16 de marzo de 2008

El beso


Aspiro tus encantos
e impregnas mis entrañas con tu embrujo.
Me invaden mil impulsos
y, con atrevimiento inesperado,
se encaminan mis dedos a tu espalda
rozando, suave roce,
la redondez desnuda de tus hombros
en contacto perfecto con tu magia.

Mi piel se torna emisaria del deseo
desembocando en tu nuca mi avalancha
y se enreda en un juego que no duda
en enredar con mis caricias, que son ascuas,
con la rizada suavidad de tus cabellos
y así encendemos las primeras brasas.

Los latidos se aceleran en mis sienes
cuando te giras y ofreces tu rubor a mi mirada
y en tus ojos se reflejan mis anhelos
en forma de estrellas plateadas
que dejan de ser estrellas para convertirse en fuegos
y encadenan sus llamas en guirnaldas.

Ajenos al mundo, inconscientes,
contemplamos la pasión en nuestros rostros
y quedan nuestras bocas frente a frente
reduciendo distancias poco a poco,
humedeciendo los labios lentamente
hasta que en un impulso, todo gozo,
nos olvidamos ambos del presente
y nos fundimos en el abrazo a cuatro labios más dichoso,
deseando que el instante sea perenne,
provocando en nuestros cuerpos terremotos
porque ese abrazo es más que un beso:
es la primavera desatada
que inunda cada rincón de nuestras almas
y canta la victoria del "te quiero".

JERÓNIMO GARCIA JORQUERA


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