Aunque El Corte Inglés no tardará en decirnos que por allí ya es primavera en el monte ya ha empezado a dar señales de llegada...
Ayer domingo, aprovechando el buen tiempo que nos acompaña, y después de varias semanas sin hacerlo por culpa del frío, pasamos el día en la mini-casita que alguna vez os he dicho que tenemos alquilada en el interior, en plena montaña, en una aldea, donde os recuerdo habrán una veintena de casas y habitadas todo el año solamente dos. Un privilegio. Os lo aseguro...
Mi esposo y yo solemos madrugar cuando vamos allí. A él le gusta llegar casi un poco antes de que llegue el sol. Pero como vamos juntos....nunca lo consigue. Mea culpa. Aún así y todo, llegamos temprano. Nos gusta disponerlo todo para que cuando lleguen los amigos la casita esté caldeada y los "picoteos" más o menos dispuestos.
Todavía nos queda un poco de tiempo para disfrutarlo a "nuestra manera". Mi esposo "se echa al monte" y nunca mejor dicho. Hay una zona donde acuden los jabalís a beber agua y le encanta llegar hasta allí y buscar sus pisadas, sus rastros... Ni pagándome soy yo capaz de eso.
Pero a él le entusiasma y me limito a despedirlo diciéndole: procura no tardar...¡a ver si tengo que llamar a protección civil para que te encuentren! Y más ancho que largo, sonriendo, eso si, se encamina a su aventura, (que paciencia....la de él, no penséis mal.)
Es uno de los momentos mágicos para mí. Con mi libro, libreta, boli, -por aquello de si surge la inspiración- busco un lugar sol-sombra y......a leer un rato. Solo se escuchan los pájaros. Una suave brisa te envuelve y la débil intensidad del sol a esas horas te acaricia. Nada más. Y nada menos. De vez en cuando, levantas la vista hacia el cielo que a esas horas luce uno de sus azules más bonitos, y de verdad, que no se necesita nada más. Este ritual, de vez en cuando, viene muy bien. Oxigena el alma. Es como si por unos minutos, te dieran a probar el cielo...
Os he traído unas fotos de los almendros que ya comienzan a llenarse de flores. Y quiero deciros que es un verdadero riesgo "tomarlas". No tengo ni idea de calcular las abejas que podían estar por allí, pero su zumbido se escuchaba como si hubiesen puesto una música suave en los árboles.
Espero que os gusten.
¡Felíz comienzo de semana!
MAAT
Ayer domingo, aprovechando el buen tiempo que nos acompaña, y después de varias semanas sin hacerlo por culpa del frío, pasamos el día en la mini-casita que alguna vez os he dicho que tenemos alquilada en el interior, en plena montaña, en una aldea, donde os recuerdo habrán una veintena de casas y habitadas todo el año solamente dos. Un privilegio. Os lo aseguro...
Mi esposo y yo solemos madrugar cuando vamos allí. A él le gusta llegar casi un poco antes de que llegue el sol. Pero como vamos juntos....nunca lo consigue. Mea culpa. Aún así y todo, llegamos temprano. Nos gusta disponerlo todo para que cuando lleguen los amigos la casita esté caldeada y los "picoteos" más o menos dispuestos.
Todavía nos queda un poco de tiempo para disfrutarlo a "nuestra manera". Mi esposo "se echa al monte" y nunca mejor dicho. Hay una zona donde acuden los jabalís a beber agua y le encanta llegar hasta allí y buscar sus pisadas, sus rastros... Ni pagándome soy yo capaz de eso.
Pero a él le entusiasma y me limito a despedirlo diciéndole: procura no tardar...¡a ver si tengo que llamar a protección civil para que te encuentren! Y más ancho que largo, sonriendo, eso si, se encamina a su aventura, (que paciencia....la de él, no penséis mal.)
Es uno de los momentos mágicos para mí. Con mi libro, libreta, boli, -por aquello de si surge la inspiración- busco un lugar sol-sombra y......a leer un rato. Solo se escuchan los pájaros. Una suave brisa te envuelve y la débil intensidad del sol a esas horas te acaricia. Nada más. Y nada menos. De vez en cuando, levantas la vista hacia el cielo que a esas horas luce uno de sus azules más bonitos, y de verdad, que no se necesita nada más. Este ritual, de vez en cuando, viene muy bien. Oxigena el alma. Es como si por unos minutos, te dieran a probar el cielo...
Os he traído unas fotos de los almendros que ya comienzan a llenarse de flores. Y quiero deciros que es un verdadero riesgo "tomarlas". No tengo ni idea de calcular las abejas que podían estar por allí, pero su zumbido se escuchaba como si hubiesen puesto una música suave en los árboles.
Espero que os gusten.
¡Felíz comienzo de semana!
MAAT
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