No me lo dijo el viento marinero,
ni el sonido del mar, ni el de la espuma
ni la flor de azahar cuando perfuma
mi corazón si digo que te quiero.
Ni me lo dijo en sueños el velero
que me acompaña siempre entre la bruma.
Ni el pájaro cantor de blanca pluma
que vive entre mis labios prisionero.
Nadie me respondió cuando pedía,
ni se abrieron las puertas si llamaba
con la razón del alma siempre inquieta.
Pero la vida pasa y cierto día
a pesar de que a nadie le importaba,
el yunque del amor me hizo poeta.
RAFAEL DUYOS GIORGETA
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