7 de octubre de 2007

Mariloli

El rincón de mis amigos.
¿Por quién vas a empezar?...... Esta es la pregunta que más clara tenía desde el principio. Mi primera presentación será, precisamente, de una amiga que ya no está con nosotros, pero a la que he querido y quiero " a lo grande ". Una de esas personas, que considero, es un verdadero premio tener cerca. Se llamaba Maria Dolores, (para mí, será siempre Mariloli)

(Mariloli es la de la izquierda. Al centro M.A. de la que os hablaré otro día. La de la derecha, yo.)

Cada vez que los amigos nos reunimos, siempre hay algo que nos la recuerda y la nombramos, y hablamos de ella. Está siempre ahí, en nuestro recuerdo y en nuestro corazón. Aunque pase el tiempo... Mariloli y yo, comenzamos a ser amigas desde muy pequeñas. Una de tantas cosas buenas que disfrutamos los críos de nuestra generación, fue que no existían las "extraescolares". Es decir, que cuando terminaba nuestro horario escolar, lo único que teníamos que hacer era jugar. Y jugábamos todo el resto de cada tarde, y además, en la calle. Mariloli y yo vivíamos muy cerca, en la misma manzana. Su familia estaba compuesta por sus padres, un hermano pequeño, (Titin), su abuela materna, y una tía materna. Todos vivían bajo el mismo techo. Sus padres, eran los conserjes de una finca, en cuyo ático, se encontraba su vivienda. Era muy pequeña, pero "disfrutaban" de una terraza grandísima. Y esa terraza, era nuestro refugio particular. Por allí estaban nuestros muñecos, nuestros disfraces, las cocinitas, los zapatos de tacón "heredados" que tanto nos gustaban.... !que recuerdos! y puesta a traer recuerdos....hay uno, que todavía lo tengo "grabado", creo que para siempre. Tiene miga. Y nunca mejor dicho lo de miga. Por esta época, yo era un verdadero tormento para mi madre en el tema de las comidas. Nunca tenía ganas de comer, comía poco y mal...Por el contrario, Mariloli y su hermano, comían como unas limas. Y mi madre, que la pobre no sabia que hacer conmigo para que comiera, tuvo la feliz idea de pactar con la madre de Mariloli que comiera algunas veces en su casa, a ver, si viéndoles comer, a mi me entraban "las hambres". Tampoco dio resultado, pues yo me negué desde el principio a "pasar por ahí". Me alimentaba sólo con verlos comer, y el invento, se convirtió en un verdadero "suplicio" para mi... (Con los años, nos reímos mucho de este intento materno)
Como os iba contando, compartí muchas horas de juegos con Mariloli, tanto en su casa como en la mía, y sobre todo en la calle. La Gran Vía Marqués del Turia era una zona, tranquila, en la que todas las tardes nos reuníamos un buen grupo de críos/as para entregarnos a variedad de juegos, balón tiro, levanto la malla, el escondite, el pañuelo...Así transcurrieron varios años de nuestra infancia. Siendo todavía unas crías, Mariloli "se echó novio", y eso, unido a que sus padres cambiaron de domicilio, nos separó. Mariloli se marchó a vivir a una zona de Valencia, bastante retirada y con el tiempo perdimos el contacto. Al cabo de unos 30 o 32 años, una noche, fuimos mi esposo y yo a una conferencia, y al entrar en la sala que iba a celebrarse, me llamó la atención una pareja que estaba sentada en una mesa con otro matrimonio. El corazón me dio un vuelco. Me acerqué a ellos y le pregunté ¿eres Mariloli?.... en pocos segundos estábamos fundidas en un abrazo. Y a partir de ahí.....inseparables. Mariloli era especial. Era una niña grande. Todo lo hacia bueno. Cuando le contabas algo negativo, ella sabia como darle la vuelta y consolarte. Estaba siempre ahí. Siempre. Se reía mucho. Disfrutaba más que nadie cuando estábamos juntos.Era una verdadera madraza para sus tres hijos. Y era muy agradecida. Cuando le llevábamos algún regalo por su Santo o cumple, lo destapa despacito para no romper el papel, pues hasta el papel del envoltorio le gustaba y quería guardarlo... Era única. Cuando faltaba poco tiempo para celebrar su 50 cumpleaños, le diagnosticaron un cáncer de mama. Fue valiente. Por entonces, una de sus mayores ilusiones, dentro del trance que le tocó vivir, era poder celebrar su 50 cumpleaños. Y los amigos nos pusimos "manos a la obra". Y lo celebramos. !Vaya que si lo celebramos! Le preparamos una fiesta sorpresa, que os confieso es una de las cosas de las que me siento más satisfecha de las que pueda haber realizado para alguien. La fiesta duró un día entero... Algunos "maridos voluntarios", se prestaron para bailar "El lago de los cisnes", para los que confeccioné unos "tutús" de tul con margaritas (que era la flor preferida de Mariloli), y una diadema. Se complementaba el "atuendo" con las clásicas mallas blancas de ballet y las zapatillas. No les faltaba detalle. El número fue un éxito. Mariloli se reía a carcajadas, contagiándonos su alegría. Lo disfrutó. Fue un día redondo, todo salió bien. Muy bien. Se lo merecía. Eso, y mucho más.
Al poco tiempo de salir del primer enviste del cáncer, sufrió un nuevo ataque de la enfermedad. Esta vez no hubo suerte. Mariloli era una persona creyente. Eso, sin duda, le ayudó muchísimo en esa etapa de su vida. Había ratos, en su cama del hospital, que se cogía de su medalla de la Milagrosa que llevaba colgada al cuello, y poniéndose de lado, acurrucada, oraba... Como si ella supiera que estaba al final del camino, en sus últimos días, se dedicó a "arreglar cosas" con las personas que ella mismo pedía fueran a visitarla. Poco a poco fue despidiéndose de todos. Hasta "para marcharse" fue agradecida.
Una tarde, después de pasar un rato haciéndole compañía en el hospital, y para despedirme, me acerqué a su cama a darle un beso en la frente, aprovechó el momento, y rodeándome el cuello con su brazo me atrajo hacia ella, a la vez que, haciendo un esfuerzo se incorporó levemente, acercó su boca a mi oído, y me dijo: "Que suerte que volviéramos a encontrarnos..."
Es el recuerdo más maravilloso y emocionante que tengo de ella. Quiero creer, que "luego" hay algo. Y si lo hay, seguro que Mariloli estará en un lugar destacado. Allí, imagino que si habrá justicia...

MAAT


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