30 de septiembre de 2010

Este jueves, un relato: Mentiras.


Esta semana, Gustavo, desde su blog, nos invita a hablar de las "Mentiras".

http://callejamoran.blogspot.com/

Era media mañana y, todavía con mi pijama puesto y envuelta en un batín heredado de mis hermanas, me acomodé en la mesa camilla que había en el salón de mi casa dispuesta a escribir mi carta a S.S.M.M. los Reyes magos de Oriente. En mi estuche de piel verde aceituna busqué el lápiz que más punta tuviera y que me permitiera hacer una letra lo más redondilla posible para que la "reina" que me leyera, lo entendiera todo enseguida. Terminé de perfilar la mina de uno de aquellos lápices color madera con goma incluida en uno de sus extremos-que más que borrar, ensuciaba-con mi sacapuntas preferido, el plateado.

Sólo había escrito el clásico encabezado: "Queridos Reyes Magos:", cuando la cara pecosa de mi hermana mediana se acercó a la mía y muy bajito, para que no la escuchara mi madre que andaba por la cocina preparando la comida, me sometió a un incómodo interrogatorio:

-Pero...¿este año aún vas a escribir la carta a los reyes? ¿No te han dicho tus compañeras de colegio quienes son los magos de Oriente...?

No supe que contestarle. Me quedé mirándola fijamente y ante mi sorpresa me espetó:

-Pues que sepas que los reyes magos no existen. Son los papás los que compran los juguetes y quienes nos los dejan cada año en la galería...

Yo no daba crédito a lo que me estaba descubriendo mi hermana; tenía una habilidad especial para complicarme la vida en muchas ocasiones y esa, creía que era otra de sus martingalas.

Siguiendo sus instrucciones, esperé a que mi madre bajara al horno del barrio la cazuela de barro donde había preparado el clásico "arroz al horno" y, cuando nos aseguramos que salía de la finca, corrimos a un cuarto de mi casa donde iban a parar todos los trastos. Me encantaba jugar en esa habitación...

Con una maestría increíble, mi hermana se dirigió al viejo baúl que estaba medio desvencijado, le despojó de su funda y abrió ante mi sorpresa. Retiró una colcha de seda color oro viejo, salpicada de pavos reales en tono añil brillante que perteneció a mi abuela y quedaron al descubierto las bolsas de tela de colores donde mi madre guardaba los regalos de "los reyes" y que cada año encontrábamos amontonadas junto a la bandeja vacía de pan duro que me encargaba de preparar para los camellos...

No me atreví a abrir ninguna, pero quería comprobar que era cierto que dentro habían ya regalos preparados. Las palpé y allí estaban. Mi hermana no me había mentido. Pero me había proporcionado una sensación muy difícil de explicar. Apenas pude articular palabra.

El ruido de la llave en la cerradura me hizo reaccionar. Pero ya era tarde. Mi madre regresó antes de lo previsto y nos pilló intentando dejar el baúl como estaba. Su enfado fue descomunal. La regañina terminó con una frase que sabíamos a ciencia cierta que iba a cumplir:

-Este año no hay reyes...

Con una mezcla de tristeza, desengaño y susto por todo lo que acaba de vivir, sólo acerté a preguntar -mientras por mi mejilla rodaban unos sentidos lagrimones-

-Mamá, ¿lo del Niño Jesús también es mentira...?

-Tú y yo ya hablaremos, sentenció.

Efectivamente, ese año los reyes pasaron de largo por mi casa. Y nunca más hablamos del tema.

Es la mentira que más daño me ha hecho en mi vida. La que peor encajé. La mentira que me enseñó a empezar a dudar de muchas cosas. Me marcó para siempre...

Maat



24 de septiembre de 2010

Va llegando el otoño

Va llegando el otoño
a nuestro valle.

El aire
empieza a ensombrecerse
y ya, no sirven, frías,
las escasas monedas
de oro fino
que el sol
deja caer en nuestras manos.

Cada mañana
llama más fuerte el viento
en los cristales.

Temo
que un día entre
o tú le abras,
y te arranque de mí.
Como una hoja.

LORENZO OLIVÁN

20 de septiembre de 2010

Hablo por hablar

Hablo, por hablar,
hoy que está desierto el mar
y una paz agreste invade
estas turolenses llamaradas
de fuego y de dolor.

Hablo del día a día que sucede,
de las tardes que adiós nos despedimos,
de los hijos que llegan,
de las tierras que acogen nuestros cuerpos
y de todo aquello
que va formando, al fin, nuestra figura.

Del paso indefinido
hablo también

y hablo, para quedar en paz con mi conciencia,
del tiempo jamás recuperado,
huído entre sonrisas, adioses y lágrimas
que nadie reservó para el otoño.

Hablo del campesino y de su hondura,
del herrero que fragua su tristeza,
del minero que invade las entrañas,
del poeta que, a solas, agoniza.
Hablo de mi mujer y su esperanza.

Y hablo de este pequeño dios
que ha entrado en casa,
después de tantos días esperado.

Hablo y hablo
y nunca sé por qué guardar silencio.

JOSÉ ANTONIO LABORDETA

(q.e.p.d.)

17 de septiembre de 2010

Fábula

Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infelíz de poca inteligencia, que vivía llevando a cabo pequeños recados y recibiendo limosnas.

Diariamente, algunos hombres invitaban al tonto a entrar al bar donde ellos se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de 1 peso.

Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había caído en la cuenta que la moneda de mayor tamaño valía menos, a lo que respondió:

-Lo sé señor, no soy tan tonto..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguecito se acaba y no voy a ganar más mi moneda.

Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero podemos sacar varias conclusiones:

1ª) Quien tiene apariencia de tonto, no siempre lo es.
2ª) ¿Cuáles son los verdaderos tontos de la historia?
3ª) Una ambición desmedida, puede terminar cortando una fuente de ingreso.
4ª) Esta es la más interesante: Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

Moraleja

El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente...

(Autor desconocido)

Maat


12 de septiembre de 2010

7 de septiembre de 2010

Alfa y Omega




Cabe la vida entera en un soneto
empezando con lánguido descuido,
y apenas iniciado ha transcurrido
la infancia, imagen del primer cuarteto.

Llega la juventud con el secreto
de la vida, que pasa inadvertido,
y que se va también, que ya se ha ido,
antes de entrar en el primer terceto.

Maduros, a mirar ayer tornamos
añorantes, y, ansiosos, a mañana,
y así el primer terceto malgastamos.

Y cuando en el terceto último entramos
es para ver con experiencia vana
que se acaba el soneto...Y que nos vamos.



MANUEL MACHADO

5 de septiembre de 2010

Teresa de Calcuta




El 5 de Septiembre de 1997 fallecía la Madre Teresa de Calcuta. Hace tan solo nueve días, se conmemoró el centenario de su nacimiento. Creo que es una buena ocasión para recordar-una vez más-algunos de los mensajes que nos dejó...




A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menor si le faltara esa gota.

La paz comienza con una sonrisa.

Lo que importa es cuánto amor ponemos en el trabajo que realizamos.

Tómate tiempo para hacer caridad. Es la llave del cielo.

El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.

Dejanos predicar sin sermones. No mediante palabras, sino con nuestro ejemplo.

Cuando no puedas correr, trota; cuando no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar, usa el bastón. Pero nunca te detengas.

El día más bello, hoy.
La cosa más sencilla, equivocarse.
El error mayor, abandonarse.
La raiz de todos los males, el egoismo.
La distracción más bella, el trabajo.
La peor derrota, el desaliento.
Los mejores profesores, los niños.
La primera necesidad, comunicarse.
Lo que nos hace más felices, ser útiles a los demás.
El misterio más grande, la muerte.
El peor defecto, el mal humor.
La persona más peligrosa, la metirosa.
El regalo más bello, el perdón.
Lo más imprescindible, el hogar.
La ruta más rápida, el camino correcto.
La sensación más grata, la paz interior.
El resguardo más eficaz, la sonrisa.
El mejor remedio, el optimismo.
La mayor satisfacción, el deber cumplido.
La fuerza más potente, la fe.
Las personas más necesarias, los padres.
La cosa más bella, el amor.


Maat