15 de febrero de 2010

Hoy hace 100 años, un ángel bajó del cielo.

Hace poco tiempo conocí la historia de Irena Sendler. Quedé impactada. Aprovechando el centenario de su nacimiento, he querido traerla a mi blog por si alguno de vosotros no la conoce. Estoy segura que va a llegaros directamente al corazón.

Irena Sendler nació en Varsovia, el 15 de Febrero de 1910. Era enfermera de profesión y trabajaba en los servicios sociales del Ayuntamiento de esa ciudad dedicada a proyectos de ayuda a pobres, huérfanos y ancianos. Durante toda su vida siguió una de las reglas que su padre le inculcó de niña: ayudar siempre a quien lo necesite.


Cuando en 1939 Alemania invadió Polonia, el trabajo de Irena se hizo más necesario en los comedores sociales, donde también se entregaban ropas y ayudas a las familias judías, a las que inscribían con nombres católicos falsos para salvaguardarlas.

Corría el año 1942 cuando en un área acotada de la ciudad de Varsovia, cerca de 400.000 judíos fueron encerrados por los nazis. El gueto iba a convertirse en el lugar donde miles de personas encontrarían la muerte por inanición o enfermedades de todo tipo. Irena decidió actuar para paliar en lo posible esos horrores y consiguió un pase del departamento de Control Epidemiológico de Varsovia para poder acceder al gueto de forma legal y llevarles comida y medicinas. Esas visitas las aprovechó para convencer a las familias de que le dejaran sacar de allí a sus hijos y librarles de una muerte segura. Y comenzó a evacuar niños de las formas más diversas: en cajas de herramientas, entre basuras, como enfermos de males contagiosos, incluso en ataúdes. Los momentos en que las familias se despedían de sus hijos eran muy amargos, pues sabían con certeza que no iban a encontrarse nunca más.


El plan ideado por Irena logró salvar a 2.500 niños que fueron trasladando a lugares seguros, como conventos o monasterios, donde los religiosos siempre tenían las puertas abiertas para los niños del gueto, mientras esperaban ser acogidos por familias. Se les asignaban nombres católicos y elaboraban documentos falsos para protegerlos. Pero Irena se encargó también de que ninguno perdiera su verdadera identidad. Anotaba en pedazos de papel los verdaderos datos de los pequeños y sus nuevas situaciones, y luego enterraba esas notas en botes de conserva bajo un gran manzano en el jardín de su vecino, sin que nadie llegase a descubrir la existencia de tan peculiar archivo.


En 1943 la Gestapo descubrió su hazaña, por lo que fue detenida y encarcelada en la prisión de Pawlay. A pesar de ser torturada y sufrir la rotura de sus pies y piernas, nunca reveló el paradero ni la identidad de los niños liberados. Fue condenada a muerte pero, afortunadamente, la sentencia no se cumplió, ya que en el último momento, un soldado la dejó marchar, aunque al día siguiente, su nombre aparecía entre los ejecutados. Permaneció escondida hasta que finalizó la guerra.


Entonces desenterraron los botes escondidos en el manzano y cada uno de los niños recuperó su identidad. Muchos de ellos habían perdido a sus padres y fueron acogidos por otros familiares o se quedaron en el seno de otras familias. Todos ellos, a lo largo de su vida, profesaron un agradecimiento infinito a Irena Sendler.


Poco a poco su aventura fue quedando silenciada y volvió a ser trabajadora social. Para entonces ya tenía dos hijos, y jamás relataba nada de su vida pasada. Según comentaba su hija Janina, ello era debido a una mezcla de modestia y de temor a que le pudiera acarrear algún contratiempo.

Un grupo de estudiantes de Kansas se encontraron con su historia en el año 1999. Les cautivó. Decidieron escribir una obra de teatro sobre ella que titularon: "La vida en un tarro". La escenificaron en iglesias y centros sociales, logrando emocionar a cuántos la presenciaban. Uno de esos asistentes fue un profesor judío, que impresionado, ayudó a los escolares a cumplir su deseo: ir a Varsovia a visitar a Irena. Sólo les puso la condición de que, a su vuelta, "tenían que contarle todo con pelos y señales".


A parir de ese momento los reconocimientos y las visitas fueron en aumento. En 1965 la organización Yad Vashem de Jerusalén, le otorgó el título de Justa entre las naciones y le hicieron ciudadana honoraria de Israel. En noviembre del 2003, el presidente de la República, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca. A esta ceremonia fue acompañada por sus familiares y por Elzbieta Ficowska, una de las niñas salvadas conocida por: "la niña de la cuchara de plata", ya que cuando su madre la entregó a Irena en el gueto, entre sus ropas, dejó escondida una cuchara de plata con su nombre, Elzunia y la fecha de su nacimiento.

En el año 2007, fue nominada al premio Nobel de La Paz, a propuesta del presidente polaco Lech Kaczynski y apoyado por la Organización de Supervivientes del Holocausto.

Los últimos años de su vida transcurrieron apaciblemente en una residencia del centro de Varsovia y cuentan que, en su habitación, jamás faltó un ramo de flores frescas que recibía de "sus niños" asiduamente. Nunca perdió la sonrisa a pesar de tener que permanecer en una silla de ruedas y solo mostraba cierto disgusto cuando alguien le decía que era una heroína. "Sólo me limité a cumplir con mi deber", les argumentaba contrariada.

La madre de los niños del holocausto, como se le llamaba cariñosamente a Irena, murió el 12 de Mayo de 2008 a la edad de 98 años.




Hoy hace 100 años que un ángel bajó del cielo.


Maat











10 comentarios:

MAJECARMU dijo...

Maat,me alegro leer de nuevo esta historia,que me emocionó al encontrarla..

Ahora,vuelvo a disfrutarla en tu blog..porque nos alienta,nos llena de esperanza en el ser humano y nos hace un poquito más grandes,mirándonos en su sencillez,su humildad y su amor.

Mi felicitación y mi ánimo.
Espero,que todo te vaya bien,amiga.
M.Jesús

Ardilla Roja dijo...

Hola Maat:

Si, conocia la historia de Irena, aunque ha sido un placer leerla con tanto detalle.

Gracias por ello.

Discilpa la falta de acentos. Me han prestado un portatil mas antiguo que el caminar p'alante y no tiene tildes.

Un abrazo, guapa. Y mucho animo.

tag dijo...

Si, yo tambien conocia la historia de Irena.
¿que hubiera sido de todos esos niños sin ella?
Realmente, un angel salvador

Besets

aapayés dijo...

impresionante historia. que lindo lo que nos has entregado en tu blog..

Me gustó y al igual que a vos me impresiono..

gracias


Un abrazo
Saludos fraternos...

Annick dijo...

No conocía su historia .
Aunque tan mayor en esta ultima foto , se le nota la alegría de vivir y su bondad .
Nos caliente el corazon leer relatos tan emocionantes.

Besos desde Málaga.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Muchas gracias Maat por traernos con tanto detalle esta historia. Un ángel, verdaderamente...si hasta la cara de su vejez la delata!


Un abrazo.

MARU dijo...

Es una hisotoria maravillosa, que corroboran lo que pienso....La gente e maravillosa!!!!
Sigo cryendo en la humanidad....

Gracias por traerlo.

José Ignacio Lacucebe dijo...

Maravilloso ejemplo.
Personas con la convicción de Irena o
Oskar Schindler son necesarias en todo momento en la historia.
Un saludo

Trini Reina dijo...

Hace unos día svolví a leer la historia de Irena. Verdaderamente un ángel para aquellos niños a los que le robaron la esperanza y ella se la devolvió.

Seres así son los que nos hacen creer en la humanidad y eso que, desgraciadamente, no son encumbrados, como otros menos válidos, por la mayoría.

Besos y ángeles

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Preciosa historia, no la conocía. Es de admirar personas que en circunstancias adversas se comportan con esa valentía, sin tener miedo a le que les pueda pasar.
Un abrazo