8 de enero de 2010

¡Palaguas, palaguas! ¡Palaguas a dos eulos!

El pasado martes quedamos varios amigos para ir a presenciar la cabalgata de reyes. Mientras nuestros esposos rubricaban la carta a Baltasar, nosotras nos dirigimos a una de las calles por donde iba a pasar la comitiva real. Disfruto mucho asistiendo a este acto. Me entusiasma ver las caritas de los más pequeños; en ellas se advierte una mezcla de ilusión, asombro e incluso temor, indescriptible. Las sirenas de los vehículos de la policía local que suenan durante todo el recorrido, los impresionantes coches de bomberos con sus interminables escaleras, y la vistosidad de las carrozas que pasean a los tres reyes, confieren al acontecimiento un carácter mágico a sus ojos.

Pero este año, una pertinaz lluvia hizo que desistiéramos de sumarnos al río de gente que, estoicamente, aguantaba el chaparrón con tal de ver el paso de los magos de Oriente y su numeroso séquito por las adornadas calles de Valencia.

El grupo, acordamos entrar en una famosa y antiquísima chocolatería del centro de la ciudad y tomarnos un chocolate caliente. Íbamos a darle una tregua a la lluvia, a ver si aún era posible disfrutar del final de la cabalgata. Pero no lo fue. Cuando terminamos nuestro reconfortante chocolate, acompañado de sabrosos churros y buñuelos, volvimos a la calle donde el agua seguía cayendo con generosidad. No íbamos preparadas para la lluvia. Pepa, de camino al lugar donde habíamos quedado -previsora ella- al ver la llegada de las amenazantes nubes sobre la ciudad, había acudido a la llamada de un joven chino -quien también había visto llegar las nubes- que desde la puerta de su comercio gritaba: "Palaguas, palaguas. Palaguas a dos eulos." Y se equipó con uno. Por lo que pudiera caer. Total por dos euros...

Decidimos ir a ese comercio a comprarnos sendos paraguas el resto de féminas. Para entonces, el agua caía copiosamente. Cada una elegimos el que más nos gustaba y preparamos los dos euros con los que pagar nuestra compra.

-Son tles eulos, nos advirtió el dependiente.

-¿Tres euros...? protestó Pepa. Hace dos horas he comprado este y me has cobrado dos euros y ¿ahora son más caros?

-Si -contestó el chino- Ahola llueve.

Nos dejó atónitas. Pero nos dio por reírnos. Con la lluvia, había subido el precio de los paraguas. ¡Qué estrategia comercial se gastaba el oriental!

Acabamos pagándole dos euros por pieza. Pepa se encargó de regatear y convencerlo...

Nos despedimos trabajosamente cobijadas cada cual en su nueva adquisición. Partíamos hacia los distintos puntos de recogida donde nos esperaban nuestros chicos. No nos fue posible ver la cabalgata de los reyes magos. Pero nos habíamos metido entre pecho y espalda un suculento chocolate "muy bien acompañado" que, en un plis plas, desmontó el régimen post-comilonas Navidad que teníamos trazado. Toda la culpa la tenía la inoportuna lluvia.

Terminé de atravesar la calle ya en solitario. La nostalgia me invadió sin poder evitarlo. Aquella parte de la ciudad me trae recuerdos imborrables. En esa zona encontré mi primer empleo recién terminados los estudios. Durante once años, trabajé en las oficinas de un almacén de paquetería hasta que mi hijo comenzó a dar señales de vida anunciándonos su llegada. Tuve que abandonar mi vida laboral para someterme a un severo reposo por amenaza de aborto. Por allí dejé bonitas vivencias y un buen número de personas queridas. Los recuerdos salpicaban con fuerza mi alma como las gotas de lluvia lo hacían sobre mi paraguas regateado. Apreté el paso. Muy cerca estaría ya mi esposo con el coche aparcado -seguramente- en doble fila, nervioso, esperándome. Lo mejor del día de reyes estaba por llegar. La ilusión por la mágica noche permanecía intacta. ¡Ojalá! nunca perdamos ni ésta, ni muchas otras ilusiones. Son la sal de la vida.

Maat




18 comentarios:

María Jesús dijo...

Bonita historia Maat, me gusta la lluvia y me encantan los paraguas. Y los Reyes Magos, que ilusión cuando era niña.

Un beso!

tag dijo...

Hola Maat

Que bonito lo que cuentas, los recuerdos y la ilusión del dia de Reyes para los niños.

Alli tambien llovió ese dia, pero como no hacen cabalgata pues no es tan importante.
Y lo de los "palaguas" !que risa el chino! como se aprovechan de la meteorologia, jajajaja.

Alli valian 3 euros esos mismos paraguas, y cuando llovia y te los ofrecian a la puerta de las iglesias, pretendian cobrar 5.
A fuerza de regatear volvian a ser 3.

Un besito Maat.

Manolo Jiménez dijo...

Maat, encanto de persona, cuando eliges poemas consigues sorprenderme o por el autor o por el poema...

pero cuando narras algo que te ha pasado consigues que lo viva, que esté contigo. Eres increíble.

Abrazos

Ana dijo...

Que historia más bonita...Me he visto casi en la calle contigo...Tienes mucho arte.

Muchos besitos preciosa.

mar... dijo...

Hola Maat.
Que bueno lo del chino, me he reido un montón con su espíritu comercial.
Donde vivo la cabalgata se limita a los reyes en la carcasa de un camión, así que este año me fuí con mi marido y mis hijos a ver la cabalgata de un pueblo vecino donde es mucho más vistosa, me costó mucho convencer a la mayor de que viniera porque según ella ya no tenía edad de esas cosas (tiene 18 años y el niño 12), pero la verdad es que estuvimos todos encantados y después de un colacao y un pincho (pasamos mucho frío) ellos mismos dijeron que había que repetirlo el próximo año.
La verdad es que nos lo pasamos genial, igual que tú
Un beso de Mar

María José Moreno dijo...

Divertida y nostalgica historia que compartes con nosotros.
Yo tambien disfruto viendo las caritas de los niños. En realidad es una fiesta dedicada a ellos, bueno y a nuestra parte de nicños que aún llevamos dentro.
Un beso y feiz año guapa

Ardilla Roja dijo...

¡Calmaba con el chino! jajaja

He disfrutado mucho con este relato querida Maat. Me gusta mucho leerte.

Un abrazo fuerte.

Unknown dijo...

Jajaja, eso se llama el efecto de la oferta y la demanda, muy listo el chino jajajaja...

Que lindos recuerdos tienes de allí, a mi me encanta recordar.

Un besazo y Buen finde!

milagros dijo...

Cómo me ha gustado ese chocolate con churros, ese regateo con las amigas, esos recuerdos de juventud, y esa ilusión que desbordas y contagias.
Un abrazo

Celia Álvarez Fresno dijo...

Hola Maat. Me has hecho reír.
Es una historia entrañable llena de lluvia.
Gracias. Un beso.

MARU dijo...

Chinito bajito, pelo no tonto!!!!! Si llover, plecio subir!!!! claro que sí!!!! y si no, señola mojar.....

Está genial, la ley de la oferta y la demanda.
Es un placer volver a recordar los sitios y situaciones en que hemos sido felices...
La Cabalgata de Reyes es siempre un viaje al pasado, volver a sentir ese nudo en el estómago, esas mariposas de emoción, y en el presente, ver cada dia la ilusión en la carita de los niños, en sus ojos.
Es impagable.
Hace que nos sintamos vivos y volvamos a creer en los milagros.
Maravilloso, Maat, gracias.
Un besito, cariñet.

Trini Reina dijo...

Imagino lo bien que lo pasásteis, auún sin cabalgata:)

Espero que te hayan traído lo que pediste y que pasaras un feliz Día de Reyes. El día más hermoso del año, al menos para mí.

Besos

José Ignacio Lacucebe dijo...

El sentido comercial de los orientales es sorprendente. Alguien me comentó que el mejor momento para mercadear algún aparato electrónico de un comerciante hindú es la primera hora, justo cuando abre la tienda, ya que por su tradición hecha la primera venta el resto del día funcionará bien.
Un saludo

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Maat, gracias por compartirnos esa tarde especial de lluvia, "palaguas" y chocolate! ejejeje Ha sido como caminar a tu lado!


un abrazo.

Niña hechicera dijo...

Muy bonita historia,con humor,anécdota,recuerdos....y como bien dices,es la sal de la vida.Ojalá nunca se pierda,ojalá siempre podamos sentir que estamos vivos.
:)

Nancy dijo...

Qué linda anécdota, salpicada de tantos detalles, Maat. Yo también adoro muchas tradiciones y me siento feliz al conocer las de otros puntos del planeta.
apapachos

Nancy dijo...

Hola Maat, no sé si te llegó mi comentario porque justo después de enviarlo se apagó mi máquina.
Pero te decía que me gustó mucho tu relato salpicado de detalles encantadores.
Adoro las tradiciones y los recuerdos unidos a ellas.
Un apapacho enorme

Arwen dijo...

jajaja me he reído mucho con la anecdota del chino..anda que no saben...pues no estuvo mal la lluvia por el chocolate, y en esa zona vieja de nuestra Valencia está riquisimo, a mi me encanta tomarlo en Santa Catalina, cuantos recuerdos tengo de quedarme en casa de mis cuñados toda la noche charrando y luego irnos a tomarnos el chocolate calentito allí y luego a dormir hasta mediodía y luego levantarnos y hacer la comida todos juntos...ainsss con los niños se acabo todo...preciosa la entrada...besitosss cielo