dejo un fuerte abrazo.

MARU dijo...

Bueno, ha desaparecido el comentario que había dejado....
Es igual.

Me gustaria mucho poder ir a "verme" en los sitios en que fui niña y jugué....Pero está muy lejos....

Sin embargo, si que he podido ir contigo, a ese banco en la Gran Via, cerca de Ruzafa, ver esa estatua y los parotets y disfrutar a tu lado.
Gracias, carinyt, me lo he pasado muy bien....
Un besito.

César dijo...

Volver y comprobar que todo a cambiado, que nada es igual, que se ha transformado en algo mucho peor.
¿O tal vez es que hemos idealizado nuestro pasado más lejano?.

Natàlia Tàrraco dijo...

"Parotets", libelulas de alas irisadas, azul electrico algunas, nostalgia de una infancia en la charca, "culleretes" renacuajos eramos y nos acordamos, no se puede cortar el hilo que nos ata a esos instantes mágicos, caeríamos a plomo, sin regreso posible, en un fondo sin fondo, sin juegos, por eso aún somos capaces de jugar a ser niños, nos permitieron serlo !qué suerte tuvimos! Petó.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Una belleza este relato plagado de recuerdos nostálgicos y felices!...los años de la infancia, guardados como frágiles "parotets" listos para revolotear en cuanto los soltemos!

Precioso!


Un abrazo

Mimí- Ana Rico dijo...

¿El pasado siempre fue mejor? por un momento me desdije de la realidad e imaginé que hablabas de tu regreso, jejeje, quizá si, siempre hay una parte de nosotros o las cosas que vimos y aprendimos bañando con su memoria nuestros relatos.

Un abrazo de sol, Maat.

MAJECARMU dijo...

De vez en cuando tenemos que pararnos y hablar con la niña interior..Es gratificante..!

Muy bueno en la forma y en el fondo.

Mi abrazo grande.
M.Jesús

Manolo Jiménez dijo...

Tengo la suerte de poder regresar al lugar donde crecí y que este se conserve intacto a pesar de los años.

Has hecho que se me pongan los ojos húmedos en demasía.

Abrazos.

Anónimo dijo...

es curi0s0, has regresad0 a un escal0r inferi0r al mi0...jaja, es br0ma...y0 me fui al vientre matern0, tu a la infancia..
sabes, maat, di0sa de ...de las penumbres??, de el 0rden?, n0 l0 rcuerd0...sabes, maat, ese estad0, aquella ep0ca de la infancia en que FUIM0S NIÑ0S DE verdad c0nsider0 que deberia de ser c0nservada per secual...per0 n0 para n0s0tr0s, y es0 tengas la edad que tengas...si n0 para l0s que n0s vienen pisand0 l0s pas0s...casi ni l0s niñ0s de i puebl0 s0n ya niñ0s, es decir, unid0s a a naturaleza, a l0s juguetes barat0s...esa niñez de verdad...y libre...
medi0 bes0, maat.

Anónimo dijo...

tu ritmo narrativo es impecable.

Tésalo

yonky dijo...

si,si,un relato intimo,creo,y muy sentido,esas imagenes que propones son similares a la que supongo cada uno vive,es como si esa etapa ubieran quedo bien prendidas esas experiencias,y recordaramos hasta el color de los renacuajos,es increible,no¡¡

casss dijo...

aquí ando disfrazada de parotets.... paseandomen por tu infancia. Qué bonito regreso... te invito al mío en COlonia del Sacramento, en cualquier momento, me acompañas???
besitos

María José Moreno dijo...

Mi querda Maat, regresaste a tu infancia. Yo ultimamente regreso de manera continua y recuerdo esas anecdotas que creia olvidadas, sabores, olores... y no hay nada más que me divierta. A veces me digo que es porque el escribir me lleva por esos derroteros, otras veces, pienso que es cosa de la edad...jajja
Magnifico
Un beso y perdona el retraso en venir. La culpa la tiene el trabajo...
besos

Anónimo dijo...

El regreso a la infancia, a los lugares donde jugamos, donde crecimos, a las vivencias que nos amamantaron, siempre nos llena de nostalgia de un tiempo que, indefectíblemente creemos fué mejor.
Los niños jugábamos en las calles y el ruido de los coches no imponía su tiranía.
Me ha gustado ese regreso para sobrevolar los recuerdos de tu infancia.
Un abrazo.