25 de marzo de 2009

La importancia del padrón...

En más de una ocasión he leído que, el escribir plasmando en un folio lo que sientes, desahoga. Y, en estos momentos, es lo único que pretendo. Dejar entre el teclado y el post de mi blog, un poco de la impotencia, tristeza y rabia que a lo largo del día he intentado amortiguar, pero sin mucho éxito.

Hoy, de una forma totalmente casual he conocido a Milagros.

Me encontraba en un pueblecito cercano a Valencia, realizando unas gestiones bancarias. La temperatura era bastante elevada para el mes de Marzo y, sedienta, he entrado en un kiosco a por una botella de agua. Estaba pagando mi compra cuando, a mi lado, he notado la presencia de alguien. Instintivamente me he girado y he visto a una señora mayor, con un aspecto lamentable.
Al mirarla, me ha preguntado si podía darle un poco de agua, pues tenía la boca seca. Inmediatamente, la dueña del kiosco le ha facilitado otro botellín y, mientras bebía, me he quedado observándola. Sus ropas estaban muy sucias, parte de sus cabellos estaban sujetos con una vieja pinza que, por los restos conservados, debió estar adornada con piedrecillas de colores; las manos, deformadas y coronadas por unas uñas larguísimas de luto y toda ella, envuelta en un aroma de no haber pasado por un baño en muchos días.

Ha sido un error por mi parte, en ese momento, no abandonar el local con mi botella de agua fresca.

Cuando ha terminado de beber, y después de guardar el frasco en la bolsa de plástico que llevaba colgada en un brazo, nos ha mostrado una fiambrera de dudoso color y con la tapa rota, a la vez que nos preguntaba.

-¿Sabéis si en algún sitio me podrían dar comida?

Inocente de mí, se me ha ocurrido preguntarle dónde vivía. Pensaba que se había extraviado y contemplaba la posibilidad de acompañarla hasta su casa.
Entonces, nos ha contado que llevaba unos meses viviendo en la calle, que al morir su compañero, le habían tirado del piso que ocupaba por no poder pagar el alquiler. Le he preguntado si tenía hijos, o familia próxima y me ha contestado que no tenía a nadie.

Estaba claro que no podíamos dejar así a esta señora y se me ha ocurrido llamar al Ayuntamiento de la población para consultar a la policía local lo que podía hacerse en este caso. Intentaba saber si existía algún sitio donde pudieran hacerse cargo de la situación. Todo, menos que esta buena mujer siguiera deambulando por las calles.

La dependienta del kiosco, a través de su móvil, me ha puesto en contacto con la policía, mientras ella seguía atendiendo a las personas que entraban en el comercio. Después de explicarles la tesitura en la que nos encontrábamos, me han dicho que me enviaban una unidad para ver que se podía hacer.

No han tardado ni cinco minutos. Cuando los dos agentes han bajado de su vehículo y han visto a Milagros, me han mirado y han sonreído. Ha sido mi primera sorpresa. Me esperaban algunas más.

La señora en cuestión era conocida por sus "escapadas" de centros dónde, en otras ocasiones, la habían acompañado. Para empezar, han intentado explicarme que si ella quería vivir en la calle, nadie podía impedírselo.

Lo primero que han hecho los agentes ha sido pedirle su DNI. La siguiente sorpresa estaba servida. Al abrir la cartera que llevaba "protegida" con arandelas de goma, varios billetes de dinero han ido cayendo al suelo. Había retirado del banco, esa misma mañana, el importe íntegro de su pensión.

Mientras uno de los policias le hacia algunas recomendaciones, el otro, consultaba con servicios sociales qué se podía hacer ... Yo, le había recogido del suelo el dinero y organizado en la cartera, con la completa seguridad de que allí, iba a durar muy poco tiempo.

Terminada la consulta, se me ha informado que no podían hacer nada por Milagros porque no estaba "empadronada" en esa localidad. Debo haber puesto cara de "lela" cuando el policía en cuestión me ha dicho: "y nuestra misión ha concluido".

Para entonces, la anciana ( 87 años) , se había sentado en un banco próximo a nosotros, y desde allí, no nos quitaba ojo, esperando -inútilmente- que le aliviáramos un poco la vida.

No contenta con la explicación facilitada, he apuntado la posibilidad de telefonear al Ayuntamiento donde estuviera empadronada pero, al parecer, esa tampoco era su misión, ni la mía -han añadido-. En un caso así, sólo podrían intervenir "sevicios sociales" (que incongruencia de nombre), pero siempre que fuera vecina de esa localidad...

El tiempo se me había echado encima. Viendo que nada más podía hacer, me he acercado a despedirme de Milagros con un gran pesar por dentro.

-¿Va a venir alguien a por mi? -me ha preguntado- (Era eso lo que le habíamos dicho que iba a pasar)

La voz se negaba a salirme cuando he intentando explicarle la situación:

-No, Milagros. No va a venir nadie. Usted no está empadrona aquí y por eso no pueden ayudarla.

-Entonces... me voy.

Mientras se agachaba a recoger su bolsa blanca -en la que al dejarle la cartera he visto un par de zapatillas, algo de ropa interior y unos pedazos de cruasanes- he balbuceado un "lo siento" y me he marchado.

No he tenido fuerzas para volverme y ver lo que ocurría a partir de ese momento. He deseado que a los policías, que permanecían en la acera mirándonos, en el último minuto, y antes de dejarla marchar a su suerte, se les ocurriera "algo" para mejorar su situación. Lo he deseado con todas mis fuerzas.

Camino de mi casa y después de despedirme también de la chica del kiosco, he recapacitado sobre las paradojas que a veces nos trae la vida. En pleno siglo XXI, en el que nos creemos y presumimos de estar muy avanzados, resulta que una mujer de 87 años, sin familia, sin hogar, puede deambular por las calles, mal vivir en ellas, dormir sin un techo que la proteja, estar expuesta a toda clase de maldades...pero no puede ser socorrida. Simplemente porque no pertenece al padrón de esa localidad. Para mí, inaudito. ¿Burocracia pura y dura? Tal vez...

Según la RAE:
1) Burocracia: Conjunto de normas, papeles y trámites necesarios para gestionar una actividad administrativa.
2) Burocracia: Complicación y lentitud excesiva en la realización de estas gestiones, particularmente en las que dependen de la administración de un Estado.

Habrá que cambiar ciertas normas... Lo antes posible.

Maat













9 comentarios:

Manolo Jiménez dijo...

Lamentable Maat, lamentable.

Vivimos en una sociedad que, quitando casos aislados, no tiene "alma" ni humanidad.

Abrazos.
Manolo

hatoros dijo...

LO MALO Y POR DESGRACIA ES QUE PUDIERA SER QUE ALGUIEN VIERA EL DINERO QUE TENÍA LA SEÑORA Y LA PEGARAN PARA ROBARSELO.

Lujo dijo...

Hola Maat,
Lo que cuentas no es eztraño. Te ha faltado contar que los servicios sociales tardan "siglos" en actuar una vez se les comunica el problema. Lamentablemente, si una persona en consiciones "pésimas" no tiene a nadie que esté atenta a su expedienta..., caen en el olvido.
Las cosas deberían cambiar.
Un abrazote

Celia Álvarez Fresno dijo...

Hola Maat.
Es triste y lamentable. Estamos en la era de los avances tecnológicos y la recesión de sentimientos y amor al prójimo. Es triste la vida, para tantas y tantas personas que mueren en la cuneta, sin ni siquiera ser vistas.
Tu actuación, lejos de los que supone tenía que ser algo cotidiano, es casi una heroicidad, y qlquien pensaría que hasta está pasado de moda. Porque hoy, ante alguien solidario, y bueno, mucha parte de la sociedad se pregunta ¿qué buscará est@?
Un abrazo amiga.
Mira ¿ves? El viento huracanado de bellos sentyimientos intentó acariciar a esa mujer anciana, en forma de Maat. El problema es que... aún hay mucho granizo que vencer.

Ardilla Roja dijo...

Hola Maat, lo que cuentas es muy triste. Milagros no estaba empadronada, y otras veces ocurre que se acostumbran a vivir tan desarraigados, que se vuelven orgullosos y no quieren ayuda. Es un tema muy complejo.

ay albergues en los que pueden ducharse, comer y dormir, pero son pocos.

Desde luego... Se han de cambiar muchas cosas.

Un beso

Brétema dijo...

Hola, se puede pasar...? estamos de visita por tu blog y nos parece oportuno el invitarte al nuestro. Somos un Grupo Poético de Vigo (Pontevedra)cuyos miembros (más de cuarenta) exponen sus trabajos en nuestra bitácora. Si te apetece… si te sobra algo de tiempo…
Nuestro blog: http://grupo-bretema.blogspot.com/
Un saludo, Brétema

Dorotea dijo...

Creo que entiendo bien la mezcla de rabia, tristeza y sorpresa. En mi pueblo (Torremolinos, para más señas) hay unas cuantas señoras mayores que no se sabe cómo sobreviven. Tan campantes, con sus bolsas de plástico, lavando ropa en una fuente pública, pidiendo tabaco a los transeuntes. A veces recogen a alguna y la llevan a una residencia,, pero a los pocos días está en la calle. ¿Voluntariamente o invitada a marcharse? No lo sé. En mi bloque malvivía una que decía que antes se mataba que ir a un 'asilo'...
Un abrazo.

Paco dijo...

Mientras lo leía me parecía vivirlo como en una película de esas tipo almodovar...

Es duro pensar que puedas llegar a esa edad y tengas que estar viviendo en la calle. Pero que la "sociedad" no haga nada al respecto me parece un desatino.
No se para que votamos a los políticos. Quizás si nos quedásemos todos en casa se lo pensarían y este tipo de casos no ocurrirían.
Habrá que estar siempre empadronados, no sea que se dé el caso que por no estarlo dejemos de ser personas.

Un abrazo

Luz dijo...

Ancianos por un lado
...y niños por el otro.
Un completo desastre, la burocracia; aunque el voluntarismo también comete algunos excesos. Afortunadamente en los pueblos pequeños se dan casos sencillos de atención sin tantos papeleos.