25 de noviembre de 2007

El Piyayo

Hoy, desde este espacio, quiero darle una sorpresa a alguien muy especial para mi, alguien con quien llevo compartiendo "vida" ......muchos años. Es mi esposo, S.G. En la presentación de mi blog, os contaba que, ambos, nos conocimos en una organización juvenil. En ella teníamos un amigo común que era fraile dominico, y que poseía una voz grave, preciosa. Le gustaba recitar poemas y a nosotros escucharlos. Un día, nos recitó uno, que, a mi entonces "novio" le cautivó... Era "El Piyayo" de José Carlos Luna. Nos lo recitó en más de una ocasión, pero nunca se nos ocurrió conservarlo por escrito. Pasaron los años y gracias a Internet, S. consiguió el poema impreso. Sigue siendo uno de sus poemas preferidos. Por eso lo traigo hoy aquí. Para que tenga un sitio más dónde encontrarlo cuando le apetezca recrearse con su lectura. Con todo mi cariño...
A los que ya conocéis este poema, imagino que disfrutareis releyéndolo. Y a los que todavía no habéis tenido la oportunidad de leerlo, os invito ha hacerlo. Espero que sea de vuestro agrado, y que lo tengáis entre vuestros favoritos....

EL PIYAYO
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¿Tú conoces al "Piyayo",
un viejecillo renegro, reseco y chicuelo,
la mirada de gallo
pendenciero
y hocico de raposo
tiñoso...
que pide limosna por "tangos"
y maldice cantando "fandangos"
gangosos...?

¡A chufla lo toma la gente!...
¡A mi me da pena
y me causa un respeto imponente!

Ata a su cuerpo una guitarra,
que chilla como una corneja,
y zumba como una chicharra
y tiene arrumacos de vieja
pelleja.
Yo le he visto cantando,
babeando,
de rabia y de vino
bailando
con saltos felinos,
tocando, a zarpazos,
los acordes de un viejo "tangazo".

Y el endeble "Piyayo" jadea,
y suda y renquea.
Y a sus contorsiones de ardilla,
hace son la sucia calderilla.

¡A chufla lo toma la gente!...
¡A mi me da pena
y me causa un respeto imponente!

Es su extraño arte
su cepo y su cruz,
su vida y su luz,
su tabaco y su aguardentillo...
y su pan y el de sus nietecillos:
"churumbeles" con greñas de alambre
y panzas de sapo,
que aúllan de hambre
tiritando bajo los harapos;
sin madre que lave su roña,
sin padre que "afane",
porque pena una muerte en Santoña;
sin más sombra que la del abuelo...

¡Poca sombra, porque es tan chicuelo!

En el Altozano
tiene el cuchitril
-¡a las vigas alcanza la mano¡-,
y por lumbre y por luz un candil.

Vacía sus alforjas
-que son sus bolsillos-
Bostezando, los siete chiquillos
se agrupan riendo.
Y entre carantoñas, les va repartiendo
pan y pescao frito
con la parsimonia de un antiguo rito:

-¡Chavales!
¿Pan de flor de harina!...
Mascarlo despasío.
Mejó pan no se come en palasio.
Y este pescaíto, ¿no es ?
¡Sacao de uno a uno del fondo del !
¡Gloria pura é!

Las espinas se comen tamié,
que to es alimento...

Así....despasito.
Muy remascaíto.
¡No yores, Manuela!
Tú no pués, porque no tienes muelas.
¡Es tan chiquitita
mi niña bonita!...

Así, despasito.
Muy remascaíto,
migaja a migaja -que dure -,
le van dando fin
a los cinco reales que costó el festín.
Luego, entre guiñapos, durmiendo,
por matar el frío, muy apiñaditos,
la Virgen María contempla al "Piyayo"
riendo.
Y hay un ángel rubio que besa la frente
de cada gitano chiquito.
¡A chufla lo toma la gente!...
¡A mi me da pena
y me causa un respeto imponente!

JOSÉ CARLOS DE LUNA


Y bien, después de leer nuevamente el poema, he sentido la curiosidad de conocer algo más de este entrañable personaje. Y me he puesto a ello. Los resultados obtenidos tienen su parte de sorpresa. Aquí os los dejo. Quedaros con lo que más os guste. Eso he hecho yo...


Citar que todos estos datos los he encontrado en:
Libro "Cantores malagueños, pinceladas flamencas" cuyo autor es Gonzalo Rojo Guerrero
Diccionario Flamenco de José Blas Vega
www.flamenka.com




Su nombre era Rafael Flores Nieto, nacido en el barrio malagueño del Perchel, el 1 de Mayo de 1855. Su nombre se hizo célebre a través del poema de Juan Carlos de Luna "El Piyayo". La vida de Rafael Flores transcurre en Málaga, entre la venta de peines, que tenían como escaparate el bolsillo superior de su gastada chaqueta y sus cantes, que él mismo componía a pesar de que no sabía leer y se acompañaba con un viejo guitarro que hoy se conserva en el Museo de la Peña Juan Breva. Parece ser que en su juventud, lo reclutaron para la guerra de Cuba, donde se cree que pudo llegar a estar preso por alguna de las letras con ecos de carceleras que se aprecian en sus cantes.

Su biógrafo Eusebio Rioja, nos lo define de la siguiente forma: "Su aportación al patrimonio del flamenco fue tan acertada que nada más que por una creación se le recuerda a menudo por los aficionados. Se trata de unos tangos que se conocen con el nombre de cantes de "El Piyayo", que por sus peculiaridades se le otorga denominación propia. Si van al compás de tangos, lo cierto es que sus tonos varían y el ritmo se hace más lento. Pero lo particular es la melodía, apartándose de la característica propia de los tangos y apuntar a ecos de guajiras, rumores caribeños y lograr en definitiva, un estilo genuino, agradable y pegadizo.
Y tanto o más que la melodía, lo son sus letras. Por su temática, con frecuencia las hay de motivos jocosos y divertidos, con alusión a situaciones carcelarias, de extrema pobreza, absurdas y ridículas. En ellas se aprecia una fina capacidad de captación de ideas y situaciones, síntesis exquisita para encerrarlas en sus estrofas y un sentido poético de calidad. Pero como techo de originalidad, figuran sus composiciones en décimas. Es la única vez en todo el género flamenco que se utiliza esta métrica nada popular, distinta por completo a todas las habituales y que no sabemos de donde las sacará El Piyayo.

En el poema de José Carlos Luna, no salió muy bien parado el Piyayo, ya que el autor, se permitió una serie de licencias poéticas, tan amplias, que en realidad inventó un Piyayo que tenía que ver muy poco con Rafael Flores. Por ejemplo, si era reseco y renegro, pero no chicuelo, su talla era más que mediana. Parece ser que nunca vivió en el Altozano y que tampoco tuviera bajo su custodia a ningún nietecillo. La imagen de borrachín es falsa y sobre todo no era tomado a chufla por la gente, ni pedía limosnas por tangos. Esto último le cayó muy mal a Rafael. Dicen que lo primero que objetó es que él no pedía limosnas. Hacia pagar su arte, simplemente. Era un personaje habitual en los círculos flamencos de Málaga. Entrañable, simpático y querido. En su personalidad, además de ser un solitario recalcitante, se le reconocen unos sentimientos extraordinarios.

Hoy, hace años que murió "El Piyayo", y según el parte de defunción en Málaga, en la Plaza de Santa María, caseta de madera, el día 25 de noviembre de 1940, a los 85 años de edad....

Desde mi blog, un pequeñísimo homenaje a su memoria, y ¿por qué no?, una sencilla oración.

MAAT
















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