Me acuerdo que formábamos un buen grupo de amigos. Nos unía el hecho de que nuestros hogares estuviesen en la misma acera de la calle. Por las tardes, cuando terminaba nuestro horario escolar y después de pasar por casa a recoger la merienda, nos íbamos reuniendo en la Gran Vía, un precioso jardín ubicado en la puerta de nuestras casas. Todas las "actividades extraescolares" las vivíamos allí, al aire libre y entre unos enormes árboles, plantas y flores variadas. Recuerdo de forma peculiar un gigantesco Eucalipto al que yo le tenía mucho cariño, pues sus frutos, una especie de farolitos verdes, los utilizaba mi padre (fumador empedernido) por sus propiedades balsámicas para hacer inhalaciones. Durante un tiempo, creí que "eso" iba a curarle su tos matutina. De ahí mi afecto.
A lo largo de la tarde eran muchos juegos los que ocupaban nuestras horas. Balón tiro, el pañuelo, moros y cristianos, policías y ladrones, levanto la malla, saltar la comba... Esto último, en raras ocasiones, pues los chicos eran bastante "patosos" brincando y terminábamos discutiendo...
Muchas tardes, cuando ya el sol decidía retirarse, acudían nuestras madres con bocadillos para la cena. Entonces, apelotonados en uno de los espaciosos bancos marrones del jardín y mientras dábamos cuenta de los bocatas, nos relatábamos las incidencias del día, nuestras respectivas, en otro banco, conversaban de sus cosas.
Algunas noches el broche de oro consistía en ir a una heladería próxima, "Los Italianos", y deleitarnos con sus exquisitas especialidades. Yo siempre elegia un cucurucho de fresa y nata. Insuperable.
Evocar esta etapa de mi vida me ha enternecido. Por un momento he pensado que sería mágico convertir nuestra existencia en un juego, por ejemplo el de "la malla". Me lanzaría con todas mis fuerzas hacia ella y, alcanzándola, gritaría aquello de:
"levanto la malla por mí y por todos mis compañeros"
Y, ya todos a salvo, emprenderíamos de nuevo el juego.
Maat
A lo largo de la tarde eran muchos juegos los que ocupaban nuestras horas. Balón tiro, el pañuelo, moros y cristianos, policías y ladrones, levanto la malla, saltar la comba... Esto último, en raras ocasiones, pues los chicos eran bastante "patosos" brincando y terminábamos discutiendo...
Muchas tardes, cuando ya el sol decidía retirarse, acudían nuestras madres con bocadillos para la cena. Entonces, apelotonados en uno de los espaciosos bancos marrones del jardín y mientras dábamos cuenta de los bocatas, nos relatábamos las incidencias del día, nuestras respectivas, en otro banco, conversaban de sus cosas.
Algunas noches el broche de oro consistía en ir a una heladería próxima, "Los Italianos", y deleitarnos con sus exquisitas especialidades. Yo siempre elegia un cucurucho de fresa y nata. Insuperable.
Evocar esta etapa de mi vida me ha enternecido. Por un momento he pensado que sería mágico convertir nuestra existencia en un juego, por ejemplo el de "la malla". Me lanzaría con todas mis fuerzas hacia ella y, alcanzándola, gritaría aquello de:
"levanto la malla por mí y por todos mis compañeros"
Y, ya todos a salvo, emprenderíamos de nuevo el juego.
Maat
18 comentarios:
Hola Maat,
Esos recuerdos de los que hablas forman parte de muchos de nosotros. Me parece algo precioso evocarlos, pues con ello regalas un poco de felicidad al que te lee. No tiene precio el que uno tenga la capacidad de regalar vitaminas para el alma.
Te felicito por esta composición sencilla y llena de bellos significados.
Un abrazo inmenso.
Buen finde ;)
Ay, Maat, cómo me has hecho recordar mi infancia. Yo era de las que no me recogía nunca. Incluso recuerdo que me gustaba jugar a la goma, el elástico, o como se llamara en cada sitio. Colocaba a dos niñas con la goma entre las piernas y como eran muy buenas, la única que saltaba era yo. Pobrecillas, jajjaaj.
Tu relato está lleno de imágenes tiernas. Muy bueno, Maat, muy bueno.
Un beso de juego.
Juego dulce este de la nostalgia.... sin mas reglas que ganar trozo a trozo a los amigos.
Un beso
Hola Maat :)
Yo vivía en un barrio en el que no había apenas coches y también estábamos siempre en la calle al volver del colegio. Y como en tu caso, eramos una buena "troupe" El juego de la malla no lo conozco, pero si jugué mucho a balón tiro y a churro, media-manga, mangotero aunque esto último no estaba bien visto en una niña.
Que tiempos...
Un placer recordarlos de tu mano, Maat
Besos
GRACIAS ENORMES MAAT.
Cuando pienso en ella, me siento culpable, ¿qué hemos hecho con la infancia de nuestros niños, dónde se ha quedado?
No, no envidio de vida de los niños de hoy y tú, Maat, sabes porque lo digo.
Bikiños
Las experiencias que hemos tenido durante nuestros primeros años de vida con los juegos, determinan nuestro futuro.Nos permiten experimentar sensaciones de crecimiento y de alcanzar nuestros objetivos en la vida y a desarrollar la imaginación.Me ha encantado tu relato.Hoy en dia los niños no saben jugar como antes, tampoco lo pueden hacer en la calle.Un saludo
Un recuerdo precioso. Muy bonito y entrañable.
Maat, estos recuerdos que todos estamos rememorando son tan bonitos, y mutuamente nos hacemos recordar cosas que a nosotros también nos pasaba.
Yo también tengo la historia de un Eucalipto, sale en una novela que estoy escribiendo.
Encantado de verme de nuevo por aquí, ya te conocía de antes, pero ahora gracias a Merce ya sé algo más de ti. (Valiente visita le hiciste el la recogidas de premio, qué sopresón!)
En fin, un beso
Juanma
Yo digo que me crié en la calle, las horas que no estaba en el colegio estaba allí, jugando a muchos de los juegos que tú has enumerado. Por suerte no teníamos videoconsolas ni comecocos de eso, quizás por eso nos funciene ahora la imaginación.
un abrazo
Si, es verdad, antes podiamos permitirnos el lujo de jugar en la calle.
Yo recuerdo mucho tambien la goma, el sambori, el pañuelo, y en Pascua la cuerda, la viuda,las prendas.... !madre mia! parece que haya pasado un siglo.
Lo que se pierden los niños de ahora ¿verdad?
Besos
Jolines Maat, todos jugábamos a lo mismo aún siendo de diferentes sitios...
Bromas aparte, creo que es interesante haber podido compartir estos recuerdos tan entrañables.
Pienso que eso es importante porque eso significa que los hemos tenido...
Un abrazo con malla incluida
Hola Maat,
Bonita etapa la del encuentro con los amigos con los que compartir risas y juegos.
Un bonito relato. Un abrazo
Yo era un niño de pueblo, bueno aldea y pequeña y no nos juntabamos muchos a la hora de los juegos, pero veo en tu relato, que a pesar de la distancia, todos de niños hemos sido muy parecidos.
Un abrazo Maat.
Hola, Maat:
Cuántos recuerdos has liberado. el de los juegos de niños, donde no existían las horas, llegaba la noche y apenas sin ver continuábamos enfrascados en ellos, sin soltar el bocadillo, sin saber lo que eran las horas ni las obligaciones. Era una libertad tan absoluta que por eso creo lo recordamos con tanta nostalgía.
Un abrazo,
Ramón
me he propuesto visitar todos los blogs que han participado en sabados literarios como ayer no pude pues digo hoy. Que suerte tuvimos todos aquellso que pudimos hacer vida y juegos en la calle a veces lo añoro para mis hijos, era un saludable forma de pasar el verano y la primavera, yo tambien tuve la suerte de hacer sociedad en la calle y me acerdo de juegos como la goma, el churro va en que los chicos eran muy bestia, la comba en la que ellos eran unos patosos, y tantos otros...besotes por este tierno recuerdo
Hola Maat.
La sugerencia de abrir la cajita de la memoria para este sábado literario ha sido una invitación hermosa para entrar en el baúl de los recuerdos de tanta gente y encontrar allí también los propios. Hermoso relato. Perdón que venga hasta hoy...
Hola Maat.
Un relato lleno de infancia, con tantas cosas hermosas que albergan nuestros recuerdos.
Me gusta mucho como escribes.
Un abrazo
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